Según informó el Instituto Nacional del Agua (INA), el río registra niveles por debajo de los límites de aguas bajas en varias ciudades de Entre Ríos. Se acerca a niveles tan bajos como en 1944, el año más bajo de la historia.
El Río Paraná atraviesa una bajante histórica que lleva alrededor de 4 años. Según informaron desde el Instituto Nacional del Agua (INA), se registraron alturas muy por debajo de los límites de aguas bajas en varias ciudades de Entre Ríos. La baja récord fue en 1944, pero aseguran que podríamos alcanzarla este año.
“Es alta la probabilidad de un agravamiento de la bajante en el río Paraná y con esa tendencia alcanzaría niveles similares a los registrados en el año más bajo de la historia registrada”, alertó el INA. Mientras tanto, la empresa Jan de Nul, que aún tiene a cargo la concesión de «Hidrovía S.A.», se encuentra realizando un sobredragado de casi 2 pies en la zona afectada.
Así, las sequías en Argentina, Brasil y Paraguay -que son el resultado de una constante deforestación- se suman a las intenciones de una empresa extranjera que no contempla que su accionar también atenta contra el planeta. En una publicación de Instagram, la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas informó: «desde la empresa belga pusieron 5 dragas a trabajar 24 horas al día. 7 días a la semana para sobredragar el río dos pies (50 cm.), todo para garantizar exportaciones en megabarcos».
Sobre la situación actual del Paraná, el INA informó que “no se espera una mejora sensible en los próximos meses”. Y que julio “será especialmente crítico, con afectación a todos los usos del recurso hídrico. Especialmente la captación de agua fluvial para consumo urbano”. En Paraná, el río presenta actualmente una altura de 22 centímetros. Es un total de 2,08 metros inferior al límite de aguas bajas (2,30 metros). Hubo un descenso de 93 centímetros en seis días.
La ironía de la hidrovía
La historia de la hidrovía termina siendo un circulo vicioso, en donde las acciones de empresas extranjeras terminan por propiciar problemas ambientales como las actuales sequías; las cuales luego serán el motivo de que esas barcazas de otros países encallen y no puedan comerciar sus productos. Así, queda demostrado que toda acción tiene sus consecuencias, tanto para los responsables como para la ciudadanía en general.
A raíz de la actual bajante, diversas embarcaciones encallaron en barro seco, además de una gran cantidad de peces que quedaron en la misma situación. A esto se le suma la falta de agua para consumo humano, problema que debió y deberá suplir cada municipio. No debemos olvidar que la población de peces del Río Paraná depende del cambio climático. Es por esto que la bajante del Paraná afecta a la reproducción y el crecimiento de los peces. Así, el comercio y la pesca se ven perjudicados por esta baja: es un ciclo sin fin.
A raíz de la actual sequía, nos encontramos con barcos cuyo cargamento es mucho menor que antes, para no correr riesgo de quedar varados. Esto significa pérdidas en la ruta comercial de la hidrovía, que propicia el 80% de las exportaciones argentinas. De nuevo, la actividad comercial no es mas importante que el cuidado del ambiente -al menos no para este medio- pero resulta irónico que quienes descuidan el Río Paraná terminen perjudicando sus propios negocios.
A pesar de querer evitar que los barcos encallen, esto ya ha sucedido en reiteradas ocasiones. Incluso, en 2019 se dio una situación similar a lo que pasó en el canal de Suez en marzo de este año, bloqueando la circulación por varios días.
En definitiva, el dragado del Río Paraná, sumado a la ampliación de la frontera agropecuaria en el norte Argentino, se constituyen como dos razones por las cuales el cambio climático sigue avanzando sobre nuestros ecosistemas. Y podemos verlo claramente en la preocupante sequía que amenaza al río actualmente.