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Salud y ambiente sano: avanzar es que existan más derechos humanos

Publicado por:Ramiro Quintanilla

El desarrollo social junto a la apropiación y el uso mercantilista de la tierra generan nuevas urgencias que obligan a tomar acciones para evitar la destrucción de nuestra casa común. El más joven de los derechos humanos llegó para quedarse, y es una lucha constante a defender en conjunto para garantizar el goce máximo de salud para nosotros y nuestro entorno.

El 10 de diciembre se celebra el día de los derechos humanos y en tiempos donde existen relatos que los niegan, se hace urgente hablar de dos de ellos que van muy hermanados: la salud y el ambiente sano.

La salud es un derecho humano fundamental y, en el contexto actual donde circulan discursos que ponen en tela de juicio ciertos consensos adquiridos, resulta necesario reafirmar la necesidad de una salud inclusiva, igualitaria, universal y pública.

Pero el desarrollo capitalista de nuestras sociedades, la mercantilización de la tierra, el extractivismo social y otros vicios humanos, han deteriorado las condiciones de salud de nuestros territorios afectando a nuestros cuerpos.

Es decir, ya no sólo hay que proteger un derecho a la salud de las personas (que se busca discutir) sino que también debemos asegurar la calidad de la salud de los ambientes y entornos en los que vivimos, que nos afectan constantemente y a los cuales afectamos.

En forma de pregunta retórica: ¿Cómo tener salud si el agua que tomamos y el aire que respiramos están contaminados; si los alimentos que comemos están llenos de agroquímicos; si el monte que nos da vida cada vez es más escaso?

«El derecho a un ambiente sano y a la salud no sólo es un derecho humano sino que es colectivo y comunitario. Es un derecho de nosotros con el entorno. No existe derecho a ese ambiente sano si todos los actores de ese derecho no están presentes«.

Silvia Cruz

La que habla es Silvia Cruz, integrante de Vudas (Vecinxs Unidxs en Defensa de un Ambiente Sano), desde donde se viene denunciando la contaminación de la planta de bioetanol de Porta Hnos en el barrio San Antonio de la ciudad de Córdoba desde el año 2012.

Esta lucha es justamente por garantizar un ambiente sano para vivir, situación que se vio afectada por la imposición de una fábrica que contamina y enferma a vecinos y vecinas desde hace más de 10 años y donde la justicia y el estado están ausentes.

El estado y la justicia, que deberían ser los garantes del derecho, son quienes le dan la espalda a una lucha socioambiental. Por el momento, priman los intereses de la única fábrica el mundo que produce bioetanol a base de maíz transgénico en una zona residencial.

«En lo utópico que podría ser la justicia, debería ser un veedor, un guardián de los derechos. Y no se da porque esa justicia es parte de una estructura también económica y cuando se mezclan esos intereses económicos para algunos y no para todos, entonces esa justicia pasa a ser lo más imperfecto que hay, lo menos allegado a la justicia» indica Silvia.

Sobre la estructura del estado (aclara estructura porque afirma que «la primera parte del Estado, el cuerpo del estado somos nosotros»), señaló que también va fluctuando sus posturas según «los intereses que tengan. Los jueces tienen intereses personales ahí y los gobernadores de las provincias también tienen intereses en las ideas de negocios y están desesperados porque entre dinero. Entonces ese sistema de exclusividad capitalista, nos está sacrificando para obtener otras cosas, y nosotros no queremos ese sacrificados».

A pesar de que la Corte Suprema, las cortes provinciales y los gobiernos de todos los estamentos deciden mirar para otro lado, la lucha continúa.

«La salud no es solamente patológica y física. La salud es nuestras relaciones, nuestros vínculos, nuestros afectos, cómo queremos vivir y como queremos ser felices en nuestro entorno. También es lo colectivo colectivo y comunitario, ese es nuestro derecho a vivir en armonía. Pese a todo hay que continuar porque vale la pena, es como una obligación, un derecho que nos obliga a luchar por él«.

Silvia Cruz.

El derecho a vivir en ambiente sano y que prime nuestra salud sobre los intereses económicos es una cuestión que no puede reducirse a la explotación y los beneficios que puedan obtenerse o a la perspectiva del gobernante de turno, sino que deben ser bases que guíen los procesos sociales.

«Todos tenemos derecho a vivir bien y saludablemente. Pero eso implica una actividad humana regular racional con un sentido crítico vinculado a quitar el rótulo de recursos naturales y empezar a entender que no son recursos, sino que son bienes naturales y sin los cuales no se puede vivir. Por ende, todos tenemos la obligación de preservar esos bienes naturales que si se encuentran en condiciones saludable, garantizan nuestra salud, nuestra supervivencia, tenemos la posibilidad de existir saludablemente y eso es un derecho», nos comentó Exequiel Di Tofino sobre derechos humanos, salud y ambiente sano, en el marco de la efeméride que viene.

El investigador viene denunciando la contaminación del lago San Roque, principal fuente de provisión de agua de la ciudad de Córdoba, y otros espejos de agua.

En este sentido destacó que a partir de la premisa de entender a los bienes como recursos, se ha hecho abuso de ellos lo cual nos ha traído a la situación ambiental actual. Conceptualmente, y en contraposición a los recursos que están destinados a ser posesión de alguien, los bienes son compartidos y constituyen nuestro ecosistema y nuestro entorno.

«Se han generado daños en algunos casos irreversibles y muchos de los daños que aún son reversibles, pueden llegar a un punto de no retorno. Como ha sucedido con el bosque nativo, como sucede con la contaminación del agua, del aire. El uso y el aprovechamiento exacerbado de todos esos bienes naturales, no permite a la naturaleza reponerlos con la velocidad con la que nos estamos quedando sin ellos. Eso es directamente producto de la actividad humana sin planeamientos, sin planificación, sin control, sin un uso racional de esos bienes naturales y con una falta de importancia a mediano y largo plazo evidentemente de acuerdo a política del mercado«.

Exequiel Di Tofino.

Ésta lógica de mercado «es lo que va directamente en detrimento del ecosistema del ambiente y por ende de nuestra salud y de nuestro derecho a vivir saludablemente y en algunos casos pone en riesgo la vida».

Un ejemplo claro es el de los emprendimientos inmobiliarios en zona de bosque nativo (como en Mendiolaza), que avanzan contra todas las normativas posibles denotando una enorme falta de control de las leyes.

«Se tiene que pensar y se tiene que poner en marcha una política pública vinculada a la adecuada distribución de la población a un control a un seguimiento, a un cumplimiento de las normas«, propone el investigador.

Otras veces se justifica el avance sobre los bienes ambientales por obras públicas necesarias para la infraestructura y el desarrollo de proyectos económicos, pero de nuevo, poniendo este tipo de intereses por sobre el mantenimiento del ecosistema al que pertenecemos.

«El desvío de bienes naturales como el agua en detrimento de alguna población para privilegiar o para favorecer un emprendimiento de un desarrollo privado es ausencia de infraestructura. Sobre eso hay que trabajar y mantenerlo en agenda para que la infraestructura sea un desarrollo racional pensado de forma pertinente pensado para el bien común y para el mantenimiento de los bienes naturales, el mantenimiento de la salud del ecosistema y de la población de la que constituimos, que forma parte de ese ecosistema».

En tiempos donde avanzar parece estar ligado al progreso del mercado, la economía y la ampliación de las «libertades», resulta necesario el ejercicio de repensarnos y poner énfasis en lo que se niega: para subsistir y asegurar la salud para nuestros cuerpos, hay que garantizar la salud de nuestros territorios.

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