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Cumbre y Contracumbre: la Amazonía en peligro de extinción

En un histórico encuentro en Brasil, representantes de los ocho países que comparten la Amazonía consensuaron metas y acuerdos para “evitar” el colapso de uno de los biomas naturales más importantes del mundo. Sin embargo, los pueblos indígenas amazónicos organizaron una cumbre paralela al ser ignorados por los organizadores del encuentro oficial. ¿Qué contradicciones hay […]

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En un histórico encuentro en Brasil, representantes de los ocho países que comparten la Amazonía consensuaron metas y acuerdos para “evitar” el colapso de uno de los biomas naturales más importantes del mundo. Sin embargo, los pueblos indígenas amazónicos organizaron una cumbre paralela al ser ignorados por los organizadores del encuentro oficial. ¿Qué contradicciones hay entre una y otra cumbre? ¿Qué se habló en ambas? Salvar el pulmón del planeta ¿fantasía o realidad?

De izquierda a derecha: Albert Ramdin (Surinam), Mark Philips (Guyana), Petro (Colombia), Lula (Brasil), Arce (Bolivia), Boluarte (dictadora de Perú), Delcy Rodríguez (Venezuela), Gustavo Manrique (Ecuador) en la Cumbre por la Amazonía.

En la ciudad brasileña de Belém Do Pará, durante los días 8 y 9 de agosto, se llevó a cabo la esperada IV Reunión de Presidentes de los Estados del Tratado de Cooperación Amazónica (OCTE), el “único bloque del mundo con visión socio ambiental”, creado en 1995.

Con el objetivo principal de evitar llegar a un punto de no retorno en lo que respecta a los elevados y alarmantes niveles de destrucción del bioma a través la mega minería legal e ilegal, el extractivismo de hidrocarburos, la deforestación y el avance de la frontera agroganadera, representantes de los ocho países amazónicos se reunieron y llegaron a firmar importantes acuerdos.

Sin embargo, a 14 kilómetros de donde se llevó a cabo el encuentro “oficial”, 600 indígenas amazónicos, representantes de distintos pueblos-nación, realizaron otro encuentro, ya que no fueron invitados por la organización de la “cumbre oficial”.

Paradójicamente, quienes viven hace miles de años en la Amazonía, protegen y garantizan la vida de la naturaleza, fueron aislados de toda participación política posible. Un mensaje preocupante que exhibe cómo los distintos gobiernos, progresistas y derechistas, omiten a las y los habitantes originarios de los territorios que gobiernan.

En la Cumbre por la Amazonía. no invitaron a los cientos de pueblos indígenas ancestrales. Foto: Ricardo Stuckert.

Caras y caretas

"Nunca fue tan urgente retomar la cooperación" fue lo primero que expresó el Presidente anfitrión, Lula Da Silva, quien en estos primeros meses de gestión realizó importantes avances en el cuidado de la Amazonía (entre enero y julio, la deforestación cayó 42,5 %, a 3.149 km2, contra igual periodo de 2022) al igual que en la articulación con los habitantes amazónicos originarios, por lo que llama notablemente la atención que los pueblos indígenas de Brasil no hayan sido congregados al encuentro.

Lula propuso tres importantes propuestas: impulsar una nueva visión de desarrollo sostenible en la región, que combine la protección de la naturaleza con empleos dignos al igual que la defensa de los derechos de la población amazónica que roza medio centenar de millones de personas.

Destacó el combate al crimen organizado, política que hasta el momento viene impulsando de manera exitosa con la persecución a la minería ilegal, negocio imperante en la amazonía brasileña. Con esta propuesta, abogó por el fortalecimiento institucional del OCTA.

Brasil y Colombia fueron los principales impulsores de la Cumbre por la Amazonía. Foto: Ricardo Stuckert.

En tercer lugar, afirmó su deseo de sentar una posición en conjunto respecto a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023 (COP28) que se celebrará en noviembre en Emiratos Árabes Unidos, un país sindicado como uno de los mayores responsables de generar las mayores emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el mundo, lo cual genera una grave contaminación a la capa de ozono.

No podemos aceptar un neocolonialismo verde que, bajo el pretexto de proteger el medioambiente, impone barreras comerciales y medidas discriminatorias, y no considera marcos normativos y políticas nacionales”, interpeló ante sus pares el Jefe de Estado brasileño.

Por otra parte, Venezuela, a través de su Vicepresidenta, Delcy Rodríguez indicó que los países amazónicos están obligados a reforzar su soberanía si se quiere preservar "el alma ambiental" del planeta. "No hay otro camino, tenemos que ser francos, hay grandes amenazas que no podemos eludir: la voracidad de los emporios transnacionales farmacéuticos y de alimentos, la tercerización de las funciones del Estado y las aspiraciones de la OTAN para garantizar la mercantilización de la cuenca amazónica", denunció.

En la Cumbre por la Amazonía. se discutió por el curso de agua más largo y caudaloso del mundo. Foto: Istock.

A su vez, la dictadora de Perú, Dina Boluarte (en lo que fue su primera salida del país) y sin vergüenza ajena ni propia, afirmó que “defiende” a una “democracia efectiva que incluya a los más vulnerables, entre ellos, los pueblos indígenas”. Desde que dió el Golpe de Estado a Pedro Castillo, setenta peruanos provenientes de distintos pueblos originarios fueron asesinados por protestar.

Por su parte, el representante de Ecuador, Canciller Gustavo Manrique, aseguró que la explotación desmedida de recursos es un sistema “fallido”. Sin embargo, el Gobierno del cual forma parte es sindicado como uno de los peores gobiernos en materia ambiental. Ecuador fue parte de esta cumbre sin mencionar el próximo referéndum a celebrarse el 20 de agosto, donde los ecuatorianos -además de elegir para Presidente-, votarán a favor o en contra del fracking en una reserva natural amazónica.

Los indígenas Waorani defienden el Yasuní, territorio que se someterá o no a explotación petrolera según lo defina el referéndum popular en Ecuador. Foto: Servindi.

Con una propuesta concreta, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, planteó una cooperación militar amplia que se activaría en la medida que haya hechos que impliquen acciones contra la vida de la Amazonía, con un funcionamiento parecido al que mantienen los estados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Asimismo, Luis Arce Catacora, Presidente de Bolivia, subrayó la importancia de que no se permita la instalación de bases militares yanquis ni europeas en la región:

"Es una estrategia para EE. UU. la instalación de bases militares en la región. Nos debe llamar la atención esa misión. También es preocupante que Europa esté en la misma posición".

Acuerdos y desacuerdos amazónicos

El resultado de la Cumbre quedó plasmado en la “Declaración de Belém”, cuyo documento -firmado por todos los países- consta de 113 puntos y establece una nueva agenda común de cooperación regional a favor del desarrollo sostenible de la Amazonía.

Entre los consensos más importantes se destacan:

  • Refundación de la OTCA como la plataforma prioritaria de acción conjunta en la región amazónica
  • Lanzamiento de la Alianza Amazónica de Lucha contra la Deforestación
  • Revitalización del Parlamento Amazónico
  • Creación de mecanismos financieros para promover el desarrollo sostenible
  • Nacimiento de la Coalición Verde, organismo bancario entre el Banco Nacional de Brasil y el Banco Interamericano de Desarrollo, para microcréditos destinados a emprendimientos en la Amazonía (incluye a 19 bancos públicos de desarrollo de países amazónicos).

El principal desacuerdo fue la explotación de hidrocarburos, ya que Brasil y Venezuela se opusieron a la propuesta de Colombia de prohibir cualquier actividad como el fracking en la selva amazónica. Por lo pronto, todos se comprometieron a “iniciar” un diálogo sobre la sostenibilidad de sectores como la minería y los hidrocarburos.

Contra cumbre por la amazonía. Foto: Amazonia Real.

Críticas indígenas y ambientales

El periodista brasileño Eduardo Nunomura, sostuvo que en la declaración de Belém “quedaron por fuera metas de deforestación cero en común o una señal de veto a la exploración petrolera en la región. La reunión de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) fue histórica mucho más por la reunión, que no se había realizado hace 14 años, y menos por los resultados que pudo traer en el corto y necesario espacio de tiempo”.

Marcio Astrini, director ejecutivo del Observatorio del Clima, una red que congrega a más de 70 organizaciones ambientalistas en Brasil, señaló que “no es posible que, en un escenario como ese, ocho países amazónicos no consigan poner en una declaración en letras mayúsculas que la deforestación (en la Amazonía) tiene que ser cero y que explotar petróleo en la mitad de la selva no es una buena idea”, agregó.

La Amazonía es el bosque tropical más grande del mundo, contiene el 10% de la biodiversidad mundial. Foto: Wikimedia Commons.

A su vez, alrededor de 600 indígenas de la cuenca amazónica se reunieron a 14 kilómetros del encuentro “oficial”, organizaron una contracumbre debido a la negación a su participación en el foro amazónico suramericano.

“No fuimos invitados, pero vinimos a Belém, porque nuestra lucha está hecha de resistencia”, protestó Toya Manchineri, coordinadora general de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (Coiab).

Esto ya lo esperábamos, porque ya habíamos escuchado al presidente manifestarse a favor de la exploración petrolera. Ya estamos sufriendo los impactos de la explotación de esta exportación”, dijo la cacica Renata Lod, del pueblo Galibi Kali'na, de la Tierra Indígena Galibi, en Amapá, al periódico Amazonía Real.

En un documento final, firmado por más de mil indígenas, se exigió a los países amazónicos la criminalización del contacto forzado con los pueblos que viven voluntariamente de manera aislada en la selva. Se estima que son 185 tribus repartidas a lo largo y ancho del mayor bosque tropical del mundo.

Los indígenas aislados deben ser respetados. Foto: Internet.

Además, exigieron que se demarque de manera urgente las tierras indígenas y la no aprobación del plazo, como forma de garantizar el bienestar de los pueblos originarios, la protección del bioma y por consiguiente el bienestar climático, social y ambiental de las más de 50 millones de personas que residen en la Amazonía.

Sin embargo, los reclamos de los habitantes más antiguos del territorio amazónico no fueron escuchados por las autoridades suramericanas involucradas.

¿Cómo “salvar” al Amazonas cuando se invalida la opinión de sus primeros guardianes? ¿De qué transición “verde” se habla cuando no se prohíbe la explotación petrolera? ¿Se puede evitar su colapso ambiental sin firmar la deforestación “0”?

El Amazonas está en peligro de extinción, y si bien la Declaración de Belém es un paso importante, habrá que esperar a que se haga realidad y no quede todo en una foto con sonrisas y manos entrelazadas.

Con la vida no se juega.

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