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Insatisfacción democrática, comprensión política, expectativas y frustraciones. Algunas reflexiones en esta columna sobre lo que dejaron las PASO. Por Ignacio Muruaga Hay un meme que me gusta mucho, es uno de Toy Story en el que Andy deja caer a Woody con cara de decepción. Durante los últimos años se usó mucho ese meme para […]

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Insatisfacción democrática, comprensión política, expectativas y frustraciones. Algunas reflexiones en esta columna sobre lo que dejaron las PASO.

Insatisfacción democrática es el nombre que quizás podría describir lo que se ve en la cara de Andy.

Por Ignacio Muruaga

Hay un meme que me gusta mucho, es uno de Toy Story en el que Andy deja caer a Woody con cara de decepción. Durante los últimos años se usó mucho ese meme para describir las diversas variantes políticas que el peronismo fue probando para ordenar a gobierno nacional. La más viralizada de todas es esa en la que Woody tiene un pañuelo verde y Andy dice “tráeme al tucumano” en referencia a la asunción de Juan Manzur como jefe de gabinete.

Me gusta lo que ese meme sintetiza: que la política y sus dirigentes son una herramienta. Algo que se usa para resolver un problema o conseguir un resultado. Pero cuando ese resultado no aparece o los problemas solo se agravan, todos somos Woody y estamos listos para dejar caer nuestro juguete favorito al suelo.

Insatisfacción democrática es el nombre que quizás podría describir lo que se ve en la cara de Andy: la decepción con un sistema político que no logró resolver las cuestiones más básicas del funcionamiento de un país. Detrás de una decepción hay siempre una promesa no cumplida o una expectativa frustrada. La democracia argentina tuvo una gran abundancia de ambas categorías.

“Con la democracia se come, se cura y se educa” le dijo Alfonsín a una generación entera de argentinos, forjando en fuego la promesa de que en Argentina el sistema democrático tenia que ser más que una promesa o una ideal para transformarse en un generador de soluciones. Las palabras tienen una forma muy curiosa de pasar a la posteridad cuando son tan solemnes. La promesa de Alfonsín lo sobrevivió, y las expectativas que generó son casi tan grandes como las frustraciones que las siguieron.

Y, sin embargo, en el meme de Andy sería difícil poner a una urna en el lugar de Woody. El enojo en general es contra la dirigencia política y no contra el sistema que los genera. Esa tendencia parece mantenerse en general en los últimos tiempos, pero empieza a mostrar algunos cambios que deberían alarmar: en el ultimo informe de Latinobarómetro, las generaciones más jóvenes empezaron a mostrar un descreimiento de la democracia preocupante. Solo un 43% de quienes tienen entre 16 y 25 años cree que la democracia es el mejor sistema posible.

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Cada vez que hay una elección me gusta twittear que “no hay nada más facho que culpar a la gente por cómo vota”. Es una provocación que nunca falla porque siempre hay alguien enojado con los resultados electorales.

Entre lo que uno podría llamar “el activo político”, es decir, todo ese entramado de militantes, activistas, dirigentes, periodistas y en general toda la gente que vive y respira política 24/7, hay una costumbre generalizada de echarle la culpa a las personas por cómo votan. Se idealiza al pueblo como sujeto político hasta que votan en contra nuestra, y ahí los transformamos en villanos.

Pero, “no hay nada más facho que culpar a la gente por cómo vota”. A donde sobran las excusas y los enojos normalmente faltan las compresiones, y si hay algo que creo que es completamente razonable pedirle al “activo político”, es capacidad de comprensión.

A veces siento que el posmodernismo nos ganó por asalto. Que para muchos de nosotros la política se transformó en una enunciación de banderas, símbolos y mensajes abstractos y que con publicar un mensaje motivacional en Instagram es suficiente para hacer política.

Una vez, hace un par de años, visité una represa en el sur y le saque una foto que subí a Instagram con la leyenda “se extraña al Estado que hacía cosas”. Ese pequeño chiste en mis historias me valió el reproche de una de mis jefas de ese momento. “¿Cómo vas a decir que el Estado no hace cosas?” me gritó un par de días después en su oficina.

La insatisfacción democrática no es ni un auge de ideologías ultra ni un fenómeno provocado por los medios masivos que le lavan la cabeza a la gente; es sencillamente una reacción frente a las demandas no satisfechas, las promesas rotas y las expectativas frustradas. Una reacción completamente humana y sincera. Lo que pasa cuando intentas explicarle a alguien que estás molesto y esa persona te dice: “¿Cómo vas a decir que estás molesto?”.

Woody soltando su juguete y mirando decepcionado al horizonte, buscando algún juguete nuevo que le resuelva sus problemas.

El meme comentado en la primera oración. Insatisfacción democrática es el nombre que quizás podría describir lo que se ve en la cara de Andy.
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