Resaltadas

Llorar desde la cima de la felicidad

Afuera el mundo se cae a pedazos, adentro suena sin parar una canción: una mujer llora, recuerda y baila en el refugio que le construyó la soledad. Esa mujer podría ser una peluquera que sueña con pelucas y con la muerte, o un pombero que desea a otro pombero. Por Cristian Montú Bailando a la […]

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Afuera el mundo se cae a pedazos, adentro suena sin parar una canción: una mujer llora, recuerda y baila en el refugio que le construyó la soledad. Esa mujer podría ser una peluquera que sueña con pelucas y con la muerte, o un pombero que desea a otro pombero.

Fuente: Pinterest

Por Cristian Montú

Bailando a la nada / Ninguna ambición / Cayendo en picada… Suena de fondo Juliana Gattas cantando su nueva canción, en una reproducción en loop que podría no acabarse nunca. La canción es un conjuro melódicamente pop, una trampa nostálgica en la que da gusto ir perdiéndose: Siempre me preguntan / ¿Qué se siente llorar desde la cima de la felicidad? 

En simultáneo, sobre la mesa, un poemario que podría ser con toda tranquilidad la radiografía poética de un pueblo cualquiera de la llanura pampeana. Un pueblo donde cada existencia parece estar determinada por un ring de boxeo, al que uno decide subirse o es empujado así sin más. Una adolescente vive el último verano antes de partir. Atrás van a quedar las amigas, los compañeros de clases, los chicos lindos, las siestas opresivas y la monotonía inamovible. 

Mientras el calor del verano cuece y resquebraja la tierra, chicos y chicas se unen en un ritual de despedida: “Brillamos al sol, nuestra piel / es nueva y lo sabemos. / Si nos vieras desde arriba entenderías: / jóvenes y dorados / listos para huir.” Lejos (pero no tanto) de ahí, un grupo de hombres construye la ruta que quizás les permita escapar del pueblo.

Italó es el poemario en cuestión y fue escrito por la poeta Paulina Cruzeño. Apareció en 2018 publicado por Hiedra Editora, una editorial cordobesa que desde su comienzo plantea la necesidad de ir abriendo y ocupando nuevos espacios como lo haría una hiedra: “Miramos hacia adelante con los pies juntos para reptar.”

En el manifiesto editorial hay un reclamo que prevalece: si la palabra está en crisis, deben ser los autores quienes emerjan desde las orillas y los centros para reproducirla y difundirla. Escritores emergentes poniendo sus versos y sus textos más variados, corriendo el eje de lo que se espera de la literatura.

El Pombero

En abril de este año se publicó Pombero (Editorial Páginas de Espuma, 2023) un libro que fue finalista del VII Premio Ribera del Duero y que recoge siete cuentos de la escritora Marina Closs, nacida en Aristóbulo del Valle (Misiones) en 1990. Marina empezó estudiando cine pero se cambió de carrera y se recibió de licenciada en Letras por la UBA. Y es también becaria doctoral del CONICET. 

Cada cuento es un compendio de las voces del territorio natal de la autora y sus influencias sobre personas, personajes populares y paisajes.“...es mejor no pronunciar mi nombre. Dejo una estela de miedo a mi paso, una estela de gente que mira y escucha. Cuando el Pombero pasa, las hojas que estaban volando se pegan a él y andan, como si tuviesen un alma.” advierte a hombres, mujeres y niños el protagonista del cuento que da título al libro. El Pombero se pasea por el límite peligrosamente confuso donde termina la civilización y comienza la barbarie. La voz del temible personaje, aunque gutural y tenebrosa, está cargada de poesía.

"Pombero" de Marina Closs -  Fuente: Foto de archivo.

Los cuentos parecen estar atravesados también por un deseo de (re)construir las identidades de sus protagonistas desde el reflejo que devuelve el espejo distorsionado de la sociedad. Dunka es apenas una niña que ha sido entregada en matrimonio a un hombre mayor que la espera cada día a la salida de la escuela primaria bajo la atenta mirada de compañeros y compañeras; María Das Luzes es una niña que crece para convertirse en una joven atractiva que tiene el poder de obtener lo que quiera de los hombres pero no  puede cumplir su deseo más profundo: ser madre. La desdichada María se pregunta entonces: “¿Será que soy demasiado puta?” 

En Lo otro la acción transcurre en la peluquería de Rosita, una mujer trans que huyó de la casa familiar para vivir a gusto entre pelucas y maquillajes. Las mujeres del pueblo la buscan porque saben de su talento para arreglar cabelleras maltratadas. Rosita ama con locura las pelucas y le teme a las enfermedades que aquejan hasta matar por eso cada noche se duerme maquillada: “Hay gente que, por miedo de verse la cara de noche, se va a dormir maquillada. Hay gente, como yo, que se pinta los ojos al acostarse.”

Despacio

Los primeros poemas que leí de Franco Rivero fueron gracias a los posteos que compartía Camila Sosa Villada en redes, y fue así que llegué a su poemario Disminuya velocidad (Editorial Deacá, 2019) que obtuvo el primer premio en el concurso que organiza anualmente el Fondo Nacional de las Artes. Franco nació en Ituzaingó (Corrientes) en 1981, es profesor de Lengua y Literatura, licenciado en Letras y doctorado en Semiótica.

"Disminuya velocidad" de Franco Rivero -  Fuente: Foto de archivo.

Los versos le hablan al paisaje y al territorio pero también miran de frente al deseo que se esparce como feromonas de animales salvajes por el aire. En la representación de la naturaleza dice el yo poético: “hay hoy / un perfume / nuevo / sos vos”  y se reconoce y se planta ante lo que siente: “pero no soy una campesina joven / virgen / sino el pombéro / que desea / a otro pombéro.”

Los poemas de Franco son el vehículo que usa para viajar desde los recuerdos nostálgicos de la infancia hacia la soledad de la adultez fuera del hábitat natural: “mi soledad me vuelve afín / me pone en la misma dirección / que el campo.” Y la llave de entrada a ese mundo donde pasado y presente se confunden, está dada por el lenguaje poético que se construye como una medianera lingüística entre el castellano y el guaraní.
El poemario está cubierto por una fina película de nostalgia y melancolía, pero sobre esa capa hay otra más notoria y reconfortante: la aceptación (que en ningún caso deberíamos confundir con la resignación) ante el paso del tiempo y los hechos… “desde la lluvia voy a llamarte / ya ni te quiero / pero / qué lindo aquel día.”

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