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"Para la comunidad travesti-trans, ponerse silicona era sinónimo de morir"

Tras la muerte de Silvina Luna dialogamos con Fabiana González, activista e integrante de la Mesa de Reparación Histórica travesti-trans de la provincia de Santa Fe, acerca de las intervenciones estéticas en este grupo de población y sus consecuencias. Hace unas semanas murió Silvina Luna, reconocida modelo, actriz y conductora del espectáculo argentino. Su muerte […]

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Tras la muerte de Silvina Luna dialogamos con Fabiana González, activista e integrante de la Mesa de Reparación Histórica travesti-trans de la provincia de Santa Fe, acerca de las intervenciones estéticas en este grupo de población y sus consecuencias.

Hace unas semanas murió Silvina Luna, reconocida modelo, actriz y conductora del espectáculo argentino. Su muerte se desencadenó trece años después de someterse a una cirugía estética con el médico cirujano Aníbal Lotocki.

A ciencia cierta, no se sabe qué producto inyecta en sus pacientes. Se cree que es polimetilmetacrilato mezclado con otras sustancias nocivas para la salud humana, que se adhieren a los músculos y generan diversos problemas a corto, mediano y largo plazo.

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Este desenlace dejó al descubierto varias cuestiones. Si bien los medios masivos de comunicación centraron su cobertura en la mala praxis de Lotocki, hay una problemática de la que poco se habló.

Desde hace décadas, la población travesti-trans se somete a intervenciones estéticas para modificar alguna característica física. La mayoría de las veces, estas cirugías se realizan en entornos no médicos, es decir, clandestinos e ilegales.

Este factor influye en la calidad y la expectativa de vida de este grupo de población.

En diálogo con El Resaltador, Fabiana González -activista e integrante de la Mesa de Reparación Histórica travesti-trans de la provincia de Santa Fe-, manifestó que la población trans viene sufriendo esta situación desde hace mucho tiempo. "La expectativa de vida de 35 años no solo tiene que ver con la prostitución, que es el único recurso que la sociedad y el Estado le dejó a la comunidad, sino también con las ITS o el peligro de ser asesinada por algún cliente. Uno de los principales factores es la silicona en los cuerpos, pero no es el único".

Para la comunidad travesti-trans, cambiar sus cuerpos con silicona está ligado a una cuestión identitaria. "Las personas cis se someten a este tipo de cirugías por un tema estético, pero para nosotras tiene que ver con nuestra identidad".

Ley de Identidad de Género

En 2012, en nuestro país se sancionó la Ley de Identidad de Género. Entre otros puntos, esta normativa garantiza modificar los datos personales en el Registro (nombre, imagen y sexo registrado), acceder a tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas totales o parciales para adecuar tu cuerpo y desarrollar tu personalidad de acuerdo con la la identidad elegida.

Fabiana resaltó que desde la vigencia de la ley la situación "cambió bastante", puesto que cuentan con más información.

"En los '90, para nosotras, ponernos silicona era sinónimo de morir. Era pensar: "Si no tengo el cuerpo que quiero tener, me muero, porque no quiero seguir viviendo sin tener mi identidad. Igualmente, vos sabés que te vas a morir por someterte a eso, es una ruleta rusa. Es pura suerte que puedas sobrevivir a esa intervención".

Además de la identidad, la entrevistada expuso que decidir inyectarse silicona líquida estaba ligado a la pertenencia. "Para ser respetada tenías que pasar por ese proceso, era como un ritual de aceptación. También tenía que ver con un factor de supervivencia para poder trabajar, si te veías más femenina, tenías más éxito en la calle".

Para Fabiana, el principal responsable de esto y de la marginación y la discriminación que sufre históricamente la comunidad travesti-trans, es el Estado. "Nos sometió a la ignorancia. Desde los 16 hasta los 45 años que dejé de trabajar en la calle tuve que atravesar un proceso muy doloroso: la silicona, el trabajo sexual, la persecución sistemática de la Policía, la violencia de los clientes y de algunas compañeras. Ni yo misma puedo entender cómo sobreviví a todo eso".

Es por esto que están impulsando desde hace tiempo un proyecto de reparación. "Fuimos condenadas a ser pobres, relegadas a la clandestinidad con nuestros cuerpos para lograr la imagen que deseábamos. Hoy se puede acceder a un tratamiento hormonal, sin embargo la burocracia es tediosa y hay compañeras que esperan hace años".

Aún hay travestis y trans de barrios populares que no tienen acceso al sistema de salud oficial ni tampoco a la educación, que tienen que prostituirse como única opción y siguen sometiéndose a intervenciones riesgosas y clandestinas. "Pedimos una reparación porque el Estado fue el único responsable de que tengamos que haber vivido una vida de torturas", ratificó Fabiana.

La comunidad travesti-trans sigue luchando para conquistar el acceso al empleo formal y para tener una vida y una vejez digna y tranquila.

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