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El velo, símbolo de lucha y resistencia

Poco más de un mes ha pasado desde el asesinato de Mahsa Amina, luego de ser detenida por no usar adecuadamente el velo que cubría su cabello. Desde ese momento no han cesado las manifestaciones en Irán, donde el velo es de uso obligatorio desde la Revolución islámica en 1979.   Por Sol Cortez El “velo”, […]

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Poco más de un mes ha pasado desde el asesinato de Mahsa Amina, luego de ser detenida por no usar adecuadamente el velo que cubría su cabello. Desde ese momento no han cesado las manifestaciones en Irán, donde el velo es de uso obligatorio desde la Revolución islámica en 1979.  

Por Sol Cortez

El “velo”, como comúnmente es llamada la pieza de tela que llevan las mujeres musulmanas, existe de varios tipos y es utilizada en distintos contextos que la dotan de sentido. Esta prenda que hoy está sujeta al escrutinio global, fue y es símbolo de lucha y resistencia. 

El conocido “velo”, recibe en una de sus formas el nombre de: hiyab. Significa cortina y su utilización abarca varias dimensiones y tipologías. La utilización de una o todas las variantes, está sujeta a la individualidad de cada mujer y el contexto o región donde se encuentre.

La historia del velo

Algunas interpretaciones sugieren que las mujeres llevan hiyab para respetar las leyes del Corán, abarcando dos dimensiones, una la de la representación externa sobre sus cuerpos y la otra relacionada a la dimensión interna, espiritual, que representa el respeto hacia ellas mismas y su religión. 

Lo cierto es que previo a la Revolución Islámica de 1979, el velo casi no era utilizado por las mujeres. Pero es frente a la irrupción del Gobierno del Sha que comenzó a avanzar el occidentalismo en la región. Está tensión política desarrolló una resistencia y el símbolo de la misma fue la utilización del hiyab. Las mujeres adoptaron esta prenda para simbolizar el orgullo de sus tradiciones, su religión y la solidaridad entre mujeres. 

Pero va ser luego de la instalación de los gobiernos islámicos que el velo será utilizado como recurso para el sometimiento de las mujeres musulmanas, no permitiéndoles la libre utilización del mismo y obligandolas a portarlo. 

Una prenda, multiplicidad de significados   

La vestimenta históricamente ha sido la representación cultural de cambios profundos en las sociedades. Algunas engloban un simbolismo tan fuerte que pueden ser interpretadas y utilizadas para justificaciones de odio y represión. 

El hiyab, como prenda, es la prueba de ello. Posteriormente al atentado de las Torres Gemelas en 2001 El velo se convirtió en el simbolo emblema del terrorismo para las culturas occidentales; para las orientales nuevamente: resistencia y orgullo. 

Las guerras y ocupaciones sobre territorios islámicos, posterior al atentado implican las migraciones masivas de musulmanes por toda Europa e incluso América Latina. Es por ello que en el último tiempo los gobiernos se han empecinado en perseguir y castigar a las mujeres que eligen tapar sus cuerpos. 

Las culturas occidentales han calado tan profundo en sus discursos de odio, que hasta incluso existen corrientes feministas que las denostan. Luego de la muerte de Mahsa Amini, reflotaron los discursos odiantes que responsabilizan al Islam como la raíz del problema, como si el machismo no fuese intrínseco al sistema que reproduce el capital. 

Nuestro cuerpo, nuestra decisión

Desde que más mujeres musulmanas comenzaron a habitar el mundo occidental, se ha discutido la utilización del mismo como un símbolo de violencia y opresión. Pero, ¿es realmente así?

El feminismo ha sido el principal espacio en donde se ha debatido sobre la utilización del hiyab y sus variantes. El interesante debate circula sobre la libre determinación de los cuerpos de esas mujeres.Y como en estandarte la frase consigna de la última ola del feminismo “nuestro cuerpo, nuestra decisión”. 

Ahora bien, cuando pensamos en las prendas que cargan en sí mismas un simbolismo. Abundan las discusiones, y se vuelven políticos. ¿Es el hiyab una prenda necesaria para una mujer? La respuesta es sin dudas, no. No obstante  es elemental para estas mujeres llevarlo o descartarlo; incendiarlo o conservarlo. En cualquier caso con orgullo como demostración de rebeldía. 

Hay algo de lo vedado que escandaliza al feminismo, entendiendo que lo que se oculta y tapa siempre estará asociado a la coerción y sumisión de los cuerpos. 

Tanto en Oriente como Occidente, el indumento de la mujer está impuesto por la mirada del hombre. Y nuestros cuerpos aún son dominados, como terrenos de conquista. Aunque nos cueste admitirlo, no somos muy distintas a las mujeres musulmanas.

En nuestro imaginario reposan como personas completamente inhabilitadas de posición. Donde los hombres de su comunidad son los primeros en decidir sus destinos. 

Para la occidentalidad no es posible pensar que ellas mismas puedan decidir sobre sus destinos, convirtiéndose en sujetas políticas. La tutela, estará supeditada, en última instancia sólo por patriarcados. Y se ubica a los estados islámicos, como el peor de todos los males. 

En “nuestro mundo”occidental, de supuestas verdades, las mujeres también somos sometidas. Somos observadas y objetadas. En ocasiones permanecemos sumisas desde arriba de nuestros tacos, detrás de nuestros escritorios, en los espejos y redes sociales que repiten discursos hegemónicos de belleza.

También nos persigue una “policía de la moral”, que si bien, no es organizada por el Estado que gobierna. Si se construye desde la cultura y el sentido común. Permite en complicidad con la justicia y los medios de comunicación, que una mujer sea asesinada cada 30hs. 

Las mujeres que se atreven a vivir sus vidas como desean, son perseguidas con la construcción de lo “moral”.

Que las personas de la comunidad trans tengan una expectativa de vida hasta sus 40 años. Que existen redes de trata que se roban nuestras infancias y las explotan. Que nos construyan techos de cristal para desarrollarnos como profesionales o que al día de hoy se persiga y juzgue a quiénes deciden vivir sus vidas sexuales con deseo. Nada de esto nos ubica por encima de otras culturas. 

Seguimos atrapadas en laberintos de libertad. Desde Oriente y hasta acá, por Mahsa Amini y las que se rebelan. Al patriarcado, que nos oprime, lo vamos a tirar. 

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