Willy Chavarría estadounidense de nacimiento pero de raíces irlandesas y mexicanas. Nació en un hogar de trabajadores inmigrantes. Se interesó por la moda a temprana edad y dedicó una vida a formarse como artista textil. Trabajó en grandes marcas y con el tiempo irrumpió en el escenario más importante de la moda, Nueva York, con una propuesta demencial para la industria: justicia social, estilo queer y representación.
Por Sol Cortez
El diseñador se presenta como latino y queer y ahí te rompe la cabeza, en el mismísimo corazón de la segregación social Chavarría abrió un camino. Es el primero en reivindicar sus raíces proletarias y construir un estilo que conmueve desde allí. Ha sido su capacidad creativa pero también su elección de pararse desde ahí para el mundo, lo que le valió el galardón a mejor diseñador del año.
Trabajó en grandes casas de moda como Calvin Klein, Ralph Laurent, Joe Boxer y American Eagle. Supo absorber del corazón mainstring de la moda todo, para romperlo y construir desde sus escombros.
El diseñador se reivindica como queer y no esconde sus raíces latinas a la hora de pensar la composición de sus diseños. El mundo de la moda que en otro momento histórico lo hubiese desdeñado, hoy lo celebra. Todos lo hacemos.
Cuando conocí su trabajo quedé azorada, quienes conocemos de moda sabemos que es muy difícil abrir camino con un estilo tan disruptivo, Osar inspirarse y llevar a pasarela a cuerpos diversos, defender y representar a la comunidad lgtbqi+, hablar de justicia social y representación de clase en la moda, puede suceder. Pero todo junto y en las mejores pasarelas del mundo? Sólo Willy pudo lograrlo.
Pero hablemos de su estilo, como diseñador intenta comunicar desde la construcción de una imagen “chicana” (término ya apropiado y resignificado por parte de la comunidad mexicana para definir a su clase popular). En numerosas entrevistas destaca su intención: “Quería utilizar de mi pasado las cosas bellas que surgieron alrededor a la cultura chicana cuando yo me crié”
Algo que parecía no podía suceder en la moda, Willy Chaverría lo hizo posible. Creó un estilo que mixtura a la perfección las raíces originarias del continente, decodificando la belleza que existe en los atuendos que lleva cualquier hombre trabajador en las regiones más desfavorecidas de nuestra América Latina y le termina de dar un toque con la presencia queer. Es un cóctel de representación e identidad mestiza.
Con la conquista de América Latina surge un proceso que hasta el día de hoy nos atraviesa e interpela. La colonización europea, impone en cada plano nuestro desarrollo intelectual y cultural. Si bien, pareciera que nuestras raíces originarias se perdieron o fueron aniquiladas. Afloran y se yuxtaponen a las posiciones estilísticas europeas y anglosajonas.
En el caso de Willy Chavarría, se ve claramente como el diseñador elige exponer en el centro del poder de la moda sus raíces mexicanas por sobre las irlandesas. Porque el mensaje es darle entidad a lo que ha intentado invisibilizar desde la conquista: los cuerpos marrones, mestizos, de trabajadores que no encuentran representación en las grandes marquesinas hegemónicas.
Sus diseños reivindican la labor de trabajadores albañiles, músicos, repartidores de aplicación, inmigrantes que sufren y mueren en las fronteras de México y Estados Unidos.
En la selección y casting de los modelos, WC escoge jóvenes que transitan las calles como cualquier otro. Si la colección está inspirada en la comunidad LGTBQI+, o sobre repartidores de aplicación, busca ahí entre pertenecientes orgánicos a la comunidad. No es moda por que si, es moda para dar identidad y pertenencia.
El desarrollo de su estilo es tan rico que puede tomarse como síntesis rupturista de lo que han sido siglos de vestirnos por diseñadores y diseñadoras que no pertenecen a nuestra comunidad o que diseñan para grandes eventos y no para un simple trabajador de un local o puesto en un mercado. Todo esto mirado desde la óptica queer.
De la calle a las pasarelas, el creativo logró imponer una estética fagocitada durante años generación tras generación. Ver sus diseños es como observar las calles de cualquier casco histórico latino. La cultura hispana y los vestigios originarios colándose entre las grietas.
Porque a fin de cuentas es esa mirada la que nos devuelve un mundo más justo y amoroso. La que nos describe con amor, contando eso que nadie se atrevió a decir y a mostrar. Te muestra las calles latinas, pero no cualquiera, sólo las que nos muestran a todos y todas.