Actualidad

Luchar sirve: el presente histórico de Colombia como producto de una lucha de años

Por primera vez en su historia, Colombia clasificó a cuartos de final de una Copa del Mundo Femenina. El equipo sensación y único representante de Sudamérica hace historia dentro de la cancha, luego de pelearla también fuera del campo. El preocupante trato hacia el fútbol femenino en Sudamérica, lamentablemente, forma parte del día a día […]

🕒  6 minutos de lectura

 | 

Por primera vez en su historia, Colombia clasificó a cuartos de final de una Copa del Mundo Femenina. El equipo sensación y único representante de Sudamérica hace historia dentro de la cancha, luego de pelearla también fuera del campo.

Colombia clasificó al actual Mundial de Australia y Nueva Zelanda tras su gran subcampeonato en la Copa América 2022. Foto: Conmebol 

El preocupante trato hacia el fútbol femenino en Sudamérica, lamentablemente, forma parte del día a día de las estructuras institucionales de los clubes y selecciones del continente. Como hemos padecido, y tristemente aún padecemos en Argentina, Colombia, único equipo sudamericano que hace historia en cuartos de final de la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda, también ha sido damnificado por atropellos, abusos y represalias desde las asociaciones.

El presente histórico de las cafeteras, aparte de ser un producto por lo deportivo, es una consecuencia de las luchas a la que le han puesto la voz y el cuerpo.

Quizás una de las recientes imágenes del seleccionado colombiano previas a la Copa del Mundo que se está disputando en Oceanía, simbolizan y representan lo que fue la última década en el fútbol colombiano. En el histórico debut de Colombia en la Copa América Femenina, siendo por primera vez anfitriones de la competencia continental, las jugadoras levantaron sus puños durante el himno nacional a modo de protesta. 

En el estadio olímpico Pascual Guerrero de Cali, las jugadoras vencieron a Paraguay 4-2. Las anfitrionas de la Copa América realizaron una manifestación en repudio a la cancelación del torneo local, ya que sólo 5 clubes habían confirmado su asistencia en la liga. Cabe recordar que la Conmebol volvió a implementar la normativa que requería que los equipos masculinos que compiten en la Copa Libertadores o la Copa Sudamericana cuenten con un equipo femenino profesional en actividad.

Así, un conjunto de futbolistas, liderado por Yoreli Rincón, delantera del equipo italiano Sampdoria, hizo público que los directivos tomaron medidas en contra de ellas como respuesta a sus comentarios acerca de la discriminación por parte de la Federación Colombiana de Fútbol.

“Hoy nos unimos por el cambio. Aunque nos faltan garantías, nos sobra amor a esta camiseta, por eso nos unimos con la ilusión del trabajo en equipo, de la equidad en las condiciones de trabajo y competencia, de las decisiones concertadas y de un futuro brillante para todos los que hacemos parte del fútbol femenino. UNIDAS POR EL CAMBIO”, rezaba el posteo que publicaron las futbolistas antes del debut contra Paraguay.

Un reclamo que nos remonta al "queremos ser escuchadas" de la Selección Argentina en la previa, justamente, contra Colombia en la Copa América Chile 2018, cuando las argentinas le reclamaron a la AFA condiciones dignas y básicas para entrenar.

A pesar del éxito en el campo por el resultado positivo en el marcador, las jugadoras colombianas enfrentaban un partido mucho más largo: la lucha por la igualdad, respeto y por un fútbol libre de violencias desde las dirigencias y asociaciones.

Pero esto no es de ahora, sino que la lucha se remonta al 2015, tras su histórico avance a los octavos de final de la Copa del Mundo Femenina de Canadá de ese año, la federación colombiana se comprometió a pagar 10 millones de pesos colombianos a cada jugadora. Sin embargo, solo entregaron 7 millones.

Daniela Montoya fue la primera jugadora en alzar la voz sobre esta injusticia, relatando cómo la federación incumplió el acuerdo de pago. Así, el modus operandi del fútbol femenino ante los reclamos de sus futbolistas, se hizo presente nuevamente. Como represalia, Montoya quedó fuera de la lista de convocadas para los Juegos Olímpicos de Río 2016. Aunque, desde la federación, dijeron que fue una decisión futbolística, no un veto.

No obstante, la órbita de la lucha de las colombianas no sólo se circunscribe en la selección, sino que también por su liga doméstica, ya que las jugadoras siempre reclamaron por una liga local profesional. 

En 2017 se estableció dicha competencia, y esto parecía ser un primer paso hacia el apoyo e inversión en el fútbol femenino, aunque la situación cambió en 2019: la liga pasaría de profesional a semi-profesional, inclusive, restringiendo la incorporación de jugadoras mayores de 23 años, como así también la cantidad de equipos participantes. Una situación muy similar a la que atravesó Chile este año, en la que se demoró el inicio de la competencia. 

Pero tristemente, los atropellos institucionales no sólo fueron de índole económica o deportiva, sino que también corrompieron el deporte con casos de abusos sexual 

Aparte del delito sexual denunciado sobre jugadoras menores, también denunciaron acoso laboral hacia una jugadora mayor. Esto incluyó sobrecargas de trabajo, silenciamiento en reuniones y amenazas telefónicas tras levantar la voz y denunciar dichos delitos. Hubo incluso una amenaza anónima advirtiendo sobre la investigación que estaba en curso. Todo continuó agravándose cuando el padre de una menor acusó al preparador físico de intentar abusar sexualmente de su hija. Así, Sigifredo Alonso fue despedido, mientras que Didier Luna enfrentó un castigo legal de 2 años y 4 meses.

En este contexto, en el año 2019, Isabella Echeverri y Melissa Ortiz, referentes e históricas de Colombia, compartieron un video denunciando el maltrato que han enfrentado como futbolistas y exponiendo todas las irregularidades y preocupaciones por lo acontecido. “Nos sentimos amenazadas. No nos pagan. Ya no nos dan vuelos internacionales. Los uniformes son viejos y usados. La Federación ha cortado jugadoras por hablar. Un empleado trató de venderme mi propia camiseta. Ya no tenemos miedo. Estamos aquí para hablar”, dicen las deportistas en el video, y advirtieron que vendrán más publicaciones”, denunciaron en el video. Tiempo después de la viralización del contenido, ambas jugadoras fueron vetadas hasta el día de hoy de la selección de Colombia.

Posteriormente, en el mismo año, destacadas jugadoras dieron una conferencia de prensa mostrando pruebas de las irregularidades y abusos. Natalia Gaitán, capitana y referente, hizo valer su condición de líder y leyó una carta que relataba todas las atrocidades e injusticias padecidas. Ella, junto a Isabella Echeverri y Yoreli Rincón no fueron convocadas nunca más en el combinado cafetero, que hoy está entre los 8 mejores equipos del mundo. Y durante la última protesta en la Copa América 2022, las históricas Tatiana Ariza y Liana Salazar tampoco volvieron a ser tenidas en cuenta por Nelson Abadía, entrenador de Colombia.

Un presente mundialista histórico: el éxito deportivo como bisagra

El gran momento que atraviesa la Selección de Colombia en Oceanía invita a retomar el debate sobre todas las injusticias y atropellos contra las jugadoras que atraviesan día a día. Y sobre todo en el fútbol sudamericano, teñido de corrupciones y abusos

Que las celebraciones deportivas abarquen la escena, y desplacen a todos los abusos que siguen formando parte de la estructura del fútbol femenino. Que las jugadoras tengan la misma libertad de festejar que de alzar la voz sin recibir represalias y castigos por exponer injusticias. El éxito deportivo, y el show futbolístico que Colombia viene brindando, una performance cargada de simbolismo que alude a la mujer sudamericana constantemente en lucha, tiene que ser el punto de inflexión y ultimátum a las federaciones y clubes del continente.

Lejos de romantizar el éxito deportivo como consecuencia de luchas extra futbolísticas, la histórica clasificación de las cafeteras es una victoria de todos los frentes: con la pelota al pie en la cancha, y el puño cerrado en la vida.

Macarena Jorge Caamaño

Periodista especializada en deportes. Diplomada en la UBA en deporte y género. Me gusta mucho el fulbo. Y sí, Jorge es mi apellido.
Ver más notas
Enterate acá
Enterate acá

Relacionado

Enterate acá

Más de lo último