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Mujeres y poder ¿asuntos separados?

Publicado por:El Resaltador

Si bien en principio todes podemos elegir, ser elegides y tenemos la posibilidad de ocupar puestos de poder; las mujeres y otras identidades nos debemos enfrentar a barreras invisibles que van más allá de nuestra voluntad.

Imagen creada por IA.

Por Julieta Cena

Los feminismos visibilizaron cómo las construcciones alrededor de la noción de género influyeron, e influyen, en la organización de un mundo donde se ubican a las identidades feminizadas en lo doméstico, lo íntimo, aquello que no sería político y que tiene un segundo plano: lo privado.

En cambio, aquellas características que se asocian a lo masculino se adjudican a lugares de poder. Consecuencias de una estructura que sistemáticamente performatea nuestras prácticas, decisiones y posibilidades de vida en torno a una jerarquía sexo genérica.

El ingreso de las mujeres al mercado laboral no modificó está división sexual del trabajo, Al contrario, aumentó la carga física y mental, al tiempo que forja un sentimiento ambivalente con respecto al trabajo fuera de la casa y el miedo a fallar.

Las mujeres que consiguen acceder a ciertos puestos de poder, son presentadas como las referentes de lo posible, haciendo pesar sobre quienes no lo logran, la responsabilidad individual de no haber alcanzado la meta, y no sobre las estructuras que sostienen las barreras.

Poder político: las mujeres como autoridad

En el año 2019, Organización de Naciones Unidas informó que solo 24,3% de las bancas parlamentarias mundiales eran ocupadas por mujeres y tan sólo 11 países eran conducidos por mujeres. Es decir, en el mundo las mujeres ocupan pocos puestos de autoridad y toma de decisiones políticas (Al respecto, es interesante este informe de ONU Mujeres:
Mujeres en la política).

Nuestro país contempla, como mecanismo para lograr el acceso de mujeres y personas trans a cargos públicos, la implementación de acciones afirmativas. Estas medidas implican el reconocimiento de algunas prerrogativas o trato diferencial de ciertos grupos por su pertenencia, con la finalidad de equiparar los puntos de partida y la reducción de las consecuencias de la discriminación estructural.

En el año 2020 se estableció por primera vez un cupo laboral trans travesti en el Sector Público Nacional con la finalidad de garantizar que un mínimo del 1% de la totalidad de cargos y contratos sean destinados para personas travestis, transexuales y transgénero.

En el caso de las mujeres, a partir del año 2017 las elecciones parlamentarias deben hacerse con listas de candidatos a los fines de incorporar la paridad de género en ámbitos de representación política.

¿Y por casa cómo andamos?

Foto oficial disponible en la página web de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Pese a los avances normativos, la participación política y social de mujeres, travestis y trans sigue siendo escasa. El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) en su informe de Monitoreo Electoral da cuenta del escaso porcentaje de mujeres que ocupan cargos en cada uno de los poderes del Estado, tanto en la órbita nacional como provincial.

Por ejemplo, en lo que respecta al poder judicial se produce la paradoja que quiénes van a resolver sobre las procedencia – o no – de leyes que promuevan el acceso a derechos de mujeres, entre otras cuestiones, serán, en su gran mayoría, varones.

Te puede interesar: Justicia Transfeminista, una deuda con las mujeres y disidencias

Y ni hablar si se trata de los máximos órganos de justicia. Recién en el año 2004, y por primera vez en la vida democrática de Argentina, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tuvo entre sus integrantes a una mujer, llegando a alcanzar el máximo número histórico de dos ministras. Sin embargo, en la actualidad, este órgano está compuesto exclusivamente por varones.

En esta página, podés conocer el porcentaje de mujeres y varones que ocupan cargos en cada uno de los tres poderes del Estado a nivel provincial y nacional: Mujeres en el Poder.

 Lo tuyo y lo nuestro: un debate entre lo público y lo privado

El informe sobre trayectorias políticas de mujeres y varones en las legislaturas argentinas realizado por el Equipo Latinoamericano de Justicia en el año 2011, da cuenta de las marcadas diferencias entre legisladores y legisladoras vinculadas con las dificultades que generalmente encuentran las mujeres para compatibilizar sus actividades públicas con las del ámbito privado.

Fuente: Equipo Latinoamericano de Justicia y Género.

En efecto, hasta el año 2010 la proporción de mujeres solteras era tres veces mayor a la de varones solteros, en tanto que también hay más mujeres que no son madres, que varones que no son padres. Ello indica que a mayor nivel de responsabilidades familiares, las mujeres tenemos menores probabilidades de aspirar a una carrera legislativa que sus los varones.

La posibilidad de ejercer cargos de poder impacta y condiciona las decisiones de vida de las mujeres en mayor medida que la de los varones. Las extensas jornadas que requieren el trabajo asalariado o la actividad política de los hombres se sustentan en la existencia de mujeres ocupadas en las tareas domésticas y de cuidado. 

 Participación, pero…¿a qué costo?

Cuando las mujeres accedemos al poder somos consideradas una minoría aislada, siempre en exhibición, examinadas y cuestionadas. Desde ese marco permean violencias sexuales y machistas que, sumado a los obstáculos estructurales, caldean la inaccesibilidad.

En la política, en caso de acceder mujeres a puestos jerárquicos, quedan expuestas a juzgamientos patriarcales respecto a sus actos, formas, vestimenta, entre otras.

Recientemente vimos como un varón gatilló en la cara de la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernandez, una de las mujeres con mayor peso político en Argentina. Las repercusiones del caso fueron variadas, pero llaman la atención aquellas que vinculan el hecho con un montaje para “Hacerse la víctima” o que llamaban a preguntar qué habrá hecho para que esto pasara.

En esta nota, del diario AR, se presentan otras expresiones de la diputada Camaño en el mismo sentido que Granata.

Si bien en la historia argentina este no ha sido el primer intento de homicidio a figuras políticas – aunque sí el primero de realizarse con un arma en el rostro – cabe preguntarse: ¿Se cuestionó la veracidad de los hechos cuando se intentó atentar contra la vida de políticos varones?¿Se habrían hecho alusiones a la forma de manejarse de la vicepresidenta, si no hubiese sido mujer?  

En contextos patriarcales, las palabras elegidas para comunicar una posición y sus representaciones, no son ingenuas ni neutrales.

La problemática no es solo local, hace pocas semanas la Primera Ministra de Finlandia, Sanna Marin, debió pronunciarse en conferencias de prensa, explicando filmaciones donde se la veía bailando y disfrutando en el ámbito privado. Ser mujer, tener autoridad y disfrutar, se paga y caro.

Las mujeres y disidencias, nos encontramos todavía excluides de los cargos de liderazgo y conducción, aun cuando contemos con experiencia laboral y credenciales educativas superiores a las de los varones. Esta ausencia o escasa participación política, es una pérdida, no solo para quienes nos identificamos en dichos colectivos, sino también para la calidad democrática y por ende para toda la sociedad.

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