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Israel profundiza los ataques contra Palestina después del accionar de Hamas

Luego de la inédita operación de Hamas, Israel profundiza sus prácticas genocidas sobre la población palestina: desde el sábado no cesa con los bombardeos sobre la población civil y desde ayer cortó todos los suministros de agua, luz, combustibles y alimentos en dicho territorio, lo que generará una de las peores crisis humanitarias en años. […]

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Luego de la inédita operación de Hamas, Israel profundiza sus prácticas genocidas sobre la población palestina: desde el sábado no cesa con los bombardeos sobre la población civil y desde ayer cortó todos los suministros de agua, luz, combustibles y alimentos en dicho territorio, lo que generará una de las peores crisis humanitarias en años. Gaza ¿el campo de concentración más grande del mundo? ¿Qué sucede con la “nueva comunidad internacional”?

AFP                                                       

La retirada de las fuerzas francesas de Níger (Sahel africano), la inminente intervención militar de la ONU a Haití o los cientos de miles de armenios escapando de la ofensiva de Azerbaiyán son relevantes hechos geopolíticos que pasaron a un segundo plano luego de que el grupo insurgente palestino “Hamas” realizara la inédita operación “diluvio de Al Aqsa”, ingresando por tierra, mar y aire a los territorios palestinos ocupados por Israel en su frontera sur, asesinando a más de 1000 israelíes y secuestrando a más de cien colonos y soldados, en una ofensiva palestina sin precedentes que logró burlar a uno de los sistemas de inteligencia y defensa más modernos del mundo.

La respuesta de Israel no se hizo esperar. Benjamín Netanyahu, Primer Ministro israelí, ultraderechista y fundamentalista judío, declaró al país en estado de “guerra”, y anunció prácticamente una invasión militar de gran peso sobre la Franja de Gaza, un territorio ya sitiado y cotidianamente violentado por el ejército sionista. Al menos 700 palestinos y palestinas han sido asesinadas en las últimas horas por los bombardeos que no cesan desde el sábado.

A su vez, el Presidente de Israel, Isaac Herzog, llamó a generar un “gobierno de unidad nacional” ante el escalamiento de la crisis. Asimismo, el Ministro de Defensa, Yoav Gallant,  anunció el bloqueo y corte total a los suministros de agua, combustibles, alimentos y luz sobre Gaza. "Estamos luchando contra animales humanos y actuamos en consecuencia”, enfatizó sin escrúpulo alguno.

Por su parte, “Hamas” prometió ejecutar a un rehén israelí por cada bombardeo que Israel haga sin previo aviso. El grupo insurgente palestino, catalogado como “terrorista” por gran parte de Occidente y EE.UU, tiene secuestradas a 130 personas.

EFE

Hasta el momento, 200 mil palestinos y palestinas están sufriendo el desplazamiento forzado, y el número aumentará con el paso del tiempo y las bombas. Gaza no tiene salida, pues Israel controla estrictamente todo el territorio y Egipto acaba de anunciar el cierre momentáneo del único cruce “abierto” para que los civiles islamistas puedan escapar de Gaza. Israel habría amenazado a Egipto con destruir cualquier convoy con alimentos y agua que intente ingresar al territorio en conflicto.  La encerrona es total y ya hay denuncias de que el Ejército israelí está usando fósforo blanco sobre población civil, un arma prohibida internacionalmente. Un campo de concentración de 2 millones de personas.

Las víctimas civiles de ambos lados ya se cuentan por cientos y las imágenes de niñeces palestinas asesinadas vuelven a recorrer las redes sociales pese a la “violencia algorítmica” ejercida frecuentemente por Israel en el mundo virtual cuando de intentar ocultar sus crímenes de guerra se trata.

Una ofensiva en medio de la crisis

La ofensiva de “Hamas” a la que el grupo insurgente caracterizó como “respuesta” a la violencia cotidiana que el gobierno israelí realiza en Gaza o en la Cisjordania ocupada, se da en un contexto llamativamente particular:

  • a cincuenta años del ataque sirio-egipcio sorpresa sobre Israel (llamado Guerra de Yom Kipur),
  • durante el mismo día de la festividad judía Simjat Torá (parecida a la navidad cristiana), y
  • en el medio de una crisis de legitimidad del gobierno encabezado por Netanyahu, cuestionado públicamente por millones de judíos que hace siete meses salen a las calles a protestar contra la reforma judicial que este último intenta llevar adelante.

Los sistemas de defensa y de seguridad israelíes quedaron totalmente burlados frente a la insurgente acción militar de “Hamas”, lo cual fue muy cuestionado por la propia población afectada y dejó sospechas en las propias fuerzas sionistas. A su vez, Egipto publicó un informe donde revela que advirtió a Israel -diez días antes del ataque- por “movimientos inusuales” en la Franja de Gaza, pero que el gobierno israelí desoyó tal información. Desde Tel Aviv negaron tales acusasiones.

Decididamente la intervención militar palestina tiene meses -y hasta quizás años-de planificación y organización, y también no es muy descabellado pensar que ha contado con algún tipo de colaboración de una nación extranjera o grupo armado externo.

De todas maneras, sin obviar y dejar de repudiar las víctimas civiles de la intervención de “Hamas”, la contraofensiva israelí vuelve a exhibir la realidad insoslayable de un conflicto histórico: las fuerzas armadas de un Estado contra un grupo islamita armado y contra toda una población palestina víctima de un sistema de apartheid cuyo objetivo es la segregación y el exterminio étnico.

Vale destacar que durante los años 2010 y 2018, ciudadanos palestinos se volcaron sin armas a los cercos de Gaza para intentar romper el brutal aislamiento del que son víctimas y las respuestas israelíes en ambos casos fue con disparos a quema ropa y gases lacrimógenos, dejando muertos y heridos.

La ofensiva de Hamas es virulenta  y al mismo tiempo eminentemente política: expone y debilita al impopular gobierno de Netayanhu, quien no dudó en responder con cruel firmeza para contener una crisis social que desborda sus planes de continuidad al tiempo que intenta recomponer el ahora humillado prestigio militar de sus fuerzas armadas.

Para el historiador y docente argentino, Guillermo Caviazca, especializado en el tema, la operación de Hamas tiene el objetivo político de “frenar e impedir la consolidación internacional de Israel frente a otros países del propio mundo árabe” y también de otras latitudes. Israel, que hace dos semanas se jactaba en la Asamblea General de la ONU de reestablecer un “fluido” diálogo con el gigante asiático de Arabia Saudita, ahora padece la finalización de las negociaciones debido a que los saudíes condenan su violento accionar en Gaza al tiempo que se solidarizaron con Palestina.

¿Y la “comunidad internacional"?

A pesar de que una cantidad importante de países en el mundo condenaron la acción de Hamas (sin antes haber condenado las infinitas acciones bélicas sionistas), lo cierto es que el ataque islamita se da en un contexto donde la “causa Palestina” viene de recibir apoyos sólidos y contundentes por parte de importantes naciones, sean del mundo árabe o hasta del “mundo occidentalizado”, lo que también da cuenta de que la “comunidad internacional” capitalizada y hegemonizada por Occidente, ya no es lo que era, como venimos sosteniendo en esta columna durante el corriente año.

En septiembre del 2022, la Asamblea General de la ONU votó a favor de una resolución que solicitó una opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia sobre la naturaleza de la ocupación israelí en territorios palestinos y sus consecuencias legales para los demás países. El documento contó con el aval de 87 países. A su vez, el presidente palestino, Mahmud Abbas, viene de conseguir el reciente apoyo del Grupo G77+China, bloque integrado por más de 130 países del Sur Global. También es importante destacar que países árabes -con estrechos lazos con Palestina-, tales como Irán y Arabia Saudita, ingresaron recientemente en el poderoso bloque multipolar BRICS+, que está reconfigurando el tablero geopolítico mundial a favor de una mayor democratización del comercio mundial  en beneficio de las naciones emergentes no alienadas con Occidente.

A partir del permanente bombardeo israelí sobre Gaza (el cuál destruyó universidades, hospitales, hogares y colegios), la causa palestina recibió apoyos en varios puntos del mundo, incluyendo masivas movilizaciones y expresiones en solidaridad en países como EE.UU, España, Alemania, Yemen, Irán, Portugal, Colombia, Chile, Marruecos, Egipto, Irak, etc.

Es evidente que la recomposición de las fuerzas políticas de la “comunidad internacional” no es la misma que durante otras escaladas bélicas entre palestinos e israelíes. La histórica dominación occidental en la misma Organización de las Naciones Unidas o en bloques comerciales de gran envergadura como el G20, que le ha permitido a Israel llevar a cabo crímenes de lesa humanidad con total impunidad internacional durante más de siete décadas, tiene ahora sus debilidades y limitaciones, lo que todavía no se traduce necesariamente en un freno de las hostilidades israelíes.

En este sentido, la propia Unión Europea debió retroceder sobre sus pasos con respecto a su decisión de cortar la “ayuda humanitaria” a Palestina tras las críticas posiciones expuestas por España e Irlanda al respecto.

Para Caviasca “el gobierno israelí está ejerciendo una presión militar y humanitaria fuerte, lo que puede llevar a una radicalización y polarización a nivel internacional a favor de Palestina. Incluso los países occidentales que apoyan a Israel pueden empezar a pedir negociaciones. Israel tiene un tiempo limitado para actuar, pero su situación no es sencilla y una limpieza étnica tendría un costo considerable”.

Sin embargo, Israel parece decidido a llevar su política de exterminio hasta el fondo, aún sabiendo que algunos de sus vecinos están dispuestos a tomar acciones en defensa de Palestina, como ya lo hizo Hezbolá en la frontera norte de Israel con el Líbano en el día de ayer, lanzando varios misiles guiados. Y como también lo podrían hacer los iraníes o los talibanes afganos, quienes reivindicaron el ataque de Hamas. Como contracara, cuenta con el apoyo irrenunciable de los Estados Unidos, con enormes intereses en una región en permanente disputa donde otras potencias como Rusia y China también se muestran preocupadas por la escalada, aún sin definir determinantes posiciones más que solidaridad con las víctimas palestinas.

El conflicto no empezó ayer ni terminará mañana. La única y lamentable certeza, es que una vez más, las armas reemplazan a las palabras y una población entera corre riesgo de exterminio total al tiempo que se puede desatar otra guerra regional que empeoraría la vida de miles de millones de seres humanos en el planeta. Otro triste y horrible capítulo en la historia de una humanidad asediada por el avance de posiciones ultraderechistas y fascistas  que -como hace un siglo atrás- intentan obtener beneficios propios a costa de la eliminación de las otredades. En todo caso, nunca está de más recordar que la exigencia de paz es un derecho tan o igual de importante que el derecho a  la resistencia y a la defensa.

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