Villarruel y los derechos humanos, negacionismo de familia
En el debate de candidatos a vicepresidentes, Agustín Rossi le recriminó su vínculo con genocidas. Villarruel respondió que realizó entrevistas para hacer un libro y "conocer la historia completa". A esta "historia" ya la conocemos: la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza pretende establecer la teoría de los dos demonios y Argentina ya dijo […]
Por Ramiro Quintanilla | 09/27/2023
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En el debate de candidatos a vicepresidentes, Agustín Rossi le recriminó su vínculo con genocidas. Villarruel respondió que realizó entrevistas para hacer un libro y "conocer la historia completa". A esta "historia" ya la conocemos: la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza pretende establecer la teoría de los dos demonios y Argentina ya dijo Nunca Más.
Mucho que hablar da la postura sobre los derechos humanos de Victoria Villarruel, quien se apunta como una defensora activa de ellos. Las críticas de los actores representativos de los DDHH caen sobre ella por negacionista y amiga de los genocidas.
Incluso en el debate de candidatos a vicepresidentes, utilizó repetidamente la palabra "terroristas" refiriéndose a la organización Montoneros únicamente, pero nunca utilizando el concepto respecto a los militares responsables de las torturas, muertes y desapariciones de la última dictadura militar en Argentina.
Allí, Agustín Rossi -candidato a vicepresidente por Unión por la Patria- le reclamó por sus reuniones con Videla, con Etchecolatz (con el fin de preparar las defensas ante los juicios por crímenes de lesa humanidad de 2006), con Cozzoni (mano derecha de Etchecolatz) y con Alberto González (represor de la ESMA), a lo que la candidata de La Libertad Avanza se refirió a ellos como "algunas de las personas condenadas o imputadas por lesa humanidad".
No es casual el discurso de Villarruel viniendo de una familia que participó del genocidio. Su padre, Eduardo Marcelo Villarruel, cumplió funciones en Campo de Mayo, donde funcionaron, al menos, cuatro centros clandestinos.
También fue parte del Operativo Independencia interviniendo en "la lucha contra la subversión, tanto en ambiente urbano como rural" llevado a cabo en Tucumán en 1975, y donde se asentó el primer centro clandestino de detención del país, “La Escuelita” de Famaillá, lugar en el que estuvieron secuestradas 3.000 personas. Por este motivo, el padre de Villarruel obtuvo el diploma de honor firmado en mayo de 1976 por el genocida Antonio Domingo Bussi, por entonces jefe de la V Brigada de Infantería.
También participó de la Guerra de Malvinas, fue el segundo jefe de la Compañía de Comandos 602, detrás de Aldo Rico. Fue prisionero de los ingleses. En 1983, con el retorno de la democracia, trabajó en la Secretaría General del Ejército dentro del Departamento de Comunicación Social.
Por su parte, Victoria Villarruel fue parte de distintas agrupaciones que buscaban defender a los asesinos de la última dictadura militar.
Como ejemplo, fue parte de Asociación Unidad Argentina (Aunar), conformada en 1993 por Fernando Exequiel Verplaesten, exjefe de inteligencia del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo que terminó condenado por crímenes de lesa humanidad. Se presenta como "una ONG que lucha por el conocimiento de la historia completa de nuestra Patria".
También conformó "Memoria Completa", otra agrupación que considera que los juicios de lesa humanidad fueron "ilegales y arbitrariamente sacados de contexto y de sus fueros".
Además, integró Jóvenes por la Verdad, "que no ocultaba su empatía con los represores de la última dictadura e incluso juntaba cartas de aliento cuando estaban presos –tal fue el caso del marino Ricardo Cavallo, detenido en España" según Página 12.
Actualmente, es presidenta de CELTYV, Asociación Civil de Argentina que lucha por el reconocimiento de los DDHH para las víctimas del terrorismo de los 70. Por como están concebidas, son todas asociaciones que niegan u omiten el terrorismo de estado.
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Todos los discursos provenientes de Villarruel pretenden, en mayor o menor medida, equilibrar el terrorismo de Estado a la violencia de los grupos revolucionarios en un contexto represivo, dando pie así, no sólo la dictadura sino también la afamada pero injustificable "teoría de los dos demonios".
En palabras simples, Villarruel es simplemente negacionista y su visión nada tiene que ver con los derechos humanos. Escucharla o dialogar con los discursos que propone genera rechazo, pero resulta necesario: ante el amplio lugar que se le dan en la agenda mediática; para reivindicar las luchas en materia de derechos humanos en Argentina que lograron la encarcelación de genocidas y la restitución de cientos de nietos apropiados por los militares; y para reafirmar los consensos sociales construidos que nos permiten transitar un período de 40 años de democracia ininterrumpidos.
La preocupación ya no es empírica: nadie espera que Villarruel ponga a los militares en las calles; la historia y la lucha de derechos humanos en Argentina, lo impediría. Pero sí es discursiva, porque la candidata a la vicepresidencia pretende rehabilitar debates que se han zanjado en nuestra sociedad: no queremos una sociedad violenta, mucho menos una donde se justifique el terrorismo de estado.
Eduardo Luis Duhalde dijo que es preciso dejar claramente establecido, porque lo requiere la construcción del futuro sobre bases firmes, que es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas como si fuera posible buscar una simetría justificatoria en la acción de particulares frente al apartamiento de los fines propios de la Nación y del Estado, que son irrenunciables.
Néstor Kirchner en el prólogo de Nunca Más de las ediciones entre 2006 y 2016.
