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Varones, ¿damos la atención necesaria al cuidado de nuestra salud?

Traemos una recopilación de datos (duros y blandos) relevantes a la hora de armarnos de forma positiva. La salud se pone en el eje, tanto física como mental y colectiva, no individual. También las implicancias que tiene la falta de autocuidado para otras personas. Los varones no damos tanta preponderancia al cuidado de nuestra salud, […]

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Traemos una recopilación de datos (duros y blandos) relevantes a la hora de armarnos de forma positiva. La salud se pone en el eje, tanto física como mental y colectiva, no individual. También las implicancias que tiene la falta de autocuidado para otras personas.

Rambo se curaba las heridas con pólvora. Eso es autoflagelo, no una forma de cuidarse.

Los varones no damos tanta preponderancia al cuidado de nuestra salud, es un hecho. El crecer en base a modelos de masculinidad hegemónica nos impone ciertas demandas sobre la autonomía, la independencia y el no pedir ayuda. 

Por esto es que distintas estadísticas demuestran que los varones visitan menos a especialistas de la salud y que menosprecian la salud mental. En fin, que hay que bancársela para demostrar testosterona, hay que guardarse emociones y no ser vulnerables.

Ahora, este hacer para afuera, tiene consecuencias negativas para el adentro, y para las personas que nos rodean. Resulta conveniente poner en relieve ciertas cuestiones y estadísticas que apuntan a estos hechos.

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Datos sobre mortalidad

"En el campo de la salud, es esencial contar con una perspectiva de género relacional que compare la situación de hombres y mujeres, y que dé cuenta de cómo dichas situaciones se influyen mutuamente. Hay que recordar que las mujeres cargan con el diferencial de riesgo que suponen los diversos problemas asociados a su condición femenina".

“Masculinidades y salud en la Región de las Américas” de 2019 realizado por la Organización Panamericana de la Salud. 

Dada esta comparación es que el estudio sintetiza las consecuencias de la socialización masculina y explicitan que resulta útil el concepto de masculinidad como factor de riesgo para la salud. Pero no sólo la salud de uno, sino la salud colectiva, que involucra a otras personas.

Se define a esta "masculinidad hegemónica" como "un esquema culturalmente construido en el que el varón es primordialmente dominante. Este modelo sirve como base para discriminar y subordinar a las mujeres y a otros hombres que no se adaptan a este modelo o no lo pueden alcanzar. Esta masculinidad hegemónica da lugar a prácticas de género que refuerzan la legitimidad del patriarcado y garantizan la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres. Así, no solo oprime a las mujeres sino también a otras masculinidades a las que se subordina en virtud de su edad, clase, raza, orientación sexual, etcétera (Figueroa, 1998)".

Realizada la aclaración, el hombre conformaría una tríada de riesgo: 

  • Hacia las mujeres y los niños (violencia, abuso de sustancias psicoactivas, infecciones de transmisión sexual, embarazos forzados, paternidad ausente, falta de corresponsabilidad en el hogar, femicidios).
  • Hacia otros hombres (accidentes, homicidios y otros).
  • Hacia sí mismo (suicidio, accidentes, alcoholismo y adicciones, y enfermedades psicosomáticas)”.

Ahora bien, ¿Cómo se relaciona la mortalidad en estos casos? Sobre el primer apartado, no vamos a hacer énfasis aunque que sea donde debe estar el foco. Un recorrido corto por nuestra página, resulta ejemplo de cómo los hombres somos un riesgo a través de las distintas expresiones de violencia contra las mujeres y niñeces (física, simbólica, psicológica, política, económica, etc).

Sobre el segundo y tercer apartador hay que explicitar que esa “vulnerabilidad” de las masculinidades (o simplemente, exposición a mayores problemas relacionados con la salud a partir de los modelos hegemónicos), genera que la mortalidad de las masculinidades llegue antes que la de las mujeres.

Acá podemos profundizar en ese esquema hegemónico en donde ser hombre, supone agresividad, competitividad, conductas violentas y temerarias en la conducción de vehículos, las relaciones familiares y la sexualidad, así como las adicciones, por citar ejemplos.

Este sistema patriarcal y los modelos hegemónicos también nos afectan. Y existen factores sociales que acentúan estas problemáticas.

“Aunque en el mundo nacen más niños que niñas (105 por cada 100), esta proporción se invierte entre los 30 y los 40 años de edad y se incrementa (y casi duplica) a partir de los 80 años (190 mujeres por cada 100 hombres). Las mujeres conforman la mayoría de los adultos mayores en todos los países del mundo. Una constante de la Región de las Américas es que existe un diferencial en la esperanza de vida al nacer (EVN), con un promedio de 5,8 años más para las mujeres y una varianza de 4 a 7 años. Esto concuerda con la esperanza de años de vida saludable (EVISA), que muestra un diferencial de 4 años a favor de las mujeres”.

En estadísticas que presentan, se indica que hacia los 10 años empieza a haber un rápido incremento de las muertes masculinas debido a accidentes de tránsito, homicidios y ahogamientos. 

Vamos con más datos: “En la adolescencia y la edad adulta temprana, la mortalidad masculina llega a duplicarse e incluso a triplicarse. Lo que más llama la atención es el salto en la mortalidad en la población masculina joven a partir de los 15 años. Predominan claramente las causas violentas de muerte (homicidios, accidentes y suicidios) y una mortalidad de cuatro a siete veces mayor que la de las mujeres jóvenes”.

También hay que poner de relieve lo que señala el informe: a partir de los 15 años se evidencia el componente masculino en una de las principales causas de muerte de las mujeres: femicidio (Registro Nacional de Femicidios: en Argentina, hay una muerte violenta cada 26 horas).

En esta nota no se busca victimizar el ser varón, sino poner en tensión el hecho de que la masculinidad hegemónica genera formas de socialización negativas para la salud colectiva, un factor que se suma a la falta de autocuidado. “Uno de cada cinco hombres, muere mucho antes de que se cumpla su EVN” (antes de los 50 años).

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La importancia de nuestra salud mental

En este sentido, queremos recuperar ciertos aspectos que resultan necesarios a la hora de pensar en el autocuidado de cualquier persona.

Pero, ¿qué es el autocuidado? Básicamente, reconocer las necesidades físicas, mentales y emocionales propias, con el fin de analizarlas para tomar las mejores decisiones que contribuyan a nuestro bienestar. El objetivo: mantener el equilibrio con nosotros mismo y nuestro entorno (Nogues, 2021).

Si bien el autocuidado es una cuestión común a todas las personas, dentro de la masculinidad hegemónica, se entiende que los hombres no sabemos atendernos por nosotros mismos, y que en esa presión social, no lidiamos con nuestras emociones apoyados en otros. ¿Con cuántos amigos hablás sobre cómo te sentís, lo que te está generando tristeza, ansiedad, depresión o estrés? La idea es siempre mostrarse bien, firme, entero.

Meme robado a @varonantipatriarcal

Si lo hacemos, es más normal recurrir a mujeres, que a amigos hombres. En este sentido, hay que normalizar el necesitar ayuda al reconocer nuestras emociones. 

También existen problemas que necesitan consultarse con especialistas, como en el caso de la depresión. Es así, que desde la página demachosahombres indican que si reconocés como constantes algunas de estas señales deberías consultar con especialistas:

  • ¿Te cuesta trabajo concentrarte incluso en tareas sencillas como leer o ver televisión?
  • ¿Has sentido que te defraudás a tí mismo, o a tu familia?
  • ¿Has tenido falta de apetito, o por el contrario, has comido demasiado últimamente sin razón aparente?
  • ¿Te sientes cansado o te quedás sin energía súbitamente?
  • ¿Te cuesta mucho conciliar el sueño, o duermes mucho más de lo habitual?

Tampoco te hagás la vístima

Si bien lo comentado lleva a una comprensión de que los mandatos de las masculinidades también nos afectan y, en el tema de la salud bastante, no estamos yendo a recortar tanto la realidad como para decir que somos quienes más sufren en este esquema. 

Dice Agustina Paz Frontera en una columna para el Cohete a la Luna: “Si el foco de atención a la hora de pensar el vínculo con la salud está en los denominados “costes de la masculinidad”, hay que tener cuidado de no caer en una victimización de la masculinidad”.

Clave ¿Porqué? Porque como marcamos en el primer apartado, la falta de autocuidado tiene consecuencias en otros, en un aspecto relacional. “Rara vez se pone el foco en cómo esas carencias repercuten en el entramado de cuidados familiar y comunitario, especialmente cómo la falta de cuidado de los varones (en especial hétero y cis) recae sobre las mujeres y otras identidades feminizadas” continúa Paz Frontera.

Entonces, además de pensarnos y ver cómo nos sentimos físicamente y emocionalmente, nuestro propio cuidado es el cuidado colectivo. ¿A cuántas personas expusiste a una gripe por no quedarte en casa ese día que te levantaste medio resfriado?¿Pensaste en tu vínculo/pareja a la hora de hacerte exámenes de ETS?¿Si te pegas un palo andando en la moto y no la contás, ¿qué onda la familia y amigues?

De esas, tengo como 25 más para poner de ejemplo, pero la pregunta a la que quería llegar es la que hizo en su columna Agustina: “¿puede un varón (héterocis) aprender a cuidar-se-nos?

La respuesta es: más vale que sí. Pero como todo, conlleva una responsabilidad para con uno y para con la sociedad, a la que no hay que escapar. Andá a sacar el turnó al médico, psicólogo o especialista de la salud que necesites porque te "molesta algo". Andá a hablarle a tu amigo, decile “no ando muy bien” y contale qué te pasa. 

Pero registrá lo que te pasa. Cuidate y así cuidás a todos. La salud es colectiva.

Ramiro Quintanilla

Dedicado a la redacción por la tarde en la cooperativa. Comunicador. Me interesa lo político, el ambiente, los pueblos originarios, la salud mental, la cultura y creo que antes de decir hay que aprender a preguntar, o no?
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