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Descanso sobre ruinas: Nocheramas, el anfiteatro de Miramar

En 1977, el desborde de la Laguna Mar Chiquita inundó la localidad de Miramar. Tuvieron que pasar 45 años para que la sequía permita ver algunos vestigios que permanecían bajo el agua. Entre ellos, el Anfiteatro de Nocheramas, inaugurado en 1976. Hace más de medio siglo, la localidad cordobesa de Miramar empezó a constituirse como […]

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En 1977, el desborde de la Laguna Mar Chiquita inundó la localidad de Miramar. Tuvieron que pasar 45 años para que la sequía permita ver algunos vestigios que permanecían bajo el agua. Entre ellos, el Anfiteatro de Nocheramas, inaugurado en 1976.

Hace más de medio siglo, la localidad cordobesa de Miramar empezó a constituirse como un verdadero paraíso provincial. Este pueblo se emplaza sobre las costas de una de las lagunas con mayor superficie en todo el continente, la popular "Mar Chiquita".

Durante la década del '60 y del '70, el municipio impulsó una serie de propuestas culturales para atraer a turistas y pobladores locales: los shows musicales y las obras de teatro copaban las temporadas de verano. Los hoteles ocupaban al 100% su capacidad.

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Propiedades terapéuticas de la laguna

Por aquel entonces, comenzaron a conocerse las propiedades curativas de la laguna, que se constituye por la desembocadura de los ríos Dulce, Suquía y Xanaes. Se dice que las aguas saladas y el barro de este lugar poseen antioxidantes terapéuticos.

El fango produce vasodilatación, transpiración y estimula la frecuencia cardíaca y respiratoria. Contiene efectos antiinflamatorios y analgésicos para quienes sufren procesos reumáticos crónicos o artrosis degenerativa.

Estas características fueron estableciendo a la localidad como uno de los destinos más elegidos para los argentinos, no solo para quienes buscaban una resolución a sus malestares, sino también para brujos y curanderas que encontraron en Miramar un oasis para desplegar sus saberes mágicos y bondades terapéuticas.

Las Nocheramas de Miramar

En la década del '60, la calle Belgrano era una de las más transitadas de Miramar: a través de ella se podía ingresar a la parroquia Virgen del Valle, al Centro Termal Municipal y a los hoteles Marchetti y Venecia. Además, era un punto de encuentro para los jóvenes miramarenses.

En este contexto, por iniciativa municipal, en la temporada estival el pueblo se llenó de eventos culturales, dando inicio a las "Nocheramas de Miramar". La memoria colectiva recuerda a algunos artistas de renombre que visitaron la localidad: Sergio Denis, Violeta Rivas, Los Iracundos, Luis Landriscina, entre otros.

En diálogo con El Resaltador, la historiadora Mariana Zapata comentó que por aquellos años de gloria, el intendente Dante Marchetti también decidió traer el casino desde Santiago del Estero. Además, aprovechando la gran bajante de la laguna, en 1976 se ejecutó la construcción de un anfiteatro costero, locación predilecta para llevar a cabo shows de música, baile y humor.

El sitio contaba con 120 mesitas de cemento y cuatro asientos por cada una de ellas, del mismo material. Zapata explicó que estas sillas tenían una particularidad: para hacerlas, se utilizó como "molde" el asiento de un tractor Pampa que estaba en el corralón municipal.

Algunos de ellos tenían un respaldo, reservados únicamente para los espectadores "vip".

El despegue de la localidad se acrecentaba a paso firme. Quizás de manera involuntaria, los pobladores de la localidad y el municipio ignoraban una realidad: desde hacía un tiempo, las lluvias se incrementaban en las zonas rurales.

Los trabajadores de las plantaciones de olivo, granjas y criaderos de nutrias comenzaron, lentamente, el exilio.

Pasados unos meses, el aguacero alcanzó las zonas urbanizadas y la fuerza del agua desbordó las costas. "En 1977 empezaron a poner unas vigas para techar el anfiteatro, y justo en ese entonces nos inundó la laguna", narra la historiadora.

Entre 1977 y 1978, 37 manzanas de Miramar quedaron sepultadas bajo la laguna, que se llevó consigo 102 hoteles, 198 casas particulares y más de 60 comercios.

"Esa inundación fue devastadora, la gente recuerda que esa noche inaugural del anfiteatro había muchísimas personas, realmente se había movilizado la economía de nuestro pueblo", resalta.

Una gran parte de los habitantes debieron abandonar el lugar en medio de un profundo dolor. Ante un Estado totalmente ausente los pobladores quedaron a la deriva, sufriendo las consecuencias emocionales, físicas y mentales de este desastre. Otros, fueron forzados a migrar.

Un viaje en el tiempo con parada en 2023

Desde hace algunos meses, una fuerte sequía azota a toda la región sobre la que se emplaza Miramar. A razón de ello, la superficie actual de la laguna Mar Chiquita es casi igual a la que tenía antes de la gran inundación de los '70.

Esta acentuada bajante propició que las ruinas del antiguo anfiteatro queden a la vista y puedan recorrerse sin grandes esfuerzos.

Mariana Zapata asegura que en 2013 podían divisarse los copetes de las mesitas de Nocheramas, pero no se veían los asientos. "La bajante actual es histórica. El suelo del anfiteatro está pantanoso pero esto no se debe al agua de la laguna, sino al surgente del tanque que le daba agua al camión regador de la época".

Hace 45 años, la fuerza del agua se llevó las Nocheramas. La música, las risas, los aplausos y el bullicio se tiñeron de sal. Hoy, la sequía nos permite verlo nuevamente. Ese pasado que solo quedaba en el recuerdo de los pobladores, es tangible y observable empíricamente.

El anfiteatro se convirtió en el refugio y la trinchera de los miramarenses de antaño. Descansa a la luz de la luna y amanece con los primeros rayos de sol, salvaguardando una historia que el agua no pudo ni podrá borrar.

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