Hacé leer: escribir la vida para pensar el mundo

Desde nuestra pequeña librería te invitamos con estas lecturas de no-ficción, género maravilloso que permite pensarlo todo desde universos personales. En esta oportunidad, tres libros relacionados con la enfermedad y con muchísimo más que eso. 

Por La Hojarasca

Este es mi cuerpo y quiero saber qué ha pasado con él

Editado por Sexto piso y traducido por Patricia Gonzalo de Jesús, Desmorir es un relato sobre la enfermedad escrito desde el momento mismo en que la autora - Anne Boyer (Estados Unidos, 1973) - la atravesaba: a sus 41 años es diagnosticada de un cáncer de mama triple negativo que requería un tratamiento veloz y arrasante. Anne se encuentra enferma, con una hija a cargo y decidida a escribir sobre ello, sobre el encuentro brutal con esa realidad, “antes parecemos una enfermedad que nosotros mismos”. 

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Sus líneas narran su dolor (o más bien lo intentan porque dedica mucho tiempo en reflexionar sobre el fracaso del lenguaje frente al dolor del mundo), su agotamiento, la absurdidad que encuentra en el sistema médico pero también social frente a las enfermedades terminales y la muerte. Revisa las palabras, se les acerca, se aleja, las da vuelta y las vuelve a revisar, como palabras y también como sentidos, como símbolos: clínica, quimioterapia, cuerpo, apariencia, las tareas de cuidados, la cama y el amor. Todas son vistas como piezas de sus días de tratamiento que son sometidas a su ojo crítico, pensadas desde las (im)posibilidades de una persona enferma en este sistema pero también atravesadas por el género y la cuestión de clases. 

Esta apertura de lo personal a lo colectivo convierte a Desmorir en un libro brillante. Con una pluma descarnada y hábil también pone al cáncer como un enlace con otras mujeres, con otras escritoras, con otras geografías. “No quiero contar la historia del cáncer de la manera en que me han enseñado a hacerlo”. Convoca a escritoras que sangraron sobre el papel su padecimiento: Susan Sontag, Audre Lorde, Kathy Acker, Eve Kosofsky, Sedgwick. 

Cada página de este libro es una cachetada a los supuestos, una nueva mirada sobre lo que pensábamos demasiado frágil e intocable, pero acá está: escrito en Desmorir sin dejarnos despegar los ojos de las páginas. 

El impacto de los pequeños gestos

“Escribí todo esto y ahora ya no me gusta lo que escribí. Fue antes, antes del hombro roto, antes de la cirugía del corazón, antes de la embolia pulmonar, antes de que mi hermana o mi cuñado me llamaran para decirle adiós (hasta nunca). Antes de que volviera a su casa en Bruselas para siempre. Antes de que riera.”

Así comienza Mi madre ríe, una verdadera belleza. Este libro autobiográfico de Chantal Akerman, editado por Zindo & Gafuri, es un recorrido exquisito al vínculo que tiene la autora con su madre en sus últimos días de vida. Con una sensibilidad abrumadora, Chantal va narrando la crudeza de su día a día, entre hospitales, viajes y amores. Akerman (Bélgica 1950 - 2015) viene del campo audiovisual, es directora de cine y actríz. Quizás por eso la pregnancia de las imágenes que desprende a través de su escritura. En sus películas se puede identificar su observación sobre la vida cotidiana, la sexualidad, la identidad femenina y las políticas de exclusión en el Siglo XX. 

“Una mujer en tiempo de descuento. Que sobrevivió. Ella lo sabe, sobrevivió y sobrevivirá todavía. Su momento no ha llegado, es lo que dice.” 

Chantal elige lo fragmentado para contar su historia, va y viene, nos lleva y nos trae, en ese camino itinerante que es su vida. Hablar del pasado de nuestra familia es hablar de nuestro pasado. Y esto Akerman lo sabe a la perfección, escribe desde el presente sobre un pasado que aún está vivo, abierto y latente. Viene de una familia judía practicante de origen polaco. Sus abuelos y su madre fueron enviados a Auschwitz, sólo su madre logró sobrevivir. 

Babette Mangolte, amiga y directora de fotografía, contó alguna vez: “Chantal era consciente del enorme impacto que podía surgir con un pequeño gesto”. Akerman se quitó la vida en 2015 por causa de una enfermedad de salud mental, dejó un legado artístico imprescindible. 

Claro que soy positivo

“"Muchas veces me dan ganas de escribir 'Soy negativo", le confieso a mi Amigo Uruguayo. Pretender mostrar todo el tiempo el lado bueno de vivir con VIH es un tanto maníaco; ver a María llorando con verdaderas lágrimas es muy incómodo, pero también, por empatía, me resulta sanador. Vivir con VIH no es fácil, es una gran mochila a la que ahora se me ocurre llamar "A pesar de". A pesar del cansancio, a pesar del VIH, no veo otra solución que seguir adelante. También me pregunto qué sería hoy de mi vida sin este virus gracias al cual escribí mi primera novela. ¡Mucho gusto, virus, gracias por todo! ¡No veo la hora de decirte adiós!” 

Este es un fragmento de una de las escenas que construye Pablo Pérez (Buenos Aires, 1966) en Positivo, crónicas con VIH. Un libro preciso por su carácter testimonial pero también por la mirada oblicua que posee sobre el tema. Como ya nos tiene acostumbrados, Pérez propone una visión amplia, divertida y profunda sobre un tema complejo y doloroso como lo es convivir con VIH, su estigma y la burocracia que la rodea. Pone en escena identidades diversas, flexibles y sobre todo descarnadas, no hay intentos por decorar ni conceder, sino más bien abrir las posibilidades. Como lo configuran en la contratapa del libro: se pone el traje de periodista todoterreno: escucha, investiga y se anima. Entretiene, informa y educa. Prueba, duda y goza. 

Editado por De Parado estas crónicas traen las voces que no sabíamos pero necesitábamos escuchar.

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• De parado.
• Sexto piso.
• Zindo & Gafuri.

Además, 10% de descuento en las siguientes editoriales seleccionadas: 

• Serapis.
• 29 de mayo.
• Eterna cadencia.
• Gog&Magog.
• Mardulce.
• La línea del horizonte.

En esta nota: La Hojarasca, libros