Internacionales

Tarea fina en Ecuador

Ante un creciente contexto de violencia política armada y el entrismo narco en las arcas estatales cada vez más consolidado, el balotaje -entre la candidata progresista Luisa González y el candidato liberal Daniel Noboa- definirá no solo el destino de millones de ecuatorianos sino también el rol de Ecuador en un contexto regional e internacional […]

🕒  4 minutos de lectura

 | 

Ante un creciente contexto de violencia política armada y el entrismo narco en las arcas estatales cada vez más consolidado, el balotaje -entre la candidata progresista Luisa González y el candidato liberal Daniel Noboa- definirá no solo el destino de millones de ecuatorianos sino también el rol de Ecuador en un contexto regional e internacional marcado por múltiples crisis. ¿Qué está en juego realmente? 

Pese al alarmante contexto de violencia política armada, millones de ecuatorianos ejercieron su derecho a voto ante un sistema político viciado por la corrupción, el lawfare y el narcotráfico. 

Al igual que hace dos años atrás, el correísmo obtuvo una importante victoria en la primera vuelta. La única fuerza política de centro-izquierda que disputa la contienda electoral, representada por la progresista y católica Luisa González, fue la opción más elegida. 

Te puede interesar: "CONAIE: "Estamos en un punto de quiebre desde lo ambiental"

En este sentido, el espacio liderado por el ex presidente Rafael Correa (hoy exiliado y perseguido político del actual gobierno) conserva un tercio leal que sin embargo no logra levantar su techo, aún en una coyuntura de creciente indignación frente a la actual gestión. 

El escenario del 2021 tiende a repetirse en lo que respecta a una polarización entre el progresismo y el neoliberalismo pero ahora con el agravante de una institucionalidad democrática cercenada, ya sea por el cierre del Congreso o por el miedo de la población a vivir ante una realidad donde la violencia armada acosa a una cotidianidad ya herrumbrada por la crisis económica.

Del otro lado, una sorpresa a medias: Daniel Noboa, miembro de una familia “real”, dueña de un conglomerado de 100 empresas que monopolizan el mercado nacional alimenticio, inmobiliario y de transporte, se posicionó -a contramano de las encuestas- como el candidato que disputará el balotaje contra Luisa. 

Tarea fina

Más allá de los valiosos 10% de diferencia entre el correísmo y la opción neoliberal más votada, la elección definitiva del 15 de octubre puede darse para ambas candidaturas.

El desafío para el correísmo es grande: atraer los votos del indigenismo que sufrió una magra respuesta electoral debido a los conflictos internos entre su movimiento (CONAIE) y su brazo político (Pachakutik), y a la vez los votos de los demás sectores que confiaron en candidaturas cuyas ideas son en gran parte antagónicas al ideal progresista.

La pregunta del millón es: ¿Cómo?

Ante un debate político corrido casi exclusivamente hacia el eje “inseguridad/seguridad”, con una victoria del “manodurismo” sobre una disputa discursiva y cultural que a las izquierdas latinoamericanas tiende a debilitarlas, tal como sucedió en esta elección cuyos resultados están a la vista. Antes del asesinato de Villavicencio, desde el correísmo aseguraban que Luisa ganaba en primera vuelta. Luego del terrible suceso, las otras candidaturas se apoyaron en un discurso derechista que trasciende fronteras: más armas, más policías, más financiamiento al Ejército, etc. 

Por el otro lado, la apatía hacia la clase política también beneficia a Noboa, quien al igual que la mayoría de las otras candidaturas, se presenta no sólo como un “outsider” sino también como el “enemigo” de un establishment que paradójicamente lo ha parido. En esto contrasta con Luisa quien es política de carrera, ex legisladora y ex funcionaria de Correa. 

La tarea es fina y es mucha. Entre realizar alianzas con sectores políticos conservadores así como empresariales -tal como hicieron otros dirigentes progresistas tales como Boric y Lula-, y “derechizar” su discurso sin resentir a sus bases, asumiendo el costo de resignar grandes transformaciones sociales y hasta en muchos casos el propio proyecto político tal como sucedió con Lenín Moreno, Luisa y el correísmo se ven ante una encrucijada que no quieren perder otra vez.

Está en juego no sólo el vivir de millones de ecuatorianos sino también la posibilidad remota de frenar lo que algunos analistas políticos definen como la “colombianización” del Ecuador, es decir, la consolidación de un “Estado narco“ cómplice y responsable de violar sistemáticamente los derechos humanos y políticos de las grandes mayorías al mismo tiempo que cercena el propio sistema demcrático a favor de intereses extranjeros y antipopulares.

Ecuador define su historia y a la vez, el rol que ocupará en una Latinoamérica donde las fuerzas progresistas recuperan poderes políticos en muchos casos desguazados y limitados en cuanto a su accionar frente a los poderes reales, nacionales e internacionales.

La pelea está abierta.

Enterate acá
Enterate acá

Relacionado

Enterate acá

Más de lo último