El próximo domingo millones de ecuatorianos y ecuatorianas, además de elegir al futuro presidente, tendrán que posicionarse en un referéndum sobre la explotación minera en dos de las reservas naturales del país. El Resaltador dialogó con José Gualan, del pueblo originario Saraguro, miembro CONAIE, sobre las consecuencias socio ambientales que deja el modelo extractivista en territorios indígenas y la importancia de la participación popular en estas decisiones.
“Llegamos a los referéndum luego de mucha lucha y porque estamos ante un punto de quiebre desde lo ambiental” sostiene José Sarangao Gualan, del pueblo Saraguro, estudiante de sociología política en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y activista de la CONAIE.
El próximo domingo, Ecuador elegirá al próximo Jefe de Estado y también si se explota o no la reserva natural Yasuní y el Chocó Andino, dos de los pulmones verdes más relevantes del país.
Para José, el adelanto de las elecciones opacó la campaña que busca el “SÍ” ante la pregunta que estará presente en el referéndum sobre si se avanza en la explotación petrolera a través del fracking en la selva amazónica (hogar del pueblo waorani) y también si la megaminería de oro puede hallarse lugar en el Chocó Andino, selva ubicada en cercanías a la ciudad de Quito.
Es desde el año 2008 que la CONAIE viene exigiendo la consulta popular sobre el extractivismo en territorio amazónico, hogar ancestral de cientos de pueblos indígenas. Sin embargo, a entender del activista, las grandes empresas han logrado que la respuesta a la demanda llegue 15 años después.
La campaña a favor de la explotación ha copado los principales medios de comunicación, que, en sintonía con los empresarios locales y extranjeros del rubro petrolero y minero, se basa en una campaña de miedo. “Nos dicen que sin explotación del Yasuní, Ecuador se va a quedar sin recursos públicos, pero sabemos que el ‘boom’ petrolero nunca trajo desarrollo, ni a los pueblos indígenas ni a los demás pueblos, sólo mayor pobreza y desalojo de las comunidades que viven cerca de los pozos”, denuncia.
Sentar un límite urgente
A pesar del permanente reclamo indígena, el Parque Nacional Yasuní es explotado al día de hoy por la empresa petrolera nacional “PetroEcuador”, con graves denuncias de corrupción y delitos ambientales. Además, por este territorio amazónico también han pasado gigantes como Shell, Repsol, Chevron-Texaco y Sinopec.
Por ende, lo que se busca proteger es un área grande que representa el último territorio selvático del Yasuní sin ser explotado, es decir, el bloque 43.
“Intentamos sentar un precedente histórico en el Ecuador, queremos que el petróleo quede bajo la tierra. Nos dicen que sacaremos dinero de allí cuando somos un país eminentemente agrícola. Es una visión cortoplacista y mentirosa la que nos ofrecen los empresarios, ya que prioriza el extractivismo antes que la agricultura, la industria, la tecnología, no estamos viendo más allá de lo que queremos a futuro, el petróleo se agota en unos años, no es parte de una visión economicista y sustentable a largo plazo”, remarca José.
Para el estudiante, desde el movimiento indígena se propone ver a la economía ecuatoriana como un conglomerado más allá de la extracción:
“Hay que volver la mirada al campo, a las pequeñas y medianas economías que han sido abandonadas siendo que son quienes brindan al pueblo alimentos, sustentando a un 80% de la población ecuatoriana mientras que de la megaminería solo vive un 10% de la población”.
Con respecto al Chocó Andino hay diez concesiones mineras esperando el referéndum para explotar o no el oro hallado en este bosque clave para el equilibrio ambiental de la ciudad de Quito.
“Hemos llegado a un punto de quiebre y la decisión estará en nuestras manos de aquí en adelante. Si gana el sí podremos seguir luchando para conservar los territorios indígenas que es donde se dan las mayorías de las conceciones” asegura José.
Vivir indígena vs desarrollo transnacional
“Tenemos grandes expectativas de ganar porque hemos hecho un gran trabajo comunicacional. Tenemos muchas llegadas a las bases y también a las periferias de las grandes ciudades ecuatorianas amazónicas.” expresa Gualán.
Para José, la salida tanto al modelo extractivista como a la creciente violencia armada y polìtica que azota al país hace dos años, tiene que ser una solución como la que representan las mismas comunidades:
En las comunidades originarias, José asegura que no hay violencia ni inseguridad porque están organizados y no permiten que se filtren estas dos grandes problemáticas que se padecen más en las grandes urbes. Para solucionar el problema hay que tomar políticas que ataquen a este desde la misma raíz, entiende el estudiante:
“No hay políticas que permitan que los niños y jóvenes no entren en esa espiral de violencia y mafias, no hay oportunidades para la misma juventud en el Ecuador, es allí cuando se debe atacar al problema, y no dar más armas a las policías para que se maten entre sí con las pandillas, Lasso legalizó la tenencia para que nos matemos entre nosotros, los candidatos solo piden armas y más cárceles, pero esa no es la solución, no se puede enfrentar la violencia con violencia, sino con salud, educación, inversión social, y oportunidades para las personas vulnerables para ser captadas por esas mafias, que están hoy en día permeando por dentro de todo el Estado”
Las poblaciones saben la verdadera cara del petróleo. Chevron Texaco, por ejemplo, contaminó miles de hectáreas de bosque, todas las plataformas ahora abandonadas, no son tratadas luego con proyectos de remediación ambiental.
“Nos hablan de desarrollo pero las comunidades aledañas a los pozos no tienen caminos, no tienen vías ni escuelas, no podemos hablar de economía de desarrollo cuando no se desarrolla la vida de las comunidades” finaliza el integrante del pueblo Saraguro.