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De hazañas y otras finales: un relato del fútbol femenino de Córdoba

"Belgrano va por la hazaña contra Boca", "Talleres puede hacer historia en la Boutique" y otros titulares épicos se reflejan en zócalos de noticieros y medios digitales. En el parque hay una nena que patea una pelota con su papá. No debe tener más de 5 años, y pareciera que la redonda es más grande […]

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"Belgrano va por la hazaña contra Boca", "Talleres puede hacer historia en la Boutique" y otros titulares épicos se reflejan en zócalos de noticieros y medios digitales.

En el parque hay una nena que patea una pelota con su papá. No debe tener más de 5 años, y pareciera que la redonda es más grande que ella.

La acomoda, toma carrera, levanta la vista y patea entre los palos que delimitan el arco, que son un buzo y un termo de agua.

Entonces la pelota atraviesa la línea imaginaria entre los palos y es gol.

Lo festeja con el puño apretado, pegando saltitos mientras va a buscar la pelota para que el partido continúe. Porque también, aparte de 9 de área, es alcanzapelotas.

Pero resulta que en el parque no hay una sola nena con una pelota, sino unas cuatro o cinco.

Juegan entre ellas, con varones, con papá o con mamá. El parque se llena de abrazos de gol y puños apretados.

Y ya no hay miradas extrañas ni celulares filmando un acontecimiento extraordinario. Hay risas, algunos empujones y gritos sagrados.

Belgrano jugó su primera final en la A de AFA contra las más campeonas de todas. Lo hizo en su primera temporada en la máxima categoría. Subcampeonó. Y fue de igual a igual.

Talleres copó la Boutique, se movilizó Barrio Jardín porque jugaban las Matadoras, pero Newell's se quedó con el ascenso.

Los dos equipos femeninos más convocantes de Córdoba hicieron campañas meteóricas en un fútbol que pareciera, tiene sucursal única en Buenos Aires.

Jugaron al frente de ojos que están direccionados hacia el puerto por defecto. Pero hoy miraron para acá. Hacia "el interior", ese pedacito de tierra que no forma parte del AMBA.

Dónde la gente es "pintoresca", "amistosa", "relajada" y sus logros rutinarios son rituales épicos y de color para la raza metropolitana. Dónde se romantiza hasta la cotidianidad de formar parte de Argentina.

Entonces, ¿Cómo no va a ser noticia que dos equipos del simpático y autóctono interior hayan hecho una buena campaña?

De hazañas y otras finales: un relato de fútbol femenino de Córdoba. Imagen: archivo.

Y es cuando un resultado nos hace hablar de hazañas, de épica, de historia. Un numerito, un marcador.

Un grupo de chicas se ríen porque dicen que las canchitas sintéticas tienen más demanda que las pizzerías y heladerías de Córdoba.

Que te dan más rápido un turno en la psicóloga durante la pospandemia que una cancha para un 5 contra 5 en el Parque Sarmiento.

Es que las cervezas heladas, en un nuevo diciembre que nos derrite literal y metafóricamente, cotiza más que la Copa del Mundo. Y esas pibas van a dar la vida por ese trofeo.

Y juegan al lado de los pibes que se están sacando el caucho de los botines para no ensuciar la casa. Y acá tampoco hay miradas extrañas por ver a un grupo de chicas jugando al fútbol. Aunque en realidad no es un grupo, sino seis.

Talleres tenía todo para ascender a Primera División. La Boutique llena, una campaña sobresaliente y los 35º grados a la sombra del sábado a la tarde. Las Piratas jugaban la final contra un equipo con 30 copas en Primera y le plantó cara, a lo Belgrano. Pero el fútbol no es merecer, es, básicamente, meter la pelotita.

Es ahí en dónde arranca el ciclo de autoayuda futbolística y "volveremos mas fuertes que nunca" es un gran título para un pie de foto de Instagram.

Que me perdone el relator de la radio, pero disiento completamente su "parece que este año no es el del fútbol femenino cordobés".

Y lo propio para el muchacho que habla de deporte en la tele diciendo: "Lamentablemente no se pudo".

¿Qué es lo que no se pudo? Meter la pelotita, claro.

El equipo femenino de fútbol de Belgrano en el estadio "Gigante" de Alberdi.
De hazañas y otras finales: un relato de fútbol femenino de Córdoba. Imagen: archivo.

Esa pelotita que la nena mete en el arco imaginario en el parque. La misma que hace saltar el caucho en la sintética del Parque Sarmiento. Aquella que tu mamá te escondió para que no rompas los portarretratos del living.

La hazaña más importante de las actuales referentes del fútbol femenino es pasarle la pelota a las más chiquitas. Porque el fútbol es un juego en equipo, y ellas no juegan más solas.

Que me disculpen los eruditos del fútbol de los medios, pero si se pudo. La hazaña de Belgrano y Talleres es esa pibita gritando goles en una plaza.

Que las pibas levanten una cerveza como Estefanía Banini levanta la Copa de la Reina en España.

Hacer historia es que la nena del predio de Villa Esquiú o del Nuccetelli, lo apure a su papá porque llega tarde a fútbol.

Antes no soñábamos con ser futbolistas, porque no sabíamos que eso existía. Justamente, la verdadera hazaña de las jugadoras es mostrarles a las más chicas que hoy es real.

Todas somos Alexia cuando el resultado que queremos se refleja en el marcador, y nos olvidamos de que hasta hace poco tiempo todavía una nena que pedía jugar al fútbol era un bichito raro. Resulta que hoy es un bichito con canilleras.

Entonces, con total atrevimiento, les modifico sus portadas y títulos -incluyendo los míos- y me animo a decir que Talleres y Belgrano hicieron historia.

Hicieron y hacen. Que se llenen canchas para un partido de fútbol femenino es historia. La verdadera hazaña es que se estampen dorsales con los nombres de las jugadoras.

Hacer historia es que miles de nenas en todo el mundo van a pedir una pelota de fútbol para esta Navidad. Y ¿la sorpresa? Papá Noel se la va a traer.

Macarena Jorge Caamaño

Periodista especializada en deportes. Diplomada en la UBA en deporte y género. Me gusta mucho el fulbo. Y sí, Jorge es mi apellido.
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