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La tierra en disputa: el impacto del agronegocio en las familias campesinas e indígenas

Publicado por:Ramiro Quintanilla

El modelo agroalimentario extractivista que prima en nuestro país impacta de manera negativa en la población, y no sólo en la alimentación. En este caso, las consecuencias para quienes trabajan la tierra son aún más graves, sufriendo el desplazamiento, la expulsión y el desalojo de los territorios que habitaron desde siempre.

«La tierra en disputa» es el nombre del informe más reciente que realizamos y te invitamos a verlo completo. Es que la concentración de tierras en base a la ampliación de la frontera agropecuaria tiene su impacto en la población.

En primer lugar, en la alimentación contaminada por agroquímicos que llega directo a nuestra mesa. Además, se transforma en un modelo extractivista en base a que lo producido se destina, primero, a la exportación de alimentos para luego atender la demanda interna.

El monocultivo desgasta la producción de la tierra, en donde prima el valor de las commodities en lugar de la obtención de alimentos sanos. Esto tiene su correlato en las políticas alimentarias donde los gobiernos alientan a quienes «generan divisas» dejando en segundo plano a quienes trabajan la tierra con el objetivo puesto en mejorar la calidad alimentaria.

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La concentración de tierras juega su parte donde sólo unos pocos se benefician de la producción: menos del
3% de les productores controlan la mitad de la producción.

El bosque nativo sufre el desmonte para favorecer la ampliación de la producción agropecuaria concentrada.

¿Cuál es la situación de las familias campesinas e indígenas?

El modelo extractivista que prima en el país y tiene su correlato en Córdoba, relega a la población que trabaja la agricultura familiar. En nuestro informe «La Tierra en Disputa» ahondamos en la situaciones que viven día a día las familias campesinas e indígenas, que ven vulneradas su acceso a la tierra, su trabajo y sus condiciones de vida.

La agricultura familiar sigue en espera de la implementación de una ley que proteja estos y otros derechos desde 2014. La relevancia de estos sectores para el consumo interno, con una producción más sana, viable y en relación con la tierra queda relegada al agronegocio.

Cabe resaltar en este punto que, según el informe de CELS, produce la mitad de las frutas y hortalizas que consumimos.

La producción de las familias campesinas e indígenas que componen la población rural es diametralmente opuesta a la realizada por el poder concentrado del agronegocio. Se trata de una cultura con raíces firmes en la biodiversidad, en el cuidado del bosque, de los cursos de agua, de la tierra y sus ciclos naturales.

La ampliación de la frontera agropecuaria los expulsa de sus territorios, parte esencial de su identidad y de su forma de vida. Cada vez son más las familias que se van del campo. Cada vez son más las familias que pierden su tierra, que han habitado por generaciones. Cada vez son más las familias que ven vulnerados sus derechos en pos del privilegio de la concentración de tierras.

Te invitamos a ver nuestro informe completo donde ahondamos en las consecuencias del modelo agrícola extractivista en nuestro país y nuestra Provincia.

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