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Las pibas del interior también sueñan con AFA

La participación del seleccionado femenino en Francia 2019 abrió el escenario a repensar sobre las posibilidades reales que las jugadoras del interior tienen de ser convocadas por AFA. De las 23 jugadoras que conformaron el plantel mundialista, sólo tres juegan en equipos del interior y una de ellas está actualmente como condición libre. Así, es […]

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La participación del seleccionado femenino en Francia 2019 abrió el escenario a repensar sobre las posibilidades reales que las jugadoras del interior tienen de ser convocadas por AFA.

De las 23 jugadoras que conformaron el plantel mundialista, sólo tres juegan en equipos del interior y una de ellas está actualmente como condición libre. Así, es notable considerar que la visibilización y valoración de las jugadoras del interior está sumamente fragmentada respecto de las que juegan en Buenos Aires.

Es oportuno recordar que el anuncio de un fútbol profesional emitido por AFA sólo incluye en su abanico de reconocimientos a los clubes que conforman la Primera A. Es decir, todos pertenecientes a la capital del país.

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Sin embargo, la necesidad de un fútbol federal es inminente dentro de este contexto. Ya que en pos de fomentar el desarrollo de la disciplina, las jugadoras del interior deben ocupar el mismo protagonismo y ser receptora de similares oportunidades que aquellas que juegan en Buenos Aires.

En este sentido es que festejamos la noticia que arribó a Córdoba hace unos días. Dos jugadoras de la Liga Cordobesa de Fútbol fueron convocadas para el seleccionado sub 20 de Carlos Borello. Ellas son Catalina Primo, jugadora del Club Atlético Talleres y Milagros Mina, jugadora del Club Atlético Instituto Central Córdoba.

No es la primera vez que desde AFA levantan la mano para que Catalina se sume a las filas del seleccionado. En 2018 jugó el Sudamericano sub 20 en Ecuador. Allí, las pibas no pudieron clasificar a cuartos de final, quedando apagadas sus ilusiones en la primera vuelta.

Pero la convocatoria no cayó del cielo. Su esfuerzo fue sumamente extenso para llegar a vestir la celeste y blanca por primera vez. Tuvo que afrontar dos días de pruebas en Río Cuarto en septiembre de 2017.

Luego de esas jornadas determinantes, fue convocada para comenzar a entrenar en los predios de Ezeiza. Así, en noviembre de ese año participó de la gira en Paraguay donde las pibas perdieron sus dos primeros encuentros. Recuerda claramente los resultados. “Fue 5-3 el primero y 2-1 el segundo” dice Catalina.

El proceso de entrenamiento continuó de forma prolongada y sus días se desarrollaban lejos de sus afectos. “Viajaba algunos fines de semana a Córdoba para visitar a mi familia” recuerda.

Para las pibas del interior el esfuerzo por llegar a jugar en la selección tiene múltiples efectos y connotaciones. No sólo deben desarrollar herramientas para lograr la visibilización de sus habilidades si no que, además, cuando son convocadas, emprenden instancias de entrenamiento y formación en la lejanía de sus cotidianeidades.

Posteriormente, llegó el Sudamericano y luego los juegos Odesur que se jugaron en Bolivia, donde no fue citada.

“Me tomé muy sorpresivamente esta convocatoria, porque hubo un torneo donde no fui convocada, y esto me pone muy contenta” afirma. Dicen que el tren pasa solo una vez, pero ella entiende que en su carrera está siendo protagonista de una segunda oportunidad. “Seguramente sea gracias al esfuerzo y la perseverancia” dice Catalina.

De las 26 convocadas por Borrello, sólo serán seleccionadas 23 jugadoras para el próximo torneo. En este sentido, ella es consciente de la importancia de demostrar su potencial, sus ganas y sus habilidades con la redonda desde el primer momento que vuelva a pisar las instalaciones de AFA.

Ser una de las dos jugadoras convocadas de Córdoba representa conformar una “hiper minoría” ya que la balanza inclina su peso hacia jugadoras de capital. En este sentido, Catalina entiende que esta inequidad existe porque se desconocen en gran parte los procesos formativos de las jugadoras del interior.

“Es importante que se pueda ver que estamos a la misma altura porque se trabaja de igual manera independientemente de que nuestros esfuerzos sean invisibilizados” concluye.

Por Julieta Escuti

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