Matar al padre
Un análisis sobre el traspaso generacional en Argentina luego de la elección a gobernador en Córdoba. Por Ignacio Muruaga “Yo los amo, pero ustedes no son gente sería” dice Logan Roy en mi línea favorita de todo Succession. Es mi favorita porque sintetiza a la perfección la relación del patriarca con sus hijos y la […]
Por El Resaltador | 08/06/2023
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Un análisis sobre el traspaso generacional en Argentina luego de la elección a gobernador en Córdoba.
Por Ignacio Muruaga
“Yo los amo, pero ustedes no son gente sería” dice Logan Roy en mi línea favorita de todo Succession. Es mi favorita porque sintetiza a la perfección la relación del patriarca con sus hijos y la frustración de no haber podido construir un heredero viable en ninguno de ellos.
Todo en Succession, hasta el nombre mismo, grita a drama shakesperiano. Todos los liderazgos mueren tarde o temprano, y la mayor parte de las veces la única forma viable de traspasar el poder es mediante una disputa. Sucesores peleando por el poder del padre contra el mismo padre. Sin ese conflicto, el poder queda vacante, porque heredar el poder sin conquistarlo es una quimera de difícil realización. El poder no es algo que podés conseguir en un juicio sucesorio como la casa de fin de semana en Punta del Este.
“Tenés que ser un asesino, y vos no lo sos” le dice Logan a su hijo Kendall en otro momento icónico de la serie. Kendall era el heredero perfecto: tenía la formación, la obsesión y la ambición necesaria, pero sin el instinto asesino no era un buen sucesor a ojos de su padre.
Pero no es cualquier instinto asesino el que Logan busca en los ojos de sus hijos, sino particularmente el instinto fratricida.
“Hay una generación que se va” dijo Martín Llaryora la noche de la elección en Córdoba y en algún universo alterno Logan Roy piensa “así es como se ve un verdadero sucesor”. Matar al padre para heredar su poder, porque el poder perdona miles de cosas, menos a quienes no están dispuestos a hacer cualquier cosa por obtenerlo.
La cuestión de los traspasos es habitual en las discusiones sobre proyectos políticos. Y es tambien un área que suele estar inflada de romanticismos y épicas de cartón. Particularmente en los espacios progresistas. Se infantiliza los traspasos de poder y se los ve como pequeñas ceremonias llenas de simbolismo. Un traspaso que no tiene intrigas ni traiciones es poco menos que un capítulo de Chiquititas.
En un hilo de Twitter Matias Mowszet escribió una radiografía muy precisa sobre cómo funcionó el traspaso generacional en el peronismo cordobés. Martín Llaryora no llegó por ser el mejor alumno ni el funcionario más eficiente, el peronismo está lleno de gente que cumple con esas dos cualidades.
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🗳️ Perfil de candidato
— Matias Mowszet ⭐️⭐️⭐️ (@MatiMow) June 24, 2023
⚪️ Quién es Martín Llaryora, el candidato oficialista que busca extender mañana a 28 años los años de dominio peronista en Córdoba.
Intendente de dos ciudades, se ganó su lugar de sucesor de De La Sota y Schiaretti por tensionarlos.
Abro hilo👇 pic.twitter.com/ybDJr4tX5u
Llegó por ser el más rebelde, el que se abrió lugares a codazos sin pedir permiso, el que se animó a desafiar a sus padres cuando estaban en la cúspide de su poder.
El poder no perdona a quienes deciden no ejercerlo y premia a quienes se animan a apostar por la autoridad propia. Para ganar hay que apostar es otra lección que Logan Roy podría haberle dado a sus hijos. Es una lección que cualquier patriarca (o matriarca) querría trasladar a sus sucesores.
Es imposible ocultar que la política argentina en general y el peronismo en particular están atravesando un proceso de recambio. Era una etapa necesaria y quizás demasiado procrastinada. Ninguna identidad política puede sobrevivir si sus liderazgos no se renuevan y ningún liderazgo puede nacer si no hay algún condimento patricida.
La romantización de la política a veces hace pasar los procesos de disputas de poder como algo inmoral y degradante. “La política es transformación” repiten citando alguna frase motivacional ignorando por completo que ni la más transformadora de las políticas es posible sin algo de ambición personal o sin un poquito de intriga.
Es esa ambición la que a veces ayuda a mover los procesos políticos y evita que caigan en estancamiento. La compañía fundada por Logan Roy estaba totalmente estancada al final de la serie, incapaz de evolucionar, refugiada en su audiencia más fiel y retrocediendo frente a los gigantes del internet. ¿Qué hubiera pasado si alguno de sus hijos hubiese tenido éxito en sus intentos de derrotar al padre? Probablemente su legado habría sobrevivido.
Lo mismo pasa en gran parte de la política argentina. Uno mira las listas y los organigramas estatales y es difícil encontrar alguien que tenga menos de 50 o incluso 60 años. Los mismos que gobernaban hace 20 años hoy siguen gobernando. El estancamiento es notorio.
Y no creo que sea necesariamente culpa de quienes siguen al frente de los procesos. Creo que es válido decir que el estancamiento tambien es responsabilidad de quienes están más abajo y que por falta de ambición (o por exceso de lealtad, que es lo mismo) no se animaron a ir contra sus padres.
“Tenés que ser un asesino” les diría Logan Roy, invitándolos a rebelarse, a demostrar que pueden construir un poder propio que supere el de quienes los llevaron a donde están.
“Tomen el bastón de mariscal” es otra frase que Logan podría haberle dicho a sus hijos esperando que se animarán a desafiarlo de verdad, a que alguno de ellos hurdiera un plan capaz de tener éxito y no solo alguna operación destinada a llamarle la atención. Logan esperaba que sus hijos lo desbancarán, pero sus hijos solamente querían que él los reconociera y los amará. Esa contradicción está en el centro de Successión, y probablemente también en el centro de la política argentina.
A Bill Gates le atribuyen una frase que me gustaba mucho cuando era chico: “no seas malo con el nerd de tu clase, es probable que termine siendo tu jefe”. Creo que en el caso de la política argentina podríamos animarnos a rediseñarla:
“No subestimes al que desafía a tu padre. Es probable que termine siendo tu conductor político.”
