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Denuncia por abuso sexual en Boca: ¿Cuál será el desenlace de la causa?

Publicado por:Macarena Jorge Caamaño

Jorge Martínez, director técnico del plantel femenino de Boca Juniors, fue acusado por abuso sexual. La denuncia la realizó una empleada de la institución, y fue elevada al Departamento de Género del club y también a la Justicia. En las últimas horas, luego de que el club se mantuviera en silencio, el técnico fue licenciado y apartado del cargo. Tiempo de parar  la pelota y repensar: ¿Cuál es la función de los protocolos de género en los clubes? ¿Realmente se cumple lo estipulado?

Martínez durante su primer entrenamiento con el plantel femenino de Boca a comienzos de 2022. Foto: Prensa Boca

Los primeros días de febrero, la víctima de Martínez denunció al DT ante la Fiscalía en lo Criminal y Correccional Número 22 por abuso sexual simple. De tal forma, también hizo lo propio en la institución xeneize, es decir, hace más de dos meses que dentro de Boca Juniors se conoce la situación. No obstante, la decisión fue el hermetismo y el silencio.

A su vez, luego de 24 horas de silencio luego de que se conociera públicamente la denuncia, Boca Juniors emitió un escueto comunicado de prensa:

“Como consecuencia de la denuncia de público conocimiento presentada contra el Director Técnico del plantel femenino de fútbol, Jorge Daniel Martinez, habiéndose activado el protocolo correspondiente, el CABJ comunica que se lo ha licenciado en sus funciones hasta tanto se diluciden las responsabilidades del caso.”

La víctima, luego de denunciar en febrero, fue licenciada de su labor en el club de la Ribera, mientras que el entrenador siguió ejerciendo su trabajo hasta hoy. Inclusive, Jorge Martínez estuvo dirigiendo el Superclásico femenino en la Bombonera el pasado domingo.

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Por otro lado, durante la mañana, Martínez no se presentó al entrenamiento de las Gladiadoras, y el turno matutino quedó a cargo del resto del cuerpo técnico, pero el club suspendió la actividad. Pablo Jerez, parte del equipo de Martínez, será el DT interino de las Xeneizes hasta que durante la semana se decida el reemplazante definitivo.

Los protocolos de género y sus gambetas

Las autoridades de los clubes suelen nublarse y enceguecer con pases millonarios, cláusulas astronómicas y muchos ceros en sus cuentas bancarias, y se olvidan de la responsabilidad y función del fútbol: incluir y proteger de cualquier tipo de violencia. Y tienden a entender al primer plantel masculino como el todo de una institución social. Es decir, todo lo que no sea redituable para el equipo masculino, se omite, silencia e ignora.

Está visto que la protección de las jugadoras y jugadores, hinchas, empleadas y empleados del club no entra en la narrativa futbolera y en la cultura del aguante y otras violencias, mal llamado “folclore del fútbol”. El fútbol es el último bastión del machismo estructural en nuestra sociedad, y sus prácticas violentas y abusivas no hacen otra cosa que perpetuarlo aún más. Cualquier discurso que intente romper con las bases machistas y patriarcales, es rechazado y hasta humillado.

Con el caso de Sebastián Villa, denunciado por violencia de género e intento de homicidio a su ex pareja, que hoy, un año después de la denuncia culminaron las pericias de la denunciante, y la querella ahora deberá llevar la denuncia a juicio oral, la institución da a entender que es más importante respaldar a quien mete goles que a la persona violentada, porque ¿Qué provecho económico saca el club con una persona que sufrió violencia o abusos?

Vélez Sarsfield fue el club pionero en implementar protocolos para respaldar y proteger contra la violencia de género en el fútbol. En el año 2018, con Paula Ojeda a la cabeza, el Fortín no sólo se convirtió en la primera institución del fútbol nacional en implementar el protocolo, sino también en ser los primeros del país en la creación de área para respaldar y proteger a quienes sufran violencia de género en la institución.

El mensaje es claro: cuando se activa el protocolo, ante hechos de violencia y abusos, las medidas se activan urgente. Pero ¿Qué sucedió cuando la jefa de prensa del fútbol femenino de Boca denunció a Martínez? Ella fue licenciada hasta fines de abril y él continuó con su cargo hasta el día de ayer. ¿Acaso cumple con lo redactado en el protocolo?

El Protocolo de Prevención y Acción Institucional para casos de discriminación, acoso y violencia por razones de género y orientación sexual aprobado en el año 2021 detalla todas las cuestiones y modalidades a ejercer en estos casos. ¿Qué garantías ofrecen si los casos de abuso sexual en el fútbol femenino siguen existiendo?

Desde Boca se refieren al protocolo como una herramienta de actuación frente a situaciones de violencia en razón de género, identidad de género u orientación sexual dentro de la institución. También, aseguran el hecho de proveer herramientas a las autoridades pertinentes para una correcta implementación y abordaje de lo detallado en las 19 páginas.

El protocolo reza la garantía de que la institución investigará y sancionará a quien cometa estas violencias y abusos dentro del club. A su vez, el escrito también remarca la igualdad en el tratamiento de las personas involucradas, indistintamente del contexto en el que ocurrió el hecho abusivo.

Hasta el momento, Adriana Bravo, vicepresidenta 3° de Boca Juniors y presidenta del Departamento de Inclusión e Igualdad, no se expresó ante lo acontecido. El silencio abarca desde sus redes personales, a las redes de Boca Inclusión, pertenecientes al departamento de inclusión e igualdad. Cuyo departamento que es descrito como “un espacio cuyo objetivo es garantizar los derechos de aquellas personas y grupos en situación de desventaja estructural (…) Las acciones de este espacio serán transversales a todas las áreas del club, las que deberán trabajar en permanente coordinación y adecuarse a todas las necesidades o situaciones particulares de cada persona. A fin de alcanzar los más altos estándares de cobertura de derechos para todas y todos los y las socias.”

Pero por el momento, el único estándar alcanzado es el silencio. Un silencio que dice mucho más que un arsenal de palabras, que no hace otra cosa que generar nuevos interrogantes: ¿Por qué la víctima fue licenciada por dos meses desde la denuncia mientras que el denunciado seguía ejerciendo su cargo? ¿Cuáles son las garantías y confianza desde la institución para la denunciante? Sin la repercusión mediática que adquirió el caso, ¿La denuncia hubiera seguido en silencio y el denunciado ejerciendo su trabajo? ¿Qué tan efectivas son las capacitaciones de los respectivos departamentos de género de cada institución?

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