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Hoy, más que nunca, somos «un femenino necesario» 

Publicado por:El Resaltador

Un 8M más nos convoca y no es necesariamente una fecha de celebración y festejo, sino de conmemoración y lucha. 

Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136. Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género. Terapeuta de vínculos sexo afectivos.

Un 8M más nos convoca y no es necesariamente una fecha de celebración y festejo, sino de conmemoración y lucha. 

“Mi exigencia como mujer es que se tenga en cuenta mi diferencia, que no me obliguen a adaptarme al modelo masculino”

Simone Veil

VIOLENCIA DE GÉNERO

La violencia machista ejercida hacia las socializadas mujeres se encuentra a la orden del día, según un informe que publicó el Observatorio de “Ahora Que Sí Nos Ven” entre el 1 de enero y el 29 de febrero de 2024, se produjeron 49 femicidios, es decir, 1 femicidio cada 29 hs., 32 intentos de femicidio. El 63% de los femicidios fue cometido por las parejas o ex parejas

LENGUAJE

Desde el Gobierno nacional se plantea la innecesaria inclusión del femenino en los documentos administrativos. El lenguaje no sexista, lejos de ser innecesario; sirve para:

  • Inclusividad y representación: evitar el masculino genérico y la idea de que el masculino es universal y neutro. El uso del femenino en el lenguaje busca incluir y representar a las mujeres en todas las áreas de la sociedad. Históricamente, el lenguaje ha tendido a invisibilizar o marginar a las mujeres al utilizar términos genéricos masculinos, lo que puede perpetuar desigualdades y estereotipos de género.
  • Reconocimiento del rol de las mujeres: visibilizar el papel y las contribuciones de las socializadas mujeres en todos los ámbitos, desde la política y la ciencia hasta el arte y la cultura. Utilizar un lenguaje inclusivo es una forma de validar y valorar estas contribuciones.
  • Equidad de género:.Al hacer que el lenguaje refleje de manera más precisa la diversidad de la sociedad, se pueden promover cambios sociales que conduzcan a una mayor igualdad de oportunidades para las mujeres.
  • Respeto y dignidad: Negar la importancia de este aspecto puede ser percibido como una forma de minimizar las experiencias y los derechos de las mujeres en la sociedad.
  • Evolución lingüística: El lenguaje es dinámico y evoluciona con el tiempo para reflejar los cambios sociales y culturales. El uso del femenino en el lenguaje puede considerarse una progresión hacia una mayor inclusión y equidad de género en la comunicación.

SEXO

En relación al tema que me compete: El sexo.  El mismo ha sido prohibido y regulado de innumerables maneras, y la sexualidad de las socializadas mujeres en particular ha sido intensamente restringida y vigilada (y continúa así). 

Nos invaden mensajes acerca de las múltiples libertades sexuales de las que gozamos, a la vez que se nos reprime por las decisiones sexuales reproductivas y no reproductivas que tomamos. “Conocete pero no tanto, tomá la iniciativa pero hasta ahí, explorá tu sexualidad pero no lo cuentes”. Las feminidades se piensan muchas más veces como objetos que como sujetos sexuales, a menudo son castigadas por las posiciones sexualmente asertivas que se les insta a encarnar. La sexóloga Capucine Moreau menciona que: “Las mujeres están atrapadas entre el ‘tengo miedo de parecer una zorra’ y el ‘tengo que realizarme sexualmente’

¿Es un mejor momento para la sexualidad de las feminidades? Al menos, en esta parte del planeta, podemos decir que todo tiempo pasado fue peor, se han conseguido ciertas libertades y victorias sexuales, pero aún resta mucho por lo que  luchar, y defender lo ya adquirido: 

  • Ejercicio de una sexualidad recreativa y no tan solo reproductiva, en esto juega un papel importante la pastilla anticonceptiva desde los años ‘70.
  • Tener encuentros sexuales por elección.
  • Tener encuentros sexuales fuera del contexto de la amatonorma o mononorma.
  • El uso de juguetes sexuales.
  • Habilitarse al autoerotismo.

Paralelo a un aumento de la liberación, también se produce una exigencia, en la performance, en la presentación de los cuerpos y sus genitalidades o zonas erógenas, en la  frecuencia, en el deseo, en las prácticas. Si el mandato de los 2000 fue orgasmear, el de los 2010 multiorgasmear, el de los 2020 es sin dudas squirtear. 

Animarse a posicionarse como seres deseantes es un gran logro, pero todavía tiene mucho peso el mandato de perdurar deseable, disponible, de ser funcional y atractivas al deseo de otras personas. 

Y esto tiene sus costos. Por ejemplo, en un estudio reciente realizado en más de 50.000 parejas en Canadá, publicado en The Official Journal of the International Academy of Research on Sexuality, a la pregunta: «¿Tuviste un orgasmo durante la última relación sexual?». Los resultados fueron los siguientes; el 95% de los socializados varones hetero respondió que sí, frente al 65% de las socializadas mujeres hetero. Este estado de cosas se denomina “brecha orgásmica” y tiene múltiples causales: falta de ESI orientada al placer, la carga mental, la falta de estimulación adecuada, el coitocentrismo, las falsas creencias, el desconocimiento del propio cuerpo, falta de atención a la zona clitorial, estereotipos de la industria del porno, violencias, culpabilización por no satisfacer a la otra persona, por no coincidir en ganas, etc.. La vergüenza, el miedo, las prohibiciones culturales y los traumas, pueden funcionar como inhibidores del disfrute sexual. Sin embargo, se insta a las mujeres a reclamar su deseo con confianza. 

Además, las expectativas de las socializadas mujeres son bajas; Herbenick señala que cuando las mujeres hablan de ‘buen sexo’, tienden a significar ausencia de dolor, mientras que para los varones implica tener un orgasmo.

Se llegará a un verdadero mejor momento cuando las socializadas mujeres no sean juzgadas desde una doble moral polarizada entre ser una zorra o ser una santa, sin posibilidad de habitar los lugares que prefiera cuando prefiera. El horizonte es una equidad entre los géneros porque el acceso al placer sexual es un Derecho Humano universal igual de válido para todas las personas sin importar su identidad sexogenérica. Hoy más que nunca, somos “un femenino necesario”. 

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