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Cumbre China - EEUU: ¿Adiós al mundo unipolar?

Antes de cerrar un año de importantísimos movimientos geopolíticos en todos los continentes, Estados Unidos y China formalizaron una cumbre histórica que deja mucho por reflexionar, especialmente por el contexto en el que se desarrolla. ¿Qué se acordó? ¿Qué no se pudo consensuar? Los dos Estados-Nación más relevantes del mundo -por su capacidad comercial y […]

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Antes de cerrar un año de importantísimos movimientos geopolíticos en todos los continentes, Estados Unidos y China formalizaron una cumbre histórica que deja mucho por reflexionar, especialmente por el contexto en el que se desarrolla. ¿Qué se acordó? ¿Qué no se pudo consensuar?

Biden y Xi Ping en Estados Unidos. Foto: Kevin Lamarque (REUTERS).

Los dos Estados-Nación más relevantes del mundo -por su capacidad comercial y su capacidad nuclear- sentaron las bases de acuerdos “modestos” pero importantes para cierta estabilidad mundial en un clima agobiado por conflictos bèlicos de relevante importancia geopolítica, especialmente en la Europa del Este y en Medio Oriente.

Luego de una reunión de más de cuatro horas en una mansión en San Francisco (Estados Unidos), las máximas autoridades de EE.UU y China, Joe Biden y Xi Ping, respectivamente, lograron consensuar un acuerdo militar y un acuerdo en la lucha contra el narcotráfico.

El restablecimiento de las comunicaciones de sus altos mandos militares y un acuerdo para enfrentar el mercado ilegal del fentanilo, parecen ser los primeros consensos logrados luego de no lograr reunirse de manera directa y física hace un año atrás, cuando ambos Jefes de Estado se vieron las caras en el marco de la cumbre del G20 en Indonesia.

Pero ¿Qué significa el acuerdo militar?

Con este principio de entendimiento, se reestablecerían las comunicaciones directas entre ambos ejércitos, dos de los más poderosos del Planeta Tierra. En este sentido, se reestablecería una línea directa con el fin de la delimitación de límites para prevenir una escalada nuclear. De esta manera, se evitan filtraciones y lo hablado solo queda registrado para ambas partes.

Recordemos que la línea directa había sido cortada por los chinos luego de la visita a Taiwán por parte de la Presidenta de la Cámara de Representantes de los EE.UU, Nancy Pelosi durante el verano pasado, lo que desde Beijing se entendió como una clara provocación a su soberanía nacional.

Ambos mandatarios se mostraron a favor de continuar la competencia sin que ello depare en un conflicto global sin retorno. Aquí hay una victoria de China, entendiendo que fueron los yanquis quienes insistieron en reestablecer las comunicaciones militares, perdidas por su fallida estrategia de disuasión hacia China y su intención de restablecer el control territorial sobre la disputada y estratégica isla de estrechas relaciones con los norteamericanos.

Se puede leer una como un reconocimiento entre ambas naciones en lo que respecta a su poderío en el sistema internacional y que si una enfrenta bélicamente a la otra, el mundo como lo conocemos, puede francamente desaparecer. 

Sin embargo, hay que ver si Estados Unidos cumple con su palabra de reconocer la soberanía china en Taiwán al tiempo que retira las restricciones y sanciones sobre empresas chinas inversoras en EE.UU. 

En Biden puede leerse un reconocimiento forzado a China como una potencia a la par, y ya no según su propia perspectiva de que en el mundo hay un solo gran jefe, Estados Unidos, tal como se viene pregonando desde la caída de la URSS a fines de los 90’.

Dos de los Jefes de Estado más poderosos caminan por el patio de una mansión de EE.UU. Foto: Kevin Lamarque (REUTERES)

La unipolaridad dominante está en quiebre y su restablecimiento ya no es una verdadera opción para el gigante americano. Si antes no necesitaba acordar con nadie sus modus operandi en cualquier parte del mundo, ahora de manera abierta expone su debilidad y acuerda con China un entendimiento que hasta pareciera ser en defensa propia. “Con China no podemos, entonces no los enfrentamos”. 

Si de ganar se tratase, China claramente puede ostentar su 2023 como uno de sus años más acertados en materia geopolítica desde su fundación como República comunista. La reconciliación de Irán y Arabia Saudita, en desmedro del acuerdo -ahora caído- entre los saudíes y los israelíes, auspiciado por los yanquis; la ampliación de los BRICS; la gran adhesión mundial a la Ruta de la Seda, y los reconocimientos internacionales conseguidos frente a un Taiwán que cada día pierde más lugar en el mundo, son solo algunos de los importantes y relevantes hechos que demuestran el crecimiento exponencial en materia política y económica de China y sus socios sobre EE.UU y la UE.

El mundo unipolar como se lo conoce hasta ahora está en crisis terminal. La multipolaridad será el eje transversal al que de a poco se tendrán que ir acostumbrando aquellos países que todavía osan llamarse del “primer mundo”. En este sentido, cabe destacar que a pedido de los principales CEOs de USA, el gobierno yanqui organizó una cena con Xi Ping donde participaron los jefes de Apple, Google, Microsoft y Black Rock. Pareciera ser que no se puede romper con China más que un plato en una comida.

Sin embargo, en lo que respecta a Latinoamérica, todavía resta generar la unión e integridad regional necesaria para no cambiar de collar, sino para dejar de ser perro. El interés indoamericano debe ser priorizado para combatir a los imperialismos que solo ven en nuestra región un gran tesoro para salvaguardar a sus países de los complejos y duros años por venir.

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