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Balenciaga: violencia simbólica en la moda

Luego de que la marca Balenciaga lanzara una polémica campaña de su línea de ropa. Comenzó la crítica sobre este enfoque que realizaba apología al abuso en las infancias y la pedofilia. La moda es una de las industrias que más violencia ejerce en todos sus sectores de producción. En esta columna abordaré la violencia […]

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Luego de que la marca Balenciaga lanzara una polémica campaña de su línea de ropa. Comenzó la crítica sobre este enfoque que realizaba apología al abuso en las infancias y la pedofilia. La moda es una de las industrias que más violencia ejerce en todos sus sectores de producción. En esta columna abordaré la violencia simbólica que este medio reproduce y sus consecuencias. 

Por Sol Cortez

Dio la vuelta al mundo, la noticia de que la marca Balenciaga había realizado un campaña en donde aperecían infancias hipersexualizadas y en un contexto de apología a la pedofilia. 

En este medio no se van a reproducir las imágenes de la campaña. Hasta ahora lo que se conoce como el #BalenciagaGate puso en jaque a una de las marcas más influyentes del mercado. 

Kim Kardashian y Bella Hadid son dos de las embajadoras de la marca, personalidades más que influyentes en el mundo de la moda y los negocios. Ellas dos fueron seleccionadas como las mujeres más buscadas en redes sociales e internet. Y por ende han llenado de millones a Balenciaga

Por su parte el diseñador que hasta esta campaña fue su director creativo (y responsable de los últimos hechos) Demna Gvasalia, se caracterizó por realizar apuestas disruptivas y que tomaban temas en agenda para ironizar o presentar su posicionamiento político. Como lo hizo en la campaña de invierno, en donde con la reciente declaración de guerra entre Rusia y Ucrania. Montó una puesta en pasarela que mostró un escenario de simulación de guerra, totalmente dramático y con atuendos que hacían una clara referencia a refugiados y pobreza. 

Demna también fue autor de las zapatillas rotas y sucias, que se vendían a mil ochocientos euros. Es decir, que desde hace tiempo el diseñador ha buscado impresionar polemizando sobre temas que no se pueden banalizar: la guerra, la pobreza y la pedofilia no pueden convertirse en lujo. 

Lo triste pero no menos esperado es que Balenciaga y Demna Gvasalia, no son los primeros en recurrir a problemáticas sociales para impactar en la cultura de la moda. Tanto a nivel nacional e internacional se han expuesto campañas publicitarias, tapas de revistas y diarios y programas de televisión que exponen sistemáticamente violencia simbólica sobre mujeres, disidencias e infancias. 

Parece forzado pensar que los medios de comunicación, las agencias publicitarias y el sector conglomerado de la moda, se unen para ejercer violencia. Pero la pregunta que debemos hacernos es por qué los conglomerados de poder económico ejercen violencia simbólica.

Por lo general las campañas publicitarias buscan generarnos necesidades, para que accedemos al producto que quieren vendernos. En el caso de la moda y su vinculación con las mujeres, nos encontramos con que la belleza es el ideal y el poder de cambio. Para ser bellos y bellas debemos alcanzar ciertos estándares que se reproducen simultáneamente en diversos espacios de comunicación. Si alcanzamos la virtud de la belleza pertenecemos y accedemos a ese mundo perfecto en donde la meta se corre cada vez que creemos alcanzarla. 

No es casualidad que las mujeres y las infancias seamos hipersexualidas constantemente en estos espacios. En las campañas sufren las mujeres que se ubican como objetos bajo una mirada masculina que nos representa. Y sufrimos quiénes estamos del otro lado, somos quiénes debemos consumir para introducirnos en ese target heteronormado. 

Existe un medio digital que desde hace tiempo identifica estos discursos y los evidencia: Mujeres Que No Fueron Tapa  en este perfil de instagram se analizan tapas y notas en revistas y diarios, que buscan naturalizar prácticas violentas. En ese sentido su creadora Lala Pasquinelli afirma en el medio Clarín: “por un lado está el bombardeo que vivimos constantemente de parte de las industrias que se han enriquecido a lo largo de décadas, gracias a crear necesidades donde no existen, reforzando la idea de que lo más importante que tenemos para dar al mundo es la belleza física”

Y agrega: “No solamente parece que es lo más importante que las mujeres tenemos para darle al mundo, sino que también actúa como un pasaporte para alcanzar los otros lugares donde tenemos que ir: la belleza física como un pasaporte a la pareja, a los hijos, al éxito profesional, entonces, si la belleza implica juventud, eso significa que la vamos a perder muy pronto”

Esto podría darnos la pauta de por qué la violencia simbólica se extiende tan ampliamente. Las marcas de moda como Balenciaga persiguen un único objetivo: vender a costa de nuestros cuerpos y salud mental. Crean mundos distópicos en donde todo vale para perseguir un ideal de belleza y juventud. Es el valor de cambio que este mundo necesita. Para seguir reproduciendose,  nos necesitan sumisas y vulneradas, silenciando la diversidad y exponiendo a las infancias. Es momento de hackear el sistema corrupto que lo perpetúa.  

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