Resaltadas

Y al tercer día resucitó

La muerte y la resurrección son las dos caras de una misma moneda y no es que resucitar sea algo que quiera para mí, pero las protagonistas de mis lecturas del mes parecen urgidas por descorrer y atravesar el velo que separa la vida de la muerte. Por Cristian Montú La temporada de escorpio se […]

🕒  6 minutos de lectura

 | 

La muerte y la resurrección son las dos caras de una misma moneda y no es que resucitar sea algo que quiera para mí, pero las protagonistas de mis lecturas del mes parecen urgidas por descorrer y atravesar el velo que separa la vida de la muerte.

Por Cristian Montú

La temporada de escorpio se encuentra en pleno apogeo. La muerte y la resurrección son las dos caras de una misma moneda. Es más, en el tarot La Muerte es la carta con la que se asocia a escorpio. Es tiempo de morir, renacer y transformarse. A riesgo de sonar como una señora dedicando indirectas y estados en Facebook: es el momento ideal para resurgir de las cenizas cuál Ave Fénix. Hay que darle paso a lo nuevo.

Resucitar no es para cualquiera, el único que puede hacerlo desde hace dos mil años, ininterrumpidos, es Jesús. Pero es el hijo de Dios, entonces podría catalogarse como un resucitado vip. Eso sí, hay que reconocerle las ganas de dar la vida por los pecados de unos desconocidos. Allá ellos y sus acuerdos, yo me desentiendo de cualquier pecado original o de imitación.

Te puede interesar: "Las repeticiones y la torpeza de la vida"

Si de revivir se trata, antes de esa última y horrible temporada, en la remake de Sabrina, la bruja adolescente, durante la segunda temporada sucede una de las escenas más icónicas de la serie: unos misioneros caídos del cielo vienen a acabar con todas las brujas del aquelarre, Sabrina es asesinada sin piedad, pero por obra y gracia del Señor Oscuro resucita y además de aniquilar a los mercenarios religiosos, tiene el poder de devolverle la vida a brujas y hechiceros.

Y no es que resucitar sea algo que me obsesione o quiera para mí. Al contrario, cuando muera me gustaría que se aseguren de que no pueda volver bajo ninguna circunstancia. Pero las protagonistas de mis lecturas del mes parecen urgidas por descorrer el velo que separa la vida de la muerte.

Issicha Puytu

En la cultura incaica había dos reglas de oro que nadie debía transgredir: el culto a los muertos y a las diferencias de clases sociales. Conseguir que el pueblo respetara estas reglas no era tarea fácil en la práctica, por eso circulaba un relato muy popular con fines didácticos, el objetivo final era educar -y amedrentar- a los más jóvenes.

La historia en cuestión, que puede leerse libremente en internet, es Issicha Puytu y narra las desventuras de una joven que desoyó el mandato social. Issicha era una joven sirvienta de clase baja que es enviada a cumplir su trabajo a la casa del curaca (jefe de la comunidad) pero él se enamora de ella y la obliga a quedarse, convirtiéndola en la señora del hogar. A los demás sirvientes la presencia de Issicha no les gusta nada, la detestan, pero la sirven por orden del curaca.

Issicha Puytu: Vestimenta típica de la nobleza incaica

La familia de Issicha se preocupa al ver que no regresa y empieza la peregrinación para averiguar qué le pasó: primero los hermanos van a buscarla y son rechazados por la nueva matrona, la madre no les cree; después le toca al padre y también es echado como un perro viejo por su propia hija, la madre no le cree y decide ir ella misma. “¿Ya no recuerdas que soy tu madre?- preguntó la anciana” pero Issicha la niega y le pide que se retire. Antes de irse, la madre castiga a su hija: “...se descubrió el seno, hizo como si se ordeñara hacia el suelo, y pronunció la maldición suprema: ¡Con esto has de encontrar la vida eterna!”

La debacle comienza tras la maldición porque una noche Issicha muere repentinamente mientras duerme, el curaca no está y al llegar se desespera. Se niega a enterrarla como es debido y tal es su insistencia que el cadáver de Issicha vuelve a la vida, aunque ha perdido casi todas sus funciones vitales.

El curaca intenta mantener relaciones con Issicha a pesar de que ella se encuentra entre la vida y la muerte, y entonces la joven se transforma en un burro. Lo que no sabe el curaca es que este burro puede hablar y le contará al herrero las intenciones del respetable jefe de la aldea. Contar la verdad le permite a Issicha recuperar su forma humana y volver a morir una vez más.

El pueblo interviene para que el cuerpo de Issicha finalmente descanse en paz, el curaca opone resistencia, pero termina accediendo, o eso les hace creer a todos porque una noche corre al sepulcro a recuperar el cadáver de la joven, que resucita otra vez y huyen juntos del poblado: “Dicen que vino un carro de fuego, y que el Demonio se llevó a los dos.”

Una señora llamada Hilda

Hace pocos días logré cumplir con mi desafío de lectura 2023 en Goodreads, esa red social -levemente tóxica, quizás- donde uno registra y reseña sus lecturas. No es que fuera mi prioridad leer cierta cantidad de libros mientras el país y el planeta se caen a pedazos, pero si algo positivo tuvo este año es que pude dedicarle más tiempo a la lectura.

Salvo excepciones, lo que venía leyendo me dejaba sabor a poco y nada, me gustaba pero no tanto. Hasta que busqué en la pila de pendientes que tengo en el escritorio La segunda venida de Hilda Bustamante (Editorial Sigilo, 2023) que es el debut literario de Salomé Esper. Las razones para comprar la novela fueron tres: la ilustración de la tapa -hecha por Mariana Ruiz Johnson- que es hermosa y atrapante por sí sola; el título, que hace referencia al nombre de una señora que tranquilamente podría ser una vecina del barrio y además cuenta como esa señora llamada Hilda volvió a la vida.

Una señora llamada Hilda: "La segunda venida de Hilda Bustamante" - Fuente: Web editorial

“Hilda se despertó con la boca llena de gusanos” es la frase que da comienzo a la novela y que probablemente hará que no quieras soltarla hasta el final. Con dificultad, Hilda logra salir de su sepultura bajo tierra, asqueada escupe los gusanos y como siente que no puede presentarse en su casa, se va hasta la iglesia del pueblo. Un año entero estuvo muerta y no sabe cuáles son los motivos por los que resucitó. Sin embargo, su segunda venida marcará el inicio de una serie de extraños sucesos.

La explosión de todos los vidrios de todas las casas y edificios del pueblo, la llegada de una plaga inesperada y una pseudo secta que no logra quórum son algunos de los hechos que aquejan a los habitantes del lugar. Pero también hay una exploración narrativa sobre la muerte y las ausencias, cómo se construye lo cotidiano cuando un ser querido ha muerto: la vida continua, las plantas siguen creciendo y floreciendo, la tristeza se aletarga y se confunde con el olvido.

El marido de Hilda, las amigas de la iglesia, las vecinas que casi son familia, todos comparten sentimientos e inquietudes: espanto, estupor, alegría, confusión y el temor de que vuelva a morirse. La novela de Salomé Esper es una de mis mejores lecturas de este año porque además de una trama suave y atrapante, el clima que construye la autora es íntimo y derrocha humor, ternura, resignación, incertidumbre y una pizca necesaria de tristeza.

Enterate acá
Enterate acá

Relacionado

Enterate acá

Más de lo último