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Haití bajo una inminente invasión militar

Publicado por:Rodrigo Andrada Savoretti

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución redactada por Estados Unidos donde se autoriza una invasión militar internacional sobre Haití. Kenia, será la encargada de encabezar una nueva “misión” de “paz” sobre un país estallado por una crisis múltiple que exhibe el fracaso de las anteriores intervenciones. ¿Qué sucede en el país caribeño? 

A un año de que el Primer Ministro de facto haitiano, Ariel Henry, solicitara la “ayuda internacional” a la Organización de las Naciones Unidas, los países miembros del Consejo de Seguridad del organismo votaron  -casi en unamimidad- su aprobación en el día de ayer.

El documento ordena «un despliegue inmediato de una fuerza militar extranjera para luchar con la pandillas» que -semanas atrás- se «unieron» para “derrocar” al deslegitimado gobierno haitiano.

Con 13 votos a favor y dos abstenciones (Rusia y China), se dió sanción a la carta redactada por Estados Unidos, país que invadió Haití durante el siglo pasado (1915-1934). Una nueva agresión imperialista frente a los reclamos populares de una ordenada y soberana transición democrática en el país caribeño.

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Según establece la resolución, la fuerza internacional «fortalecería las capacidades de la Policía Nacional» (que cuenta con 10.000 efectivos para un país de más de 10 millones de habitantes), «aseguraría» sitios de infraestructura crítica y lugares de tránsito como el aeropuerto, los puertos y las intersecciones clave” y «adoptaría» medidas temporales urgentes con carácter «excepcional” para evitar la pérdida de vidas y ayudar a la policía a mantener la seguridad pública, si fuera necesario.

Foto: EPA

El documento «condena la violencia creciente» que azota al país, es decir, las masivas violaciones a los DDHH, los secuestros, trata de personas, violencia sexual, desapariciones, homicidios, sicariato, narcotráfico, ejecuciones extra-judiciales, contrabando, etc.

Sin embargo, en el escrito no se observa la más mínima autocrítica a las anteriores intervenciones militares enviadas por la ONU, que no han hecho más que socavar la soberanía y autodeterminación haitiana en beneficio de la clase dominante en el país y sus servicios neocoloniales a potencias como EE.UU, Canadá y Francia.

Solo basta recordar las masivas violaciones sexuales que cometieron los cascos azules de los distintos ejércitos que ocuparon Haití en la “Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití” (2004-2017):

Según reveló el periódico The Conversation, al menos 2500 haitianas y haitianos que residían cerca de las bases de los militares latinoamericanos y europeos (especialmente brasileños y uruguayos), fueron víctimas de violencia sexual por parte de los uniformados que se aprestaban a “pacificar el país” luego del Golpe de Estado al Presidente Jean-Bertrand Aristide. Duante esos años, 265 niñeces nacieron producto de violaciones sexuales a mujeres en extrema situación de vulnerabilidad. ¿Qué hizo la ONU con los acusados? enviarlos a casa de nuevo.

Foto: Agencia Anadolu

La situación que atraviesa el país, a la que la ONU no ha hecho más que agravar, es de extrema urgencia: al menos 2439 personas han sido asesinadas en lo que va del año al mismo tiempo que otras 951 han sido secuestradas.

Con el 90% de sus habitantes bajo el umbral de la pobreza, con la mitad de la población sufriendo malnutrición aguda y unas 5 millones de personas que requieren de ayuda humanitaria de manera urgente, la ONU no tiene otra solución que imponer una intervención militar encabezada por un ejército denunciado por violaciones a los derechos humanos cuyo jefe político es William Ruto, quien fue denunciado por el Tribunal de La Haya por “crímenes contra la humanidad” por las matanzas escenificadas en Kenia durante el 2007 y 2008. 

Foto: Ricardo Arduengo

El águila terceriza sus garras

El gobierno de Joe Biden se comprometió a aportar para la “intervención” dos partidas presupuestarias de 100 millones de dólares cada una, precedentes de los Departamentos de Defensa y Estado, aunque deberán primero ser aprobadas por el Congreso.

Lo llamativo de esta nueva intervención sobre Haití es el país que se encargará de ejecutarla: Kenia. El país africano aceptó liderar la operación involucrando a mil de sus agentes. A su vez, naciones vecinas como Jamaica, Barbados y Bahamas, también se comprometieron a sumar unfirmados.

En este sentido, vale la pena remarcar que -a excepción de México- ningún otro país latinoamericano optó por adherir sus fuerzas militares. Sin embargo, naciones poderosas con intereses político-económicos concretos como Canadá y Francia ven con buen augurio la decisión del CS-ONU, pues sus empresas mineras y agrícolas se beneficiarán de un mayor control occidental del país.

Pero ¿A qué se debe que sea Keniabel encargado de encabezar la “misión”?

Cuando de Estados Unidos se trata, jamás se puede pensar en términos de paz y mucho menos en democracia y libertades constitucionales. Más aún cuando se sabe que las armas que utilizan las pandillas para desatar el terror social son en su mayoría provenientes del país del norte, tal como lo denunció la misma ONU en marzo de este año.

A entender de las más de 400 organizaciones de 25 países distintos que componen el frente ALBA Movimientos, la ONU busca nuevamente “ocultar la ocupación ilegal y violatoria del derecho a la autodeterminación de los pueblos de las y los haitianos, y buscan presentar el intervencionismo extranjero como una ‘ayuda diplomática’”.

“Como si la soberanía fuera una cuestión de votos, la ONU una vez más pasa por encima de los derechos del pueblo haitiano. Desde ALBA Movimientos rechazamos contundentemente este nuevo intento injerencista comandado por Estados Unidos, Kenia, y otros países que descaradamente se toman el derecho de decidir sobre un pueblo que lleva exigiendo durante décadas, el respeto a su territorio y sus decisiones soberanas” expresaron desde todo Latinoamérica.

Foto: Ralph Tedy

De esta manera, Estados Unidos garantiza que no sean sus soldados blancos los que ocupen el país, sino soldados negros al igual que toda la población haitiana, elaborando y llevando a cabo un cínico y hasta marketinero plan de invasión tercerizado, evitando seguir dando su imagen de ocupador serial e ilegal de países en crisis.

Lo que hay detrás de esta nueva invasión parece estar más en coherencia con limitar y frenar un levantamiento popular anticolonial que realmente “estabilizar” y “pacificar” al país. Kenia es la carne de cañón para materializar un deseo imperialista relegado justamente por la lucha social que llevan adelante grandes capas sociales hartas de estar rehenes del Tío Sam y sus aliados occidentales. 

En este sentido, cabe la pena remarcar que fue la masividad de las protestas y la solidaridad internacionalista a través de las cuáles se pudo dilatar la invasión ahora inminente, debido a la declaración de guerra de las mismas pandillas financiadas por EE.UU. Un macabro juego contra el país que tuvo el pecado capital de pasar a la historia como la primera República Negra de la historia moderna, tras liberarse del yugo colonial francés en 1804 y ser un faro para las posteriores independencias latinoamericanas. Hecho político que jamás le perdonaron las potencias coloniales que aún hoy usufructuan con sus bienes comunes naturales.

Un nuevo y lamentable capítulo del intervencionismo imperialista está por escribirse. Mientras tanto, el pueblo haitiano resiste como puede mientras exhibe lo que puede suceder en otros países cuando los gobernantes solo benefician a los sectores dominantes.

¿Podrá Haití algún día volver a ser el faro de liberación para todo los pueblos de Abya Yala? 

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