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Sexualidad y climaterio: cerré la fábrica y abrí el parque de diversiones

El ingreso al climaterio no le pone fin a la sexualidad, solamente implica un cese reproductivo. En nuestra sociedad circulan varios discursos confusos, tales como identificar sexualidad con juventud y focalizar la sexualidad de manera coitocentrista, reduciendo el erotismo al campo limitado de la sensibilidad genital. Por Lic. Noelia Benedetto Cómo se nombra El médico […]

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El ingreso al climaterio no le pone fin a la sexualidad, solamente implica un cese reproductivo. En nuestra sociedad circulan varios discursos confusos, tales como identificar sexualidad con juventud y focalizar la sexualidad de manera coitocentrista, reduciendo el erotismo al campo limitado de la sensibilidad genital.

Por Lic. Noelia Benedetto

Cómo se nombra

Producción de fotógrafo Rankin.

El médico francés de Gardanne acuñó el término menopausia en 1816 definiéndola como “la edad crítica” y “el infierno de las mujeres”. La primera psicoanalista que teorizó sobre la menopausia en 1945, Helene Deustch, la describía como una pérdida simbólica ligada a la interrupción de la función reproductiva: “Las mujeres que se muestran felices en la menopausia son anormales, no femeninas y vergonzantes”. 

Actualmente se habla de plenopausia, lo cual no me parece un concepto más superador ya que leyendo entre líneas sugiere una “pausa a la plenitud”. 

Bozanic prefiere el término gerofeminismo: es un vocablo nacido en pandemia que busca incluir en el feminismo la lucha de las personas socializadas como mujeres*, con sus necesidades y demandas particulares, “para evidenciar los viejismos machistas por los que son perjudicadas doblemente en la cotidianeidad ya que se nos penaliza doblemente: por ser mujeres y hacernos mayores”.

Menopausia y climaterio no son lo mismo

producción de fotógrafo Rankin

Antes de empezar vamos a diferenciar algunos términos que generalmente se utilizan como sinónimos pero no lo son: climaterio y menopausia. Según el Informe sobre Climaterio de NO PAUSA, el 77 % de las personas, declaró no conocer el correcto uso de la palabra. 

La Menopausia es un acontecimiento único, normal y natural en la vida de una persona con útero que marca el fin de la etapa fértil. Es la fecha de la última menstruación y se debe a que los ovarios disminuyen la producción de hormonas tales como estrógenos y progesterona (la fecha de la primera menstruación se llama menarca). Para poder determinar la menopausia, se requieren 12 meses consecutivos sin menstruación. Es decir que se constata de forma retrospectiva.

Por otro lado, el climaterio es una etapa (no un evento único) de la vida de la persona con útero que se caracteriza por la pérdida de la capacidad reproductiva. Es un momento de modificaciones paulatinas que confluyen con el cese de la función menstrual, no es una enfermedad. Climaterio proviene del griego klimater, que significa ‘escalón’. Un escalón entre dos etapas: el periodo reproductivo y la senectud. Un escalón que puede servir para subir o para bajar.

Hay que cuestionar el modelo médico hegemónico androcentrista que, a partir de los años 60, empezó a caracterizar el climaterio como una enfermedad hormonodeficiente, evitable y curable mediante el consumo de estrógenos artificiales. Mientras la medicina occidental detalla las amenazas para la salud que introduce la menopausia, hay sectores que señalan a una sociedad sexista y edadista como la verdadera amenaza. 

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Las 3M

producción de fotógrafo Rankin

Las socializadas mujeres históricamente hemos sido definidas por el cuerpo, de manera que 3 M (menarquia, maternidad y menopausia) han marcado los hitos del desarrollo y la esencia de la feminidad. Curiosamente, otros elementos clave de la identidad, como el trabajo o la jubilación, no se supone que señalen nuestro proceso vital, solo la biología. La menstruación y la menopausia son dos procesos que las mujeres hemos aprendido a disimular e invisibilizar. Ni sangrar ni sudar están bien vistos en las marcadas como damas.

Mitología y edadismo

Hay muchas representaciones sociales que abonan a una imagen negativa de la vivencia del climaterio: las socializadas mujeres están desexualizadas, son amas de casa abnegadas y sólo le gusta dedicarse a las actividades de reproducción de la vida cotidiana, o al cuidado de otres (nietos/as), son personas depresiva o enfermas. 

Estos y muchos otros son mitos, prejuicios, creencias y construcciones sociales y morales que manipulan la edad hasta convertirla en un tiempo de retiro cargado de pesadumbres.

Lo anterior se relaciona al concepto de viejismo, que es parte de un paraguas mucho más amplio: el edadismo. Según la Organización Mundial de la Salud, “el edadismo se refiere a la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad”.

La conjunción entre edadismo y sexismo promueve una visión de las mujeres mayores como seres poco deseables, asexuadas o como parejas sexuales inadecuadas, que afecta especialmente a quienes no viven en pareja, para las que estos estereotipos se convierten en barreras difícilmente salvables. El ideario acerca del doble estándar del envejecimiento que denunció Susan Sontag sostiene que envejecer supone un proceso de gradual descalificación sexual para las socializadas mujeres en una sociedad en la que “mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen”.

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Sexualidad, deseo y erotismo

producción de fotógrafo Rankin

Freixas menciona que “si algo define la sexualidad de las mujeres a todas las edades es el silencio respecto a este tema, silencio todavía más espeso en mujeres que han traspasado el misterio de la menopausia”. Señala que ‘sexo’ no significa ‘coito’ y que existen infinitas maneras de vivir o no la sexualidad en las tres décadas de vida que quedan después de la menopausia libres del temor a un embarazo no planificado. Pero en el imaginario social fuera del coito, otras posibilidades de sexualidad se entienden como insatisfactorias o directamente como no sexo.

Se supone que con la reducción de las hormonas el deseo sexual se pierde. Eso es erróneo. En todo caso se reduce el impulso sexual propio de la juventud. A veces se cree haber perdido el erotismo simplemente por la falta de estímulos apropiados. La edad no supone un predictor significativo de la disminución del deseo, pero sí lo es la creencia de que esta reduce el deseo y la actividad sexual. 

El erotismo pasa, más que por los genitales, por los cinco sentidos. Las fuentes del erotismo son múltiples y variadas. Los órganos mayores del erotismo son la imaginación y la piel: ambos son intransferibles, exclusivamente privados. Los sentidos son capaces de captar imágenes, olores, sabores, palabras, texturas que colman de satisfacción y pueden preparar un ambiente inefable para un goce también inefable. Suele haber más tiempo y más experiencia, por lo tanto más herramientas para desplegar la creatividad.

En esta edad, se abre la puerta a la sensualidad global más que a la sexualidad centrada en los órganos genitales. El erotismo no se satisface con la demostración de potencia sino con el disfrute de la sensibilidad erótica, que requiere tiempo, habilidad y utilización de todos los sentidos. El erotismo no pasa sólo por la vía vaginal, y no es imprescindible llegar a la penetración para disfrutarlo y tener orgasmos muy placenteros

La falta de lubricación es otro de los síntomas que se suelen asociar al climaterio, la cual es de rápida resolución con lubricantes (a base de agua para no dañar los métodos de barreras preventivos de ITS: campo de látex y preservativo).

Autoerotismo

producción de fotógrafo Rankin

Cierta educación sexual o la ausencia de ella, penaliza el autoerotismo en términos de pecado y no favorece la incorporación de las mujeres a una satisfacción sexual individual, cuando para muchas ésta puede ser la única práctica posible o la única fuente de placer sexual, existe una invisibilidad social y por lo tanto también sexual. Nuestra cultura establece el vínculo entre feminidad y pasividad, enfatizando que la falta de iniciativa e interés sexual es un signo de feminidad, son vistas más como asexuales. Las mujeres interiorizan estigmas como el de ser una puta o hacer cosas que no se deben hacer a estas edades. Se autoexcluyen, por avergonzarse de estos deseos.

Una asignatura pendiente en la vida sexual de las mujeres de todas las edades trata del autoerotismo, que no constituye una práctica suficientemente instalada en la resolución cotidiana del deseo y que, realizada en solitario o en compañía, puede convertirse en un recurso interesante a tener en cuenta en la edad mayor. 

Las socializadas mujeres que han comprado la idea romántica de que solamente se disfruta eróticamente si hay amor, se ven más limitadas en cuanto al ejercicio de su erotismo. El goce sexual es un acto de libertad, una experiencia intransferible y pertenece en exclusividad a quien la vive. El o la partenaire es solo une compañere sexual que compartirá el trayecto pero no es responsable del goce ajeno. Cuando las personas pueden incorporar guiones no coitocentristas como fuente de erotismo mutuo caen en la cuenta de que hacer un buen papel ya no es responsabilidad exclusiva de un pene sino de toda su persona, lo cual amplía enormemente los recursos para el disfrute. 

A esto hay que añadir el mandato de la belleza/juventud y por lo tanto se asigna algo de lo anti estético al cuerpo mayor. Encuentran que su cuerpo no es atractivo sexualmente y esto genera sentimientos de vergüenza y malestar. Se supone que solamente puede ser deseada, o saberse deseada, una mujer si tiene un cuerpo perfecto, pero no sucede lo mismo en relación a los socializados varones. 

Hay otros puntos críticos en relación al despliegue de la sexualidad de las adultas mayores, como por ejemplo el contexto: vivir con hijos, hijas o en residencias que no facilitan y/o contemplan la sexualidad de las personas mayores. 

También hay quienes desean prescindir del ejercicio de su sexualidad. Y es una opción tan válida como otra cualquiera.

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Educastración sexual

producción de fotógrafo Rankin

Las personas que actualmente transitan más allá de la sexta década fueron educadas con una idea de la sexualidad muy condicionada por una moral represora y patriarcal. Una educación en la desinformación y en el desconocimiento de todo lo relativo a la sexualidad, la afectividad, la reproducción. 

La sexualidad de las socializadas mujeres debía tener por destino la procreación, dejando de lado el disfrute erótico que se adjudicaba a las “mujeres lascivas”. Mientras la de los socializados varones debía poner siempre en evidencia su potencia, expresada en medida y turgencia. Con el paso de los años, los codificados varones suelen desesperarse por la disminución de la capacidad eréctil y las marcadas como mujeres suelen creer que es tiempo de “despedirse del disfrute”. Uno de los motivos por los cuales las personas mayores suelen perderse el disfrute sexual reside en que no han elaborado el duelo por la sexualidad adolescente olvidando que las prácticas del erotismo exceden las experiencias genitalocentristas. 

Se ha identificado la sexualidad con la genitalidad. La sexualidad auténtica llevaba implicado el coito como una práctica, de manera que otro tipo de prácticas de gran valor sexual y sensual quedan fuera de la idea de sexualidad (no están bien vistas).

La sexualidad netamente reproductiva lleva a considerar la menopausia como el límite a la sexualidad, el fin del deseo sexual legítimo. Genera la idea de que es inapropiado que las socializadas mujeres tengan deseo, así que de alguna manera lo van extinguiendo porque no le dan lugar.

También es importante mencionar que probablemente, gran parte de esta población no haya escuchado hablar del clítoris en su educación formal o informal, ya que era una parte del cuerpo muy poco estudiada y difundida. En 1998, la primera uróloga australiana, Helen O'Connell, describió por primera vez en la historia la anatomía del clítoris, que por cierto es el único órgano que no envejece.

Estereotipos y mandatos

La menopausia ocurre en todas las personas con útero, sin embargo cada una experimentará su climaterio en forma distinta. Esto dependerá de muchos factores: la personalidad, el significado que tiene para cada una esta nueva etapa, el rol social que tiene en las distintas culturas.  

El climaterio es una experiencia corporal, pero también emocional y sociocultural. Vemos y padecemos un estereotipo de “mujer climatérica” que estigmatiza y no representa a la mujer del siglo XXI. En una sociedad que premia y monetiza la belleza y la juventud como dos valores indisolubles, sobre todo en las codificadas mujeres, se relaciona con la decadencia de envejecer, a la pérdida, cuando sería mucho más favorable asociarlas a cambios a los fines de visibilizar imágenes positivas. 

Las socializadas mujeres, de por sí ya estamos recargadas de mandatos, y la apuesta se vuelve más pesada a medida que pasan los años: tenés que verte bien, ser buena esposa, madre, ama de casa, trabajadora, sacrificada, sensual, aparentar menos edad de la que tenés, someterte a todo tipo de intervenciones cosméticas y quirúrgicas para disimularlo. 

Hemos sido socializadas apartadas de nuestros deseos; se va produciendo una autorrepresión muy sutil que deja el terreno fértil para que luego no pocas mujeres terminen siendo objeto de la necesidad ajena y creyendo que eso es natural.

Hay construcciones que están muy instaladas, una es la prohibición implícita de disfrutar sexualmente con personas menores que ellas, con pornografía y/o sex toys y otra enfatiza la necesidad de estar siempre joven, delgada, sin arrugas, sin celulitis, sin rollos y sin ninguno de los trazos del tiempo.

Para ir acabando

Es indudable que cada socializada mujer es única, que tiene necesidades propias y cada una atraviesa el climaterio de manera distinta. Pero considero que es una etapa que no debe vivirse como un final, ni como una fecha de caducidad, sino como un nuevo comienzo. Es un tiempo de cambios y a veces, pueden generar temores. La mejor manera de prepararse y afrontarlos es estar informada para saber qué esperar y qué prevenir. 

Una mujer conectada con su erotismo puede prescindir del modelo físico de belleza socialmente impuesto. Cuando una persona está convencida de que vale por lo que es, por lo que es capaz de sentir y de hacer sentir, por cómo se comunica y cómo disfruta con otras, no está tan pendiente de su cuerpo y tendrá compañeros/as sexuales que se van a excitar con ella. 

Gran parte de los estudios se centran en las dificultades y no en el placer y bienestar sexual de las mujeres mayores, porque en la mente de quien investiga hay una consideración sesgada que, en lugar de analizar las circunstancias y situaciones que fomentan el placer, la actividad y la satisfacción sexual, mira con lupa las dificultades, carencias y limitaciones con que se enfrentan las socializadas mujeres a medida que envejecen. 

Hay dos discursos dominantes: uno que vincula envejecer y asexualidad, y otro que reconoce el deseo sexual de las mujeres a toda edad. Habrá que trabajar para fortalecer este último y desvanecer el primero. Si cambiáramos los parámetros de medida, prescindiendo de lo cuantitativo en materia sexual (frecuencia, intensidad) como valor universal y profundizásemos en la calidad, comprobaríamos que la distancia entre las sexualidades de las personas jóvenes y adultas no es tan grande, ni el balance, tan negativo. 

Es posible constatar que el deseo de disfrutar sexualmente sigue vivo, la sexualidad se expande por todo el cuerpo y el erotismo se desparrama por toda la piel. Es un momento ideal para dedicarse a una sexualidad más sensualizada, más lúdica y desdramatizada, respetuosa con los ritmos y tiempos más pausados.

Entonces… Sí: hay vida después de la menopausia. No: el deseo no desaparece. Ni la sexualidad ni el deseo desaparecen nunca, nos acompañan hasta el último aliento.

Cierro con una frase de Gioconda Belli: “El cuerpo es mucho más que las hormonas. Menopáusica o no, una mujer sigue siendo una mujer; mucho más que una fábrica de humores o de óvulos. Perder la regla no es perder la medida, ni las facultades; no es meterse cual caracol en una concha y echarse a morir. No hay pues ninguna razón para sentirse devaluada”. 

*Hablar de  personas socializadas como mujeres en este contexto obvia a las mujeres trans, a algunas intersexuales, a mujeres cisgénero que han visto interrumpida su regla en la juventud por otros motivos; y también cabe citar la realidad de los varones trans y las personas no binarias. Uso el genérico “socializadas mujeres” para todas las personas úteroportantes sin olvidar esta matización.

Cristian Dominguez

Redactor y co-productor de contenidos para el sitio web y las demás plataformas de El Resaltador.
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