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El veganismo: ¿un escupitajo a la argentinidad?

El veganismo como postura ética y política rechaza todo tipo de explotación animal, implicando necesariamente tener una dieta basada en plantas. En el país del asado, el locro y las empanadas criollas, ¿es el veganismo un escupitajo a lo “nacional”? Por Natalia Paesky El granero del mundo Según datos de la Cámara de Legumbres de […]

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El veganismo como postura ética y política rechaza todo tipo de explotación animal, implicando necesariamente tener una dieta basada en plantas. En el país del asado, el locro y las empanadas criollas, ¿es el veganismo un escupitajo a lo “nacional”?

Por Natalia Paesky

El granero del mundo

Según datos de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA) la producción de legumbres muestra un crecimiento sostenido tanto en área como en producción. En el ciclo agrícola 2020/21, la superficie de legumbres superó las 600.000 hectáreas. A lo largo de las distintas regiones de nuestro país se producen arvejas, garbanzos, lentejas y porotos de las distintas variedades. 

La mayor parte de las legumbres que se producen en Argentina son destinadas a la exportación: solo en el caso de las lentejas, se produce y se consume el 99%. En el caso de las arvejas el 15% de la producción es para el mercado interno, el resto se exporta. Mientras tanto, garbanzos y porotos son destinados a la exportación en un 98%. 

Si hablamos en términos de consumo, en Argentina se estima en 800 gramos de legumbres por persona, por año. Este número es sumamente bajo si lo comparamos con otros países de la región: Brasil tiene un consumo de 15 kilos de legumbre por habitante por año y en México el consumo anual per cápita solo de porotos es de 10.8 kilos. 

Entonces, ¿qué comemos?

Quizás la pregunta más pertinente no sea “qué” sino “a quiénes”: en nuestro país se comen 56 kilos de “carne” de vaca per cápita por año. Si a este valor le sumamos el consumo de pollos, cerdos y pescados, la cifra alcanza los 100 kilos per cápita por año aproximadamente. Sí, en Argentina se consume 125 veces más “carne” que legumbres.

Hagamos ahora un recorrido mental por aquellas comidas consideradas “típicas” o “tradicionales”: el asado de los domingos, el locro del 25 de mayo, las empanadas criollas del 9 de julio. Pareciera haber en todas un factor común: partes de cuerpos de animales de otras especies como ingrediente principal. ¿Por qué comemos como comemos?

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N de Nacional

La psicóloga Melanie Joy utilizó el término “carnismo” para señalar que alimentarse con “carne” no está por fuera del sistema de valores y creencias de una persona. Los términos “carnívoro” y “omnívoro” describen constituciones biológicas: los primeros son animales que necesitan consumir “carne” para sobrevivir, mientras los segundos fisiológicamente pueden ingerir tanto “carne” como vegetales”. En este sentido, Joy plantea que las personas humanas no consumen carne por necesidad sino porque tienen un sistema de creencias en función del cual deciden hacerlo. 

El hecho de que consumamos desde la más temprana infancia productos de origen animal y que esto se perciba como algo intrínseco a la condición humana, no quiere decir que no haya un sistema de creencias por detrás. Este sistema está influenciado por el especismo: la idea de que unas especies son superiores a otras. Desde el supremacismo humano vemos a las demás especies como productos y desde esa lógica utilizamos, torturamos, explotamos, asesinamos y desechamos millones de animales por día.

Melanie Joy señala que el carnismo es una ideología invisible sostenida por tres “N”: es visto como lo “natural” (lo que ha sido desde siempre), lo “necesario” y lo “normal”. Alexandra Navarro propone la cuarta “N”, lo nacional: en Argentina el carnismo está vinculado a la tradición y a la utilización histórica de las vacas para consumo humano.

Si queremos un mundo más justo debemos cuestionarnos absolutamente todo, sin dejar afuera aquello que percibimos como natural, necesario, normal o tradicional. Comer es un acto político más allá de que muchas veces no seamos del todo conscientes de esto. Ninguna tradición puede justificar la explotación de otras especies. Es hora de preguntarnos qué tradiciones queremos que nos definan como argentines. 

Repensar nuestro consumo debe ser el punto de partida para cuestionar el sistema depredador y extractivista en el que vivimos, basado en la explotación de todas las especies que habitan el planeta.

Cristian Dominguez

Redactor y co-productor de contenidos para el sitio web y las demás plataformas de El Resaltador.
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