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¿Qué recuerdan?

Los recuerdos como gifs. Imágenes en movimiento de un tiempo que ya pasó. Nuestra historia personal en loop. Por Stefania Coggiola ¿Qué recuerdan? ¿Qué recuerdos se les aparecen como pequeños flashes de su propia antigüedad? ¿Cuántas veces los verbalizan? Dejan lo que estaban haciendo, la parsimonia con la que estaban cortando el pan, la entrega […]

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Los recuerdos como gifs. Imágenes en movimiento de un tiempo que ya pasó. Nuestra historia personal en loop.

Por Stefania Coggiola

¿Qué recuerdan? ¿Qué recuerdos se les aparecen como pequeños flashes de su propia antigüedad? ¿Cuántas veces los verbalizan? Dejan lo que estaban haciendo, la parsimonia con la que estaban cortando el pan, la entrega con la que pasaban el piso, y le dicen a la persona que tienen al lado, por ejemplo: me acabo de acordar de los desayunos cada domingo por la mañana con mi padre, del rulo de manteca deshaciéndose en la tostada tibia. ¿Qué recuerdan de su niñez? Me acuerdo de la siesta de verano en que mi hermana se comió un mantecol entero. Que tuvo gastroenteritis y yo también aunque no hubiera probado el dulce. Del día que nos llevaron al médico y nos vistieron, como tantas otras veces, igual: un jean azul claro y una camisa con puntillas. 

Me acuerdo del precio absurdo del primer departamento que alquilé. Costaba 300 pesos por mes y estaba en la calle Mendoza, cerca de la terminal. A veces también recuerdo esa terminal, vieja, bajita y su cúmulo de negocios desiertos. Recuerdo una fotografía por sobre otras: mi hermano recién llegado de intercambio de Holanda, vistiendo pantalones a cuadros. Y una foto que se relaciona con esa: mi madre dándole la teta a mi hermano menor en el encuentro previo antes de que mi hermano se fuera durante un año. Y un evento relacionado: el día que fuimos a la casa de Rosa, amiga de mi madre, para usar su teléfono fijo y avisarle a mi hermano que había muerto la Nonna. 

Me acuerdo de la primera vez que olí tabaco para armar. Del mareo que sobrevino después del primer cigarrillo. Me acuerdo de una de las primeras mentiras que dije después de fumar esa noche inaugural. De las náuseas que me acompañaron al día siguiente. Me acuerdo de una de las tantas veces que fui a competir a Leones o a Morteros o algún pueblo perdido en medio de la pampa. De los gimnasios a punto de morir. Me acuerdo que la única vez que había podido ir mi padre a verme fue la única vez que salí segunda en mi categoría: cuando estábamos abandonando el salón, el locutor dijo que había un error, y que en la categoría azul el primer premio era para mí. Recuerdo que quería que mi padre me viera ganar. 

 ¿Qué recuerdos los sorprendió esta semana? Recuerdo que no supe qué ropa elegir para vestir a mi madre en su velorio. Recuerdo bien esto: que abrí el cajón de su ropa y revolví, revolví, revolví buscando un fondo que no existía. En lugar de ropa, había un abismo negro. Me acuerdo que, al mes siguiente, vendí una pulsera de oro que heredé para comer y pagar las cuentas. 

Recuerdo que mi abuelo Chiquito comía zanahorias crudas y que me regaló un reloj que cambiaba de color con la temperatura de mi cuerpo: se ponía azul, turquesa, fucsia, rosita. Recuerdo el whisky que se tomaba en el bar y las aceitunas que acompañaban el trago que yo me comía. Recuerdo que lo miraba con fascinación. Me acuerdo del fragmento inicial del poema Oda, de Fabián Casas: “¿Quién consigue expresar sus emociones en una simple conversación? / ¿Qué preguntas hacemos para que nadie nos responda? / Lo cierto es que el taxista equivocó el camino / Y es tarde”. 

También están los recuerdos inventados, los que nuestra memoria acomoda y después andamos consultando a familiares: ¿Esto pasó así? Los que sabemos que tienen fragmentos inventados y narramos con gusto porque nos hace bien contar esa historia que decidimos que sea parte, aunque no haya sucedido. O sí. ¿Quién sabe? ¿Quién está tan seguro de cada fragmento de su existencia, como para que no aparezca una fisura por la que se filtre la fantasía de lo que hubiéramos querido que pasara? ¿Sienten a menudo más certeza o más incertidumbre? ¿Qué recordaron hoy al despertar? Hay recuerdos que no se analizan. Que aparecen y se van, y uno sigue cortando la cebolla, enviando un mail, haciendo una caricia al gato. Son imágenes guardadas. Se rememoran y desaparecen. Los recuerdos como gifs, imágenes en movimiento de un tiempo que ya pasó. Nuestra historia personal en loop.

Cristian Dominguez

Redactor y co-productor de contenidos para el sitio web y las demás plataformas de El Resaltador.
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