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Las repeticiones y la torpeza de la vida

¿Cuáles son las posibilidades concretas de no caer en el círculo vicioso de la repetición? Si la tendencia natural es tropezar una y otra vez con la misma piedra, entonces quedémonos desparramados en el suelo polvoriento, la sangre roja y brillante brotando de la herida. Por Cristian Montú Se nos dice que tenemos que recordar […]

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¿Cuáles son las posibilidades concretas de no caer en el círculo vicioso de la repetición? Si la tendencia natural es tropezar una y otra vez con la misma piedra, entonces quedémonos desparramados en el suelo polvoriento, la sangre roja y brillante brotando de la herida.

"Cayendo" - Fuente: www.medium.com

Por Cristian Montú

Se nos dice que tenemos que recordar para evitar las repeticiones, para evitar que ciertas “cosas” vuelvan a ocurrir. Se supone que mantener frescos los recuerdos puede salvarnos del cataclismo de la repetición. Romper el ciclo y extirparlo de raíz. Hay quienes directamente lo afirman: esto y aquello no pueden volver a suceder, jamás volverán a suceder, imposible.

Si la tendencia natural es tropezar una y otra vez con la misma piedra, entonces para qué andar precavido, con paso lento y seguro, recordando constantemente para que a nadie se le olvide aquello que relatamos y entonces volvamos a caer. Y quedemos desparramados en el suelo polvoriento, la sangre roja y brillante brotando de la herida.

En el poema Fin y principio, la poeta polaca Wislawa Szymborska -ganadora del Premio Nobel de literatura en 1996- dice con falsa despreocupación: Después de cada guerra / alguien tiene que limpiar. / No se van a ordenar solas las cosas, / digo yo. / Alguien debe echar los escombros / a la cuneta / para que puedan pasar / los carros llenos de cadáveres.

Y mientras se limpian los escombros de la humanidad, el olvido y la repetición, como una condena de los dioses griegos, se hacen presentes: En la hierba que cubra / causas y consecuencias / seguro que habrá alguien tumbado, / con una espiga entre los dientes, / mirando las nubes.

"La torpeza" - Fuente: Pinterest.

Dante y los círculos del infierno

A principios de este año se anunció el cierre de Book Depository, una tienda virtual donde uno podía conseguir libros publicados en otros países y mazos de tarot a buenos precios. Cuando eso pasó, debo admitir, quizás con un poco de vergüenza, que corrí a hacer una última, desesperada e innecesaria compra: dos libros de crónicas y testimonios de autoras ya leídas.

El primero de los libros que llegó fue Destinos errantes (Editorial Comba, 2016) que reúne crónicas de viaje y perfiles periodísticos escritos por la autora chilena Andrea Jeftanovic, que ya lleva varios libros publicados en el país (y no deberían dejar de leerla si tienen la oportunidad). 

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La crónica que abre el libro es Sarajevo underground y narra el viaje de la escritora hacia las entrañas de la patria familiar perdida, una patria que ya no existe después de la guerra. Allí donde ella espera encontrar reconocimiento y recuerdos, solo hay rechazo y destrucción, escombros. Dice con resignación Andrea: “Cuando por fin pude viajar a Yugoslavia, Yugoslavia ya no existía.”

Los rastros de la guerra siguen más vigentes que nunca, visibles en cientos de edificios de la ciudad. Sin embargo el símbolo de la guerra de los Balcanes se apoya en la precaria estructura de un túnel subterráneo de casi un kilómetro de extensión que fue considerado una ventana al mundo que iba desde una casa particular hasta el aeropuerto de Dobrinja en la misma ciudad de Sarajevo.

"Destinos errantes" de Andrea Jeftanovic - Fuente: Foto de archivo.

Descender y recorrer las profundidades del túnel es la meta principal de nuestra protagonista, y es el puntapié inicial para ir reconstruyendo recuerdos familiares que viajan desde Chile hacia la mutilada Sarajevo. Así como Virgilio acompañó a Dante en su descenso a los círculos del infierno en la Divina comedia, el dueño actual de la casa acompaña a Andrea a revivir fantasmas que habitan esas ruinas tan propias y ajenas a la vez:

“Pongo toda mi atención en las sombras, escuchándolas llorar. Caminamos entre siluetas de ojos hundidos… Avanzar, descender en círculos. Nos abrimos camino entre unas paredes estrechas. Quiero arrancar una historia de la cantera del túnel…”

El rostro de la guerra

El segundo y último libro que llegó fue La guerra no tiene rostro de mujer (Debate, 2019) de la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, que recibió el Premio Nobel de literatura en 2015 y es, además, autora del libro Voces de chernóbil, adaptado en 2019 por HBO para la serie Chernóbil.

¿Por qué escribir sobre la guerra? se pregunta la autora en su propio libro, porque “La guerra siempre estuvo presente: en la escuela, en la casa, en las bodas y en los bautizos, en las fiestas y en los funerales. Incluso en las conversaciones de los niños.” Pero la guerra que cuenta Svetlana no es la que ya contaron hasta el hartazgo otros autores, ella escribe la guerra y la historia de las mujeres.

Cientos de testimonios dan vida y forma a este libro. La autora rescata de entre los escombros los recuerdos silenciados de miles de mujeres que participaron y combatieron activamente en el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial. La tarea no es fácil, primero hay resistencia y recelo para hablar, pero después los recuerdos fluyen como un río desbordado tras la crecida.

¿Qué busca Svetlana? Ciertamente no busca las hazañas propias de los antiguos héroes durante la guerra, busca lo humano, las vivencias entre tanta sangre, parásitos y crueldades. El olvido es el destino en el que las combatientes debieron exiliar sus memorias de aquellos tiempos: “Cuando la guerra se acabó, ellas quedaron muy mal paradas. Mi mujer, por ejemplo… Considera que solo fueron a la guerra para buscarse un novio, que se enredaban con cualquiera.”

"La guerra no tiene rostro de mujer" de Svetlana Alexiévich - Fuente: Foto de archivo.

Antes de que las huellas del pasado se terminen de borrar y sus protagonistas mueran en el anonimato, la autora sale a buscar -después van a llegar solas hasta su puerta- a estas mujeres que tras la guerra se volvieron amas de casa, maestras y obreras de fábricas que suelen llegar a la misma conclusión: las acciones del pasado no alcanzaron para evitar sus repeticiones en el presente.

Contar el costado vergonzoso de la guerra no es gratuito ya que Svetlana Alexiévich en la actualidad vive exiliada en Berlín debido a la persecución y censura creciente en Bielorrusia, su país natal.  

(No) Repetir

¿Cuáles son las posibilidades reales de combatir el olvido? ¿Cuáles son las posibilidades concretas de no caer en el círculo vicioso de la repetición? La misma Svetlana Alexiévich se dice a sí misma casi en el final del libro: “No veo el final de este camino. El mal parece infinito… Las repeticiones me hacen pensar en la torpeza de la vida.”

Estos son tiempos que se sienten como el nueve de bastos en mi mazo de tarot: detrás de la cerca se encuentra el agujero profundo, una trampa en la que podemos volver a caer, pero no caer es importante, casi un asunto de vida o muerte, porque como escribió la gran Wislawa: No le faltan encantos a este horroroso mundo / ni tampoco amaneceres / para los que merece la pena despertar.

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