Resaltadas

Estoy saliendo con alguien y me enteré que votó distinto a mí

Pasaron las PASO y pasaron cosas…el consultorio, las redes, los pasillos se inundaron de historias de gente contrariada porque con quien comparten un vínculo sexoafectivo votaron diferente a ellas… “no puedo salir con alguien que votó a X”, “habla mal de mí que me siga gustando si votó a tal”, “cuando me enteré de que […]

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Pasaron las PASO y pasaron cosas…el consultorio, las redes, los pasillos se inundaron de historias de gente contrariada porque con quien comparten un vínculo sexoafectivo votaron diferente a ellas… “no puedo salir con alguien que votó a X”, “habla mal de mí que me siga gustando si votó a tal”, “cuando me enteré de que había votado a X me dieron ganas de dejarla”.

Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136. Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género.

Se la dejamos pasar a personas conocidas o algún familiar, pero ¿qué pasa cuando se trata de nuestros vínculos? ¿Podrías estar con alguien que adhiere a otra posición política?

Diferencias ¿irreconciliables?

La vida política contemporánea nos ha mostrado un escenario en constante cambio, donde las brechas y las diferencias partidarias parecen ser más pronunciadas que nunca, preguntamos más sobre ideología y política que antes, ya que son aspectos que se toman muchas veces como indicadores de personalidad. En medio de este intenso contexto, surge una pregunta relevante: ¿Es posible establecer/sostener vínculos significativos con personas que adhieren a una línea política diferente? Este dilema, refleja la tensión entre los valores políticos y las conexiones personales, ¿salimos sí o sí con personas con las que coincidimos en todo? Lo cierto es que hay una jerarquía en relación a qué aspectos tenemos en cuenta a la hora de hacer match ¿la línea política es uno de ellos?¿si no hay coincidencia es una red flag?

La historia de la humanidad ha demostrado que las diferencias políticas pueden ser fuente de conflictos tanto a nivel individual como social. Las líneas partidistas y las creencias ideológicas pueden infiltrarse en casi todos los aspectos de la vida, incluyendo las relaciones personales. Sin embargo, la cuestión de si es posible establecer vínculos sexoafectivos con alguien de otra línea política es más compleja de lo que parece a simple vista, aunque muy frecuente.

¿Qué nos aporta la psicología social?

La clave es reconocer el conglomerado multifacético que atraviesa a las personas. Si bien las posiciones políticas pueden ser una parte importante de la identidad de alguien, no son la única dimensión que define a una persona. Las relaciones basadas en los afectos, la confianza y la empatía tienen chances (no siempre) de trascender las barreras políticas, ya que quizás en la balanza pesan otras cuestiones, o lo político no es innegociable. ¿Los polos opuestos se atraen? La psicología social plantea que compartimos más similitudes de las que imaginamos, y es en estas donde se puede construir un terreno común. La similitud en los comportamientos y actitudes entre un individuo y sus pares es conocida como homofilia (la similitud conyugal se denomina homogamia) que designa la disposición de las personas a relacionarse con otras que son similares en varios atributos (Lazarsfeld & Merton, 1954).

La interacción con personas similares también es una fuente de gratificación y, al mismo tiempo, reduce los sentimientos de hostilidad y minimiza la probabilidad de conflicto en una interacción. La semejanza alienta la aprobación del entorno social en el que se produce la relación y favorece la aceptación de los pares (Leenders, 1996). La teoría de la atracción interpersonal predice que las parejas homofílicas producen relaciones más estrechas, satisfactorias y estables que las que no lo son. Esta “predisposición” isomórfica no implica que tengas o que debas ser una fotocopia con las personas que te vinculás (diferencias hay siempre), pero sí explica por qué hay más probabilidades de funcionar con alguien con quien te diferencias menos en áreas que resulten valiosas para vos. 

Un estudio realizado por las universidades estadounidenses de Rice y Nebraska-Lincoln, publicado en 'The Journal of Politics' y que analizó a 5.000 parejas concluyó que "para las relaciones a largo plazo, las personas ponen más énfasis en las ideas políticas de su pareja, su religión o su actividad social, que en sus coincidencias en lo que a personalidad o psicología se refiere". 

Democracia y tensiones

No obstante, la realidad es que las diferencias políticas pueden generar tensiones en una relación. Los debates acalorados en la diaria, las discusiones sobre políticas públicas y las elecciones pueden convertirse en áreas conflictivas si no se abordan empáticamente. Aquí es donde la comunicación asertiva, el respeto, la tolerancia, y sobre todo la aceptación desempeñan un papel crucial. No hay que olvidar que estamos en democracia, eso implica que cualquier grupo puede iniciar un partido político, y cada persona puede votar a quien quiera. Aprender a escuchar sin juzgar y expresar puntos de vista de manera respetuosa puede permitir que los vínculos con diferentes líneas políticas eviten que las diferencias se conviertan en divisiones insuperables.

Un aspecto importante a considerar es cómo las diferencias políticas se entrelazan con los valores fundamentales. A veces, las líneas políticas se derivan de creencias arraigadas sobre la justicia social, la igualdad, la economía y otros temas relevantes. Para algunas personas, éstos son tan fundamentales que pueden sentir que entrar en una relación con alguien que tiene opiniones políticas opuestas es incompatible con sus principios más profundos, les genera un intenso rechazo o animadversión. 

¿Qué podemos hacer?

En un mundo ideal, la diversidad política no debería ser un impedimento para establecer vínculos sexoafectivos significativos, hasta podría ser una una oportunidad para cuestionar las propias creencias y de aprender a convivir con otras ideas, pero no siempre es así. 

La realidad es que vivimos en una sociedad donde las tensiones políticas están presentes, y es necesario abordarlas con tolerancia y aceptación. Antes de entrar en una relación con alguien que tiene otra línea política, o ya estando en una, y al enterarse de que adhiere a la otra vereda, es fundamental tener en cuenta algunas consideraciones:

1. Comunicación: Charlas incómodas, plataforma indiscutible en un vínculo. Establecer un espacio seguro para hablar sobre diferencias políticas puede ser fundamental para evitar malentendidos y resentimientos.

2. Respeto: Reconocer que las posiciones políticas son sólo una parte de la identidad de alguien y que todas las personas merecen respeto independientemente de sus elecciones.

3. Valores compartidos: Aunque las opiniones políticas pueden diferir, no hay que invalidar el hecho de que resulta relevante para una gran mayoría compartir valores fundamentales como el respeto por los Derechos Humanos, la justicia y la igualdad. Es decir, lo importante es tener valores en común, independientemente del partido al que votemos.

4. Límites: Establecer límites claros sobre qué temas pueden discutirse y cómo, para evitar que las discusiones políticas se conviertan en argumentos destructivos (suelen decir que en la mesa no se habla de política, ni de religión, ni de fútbol).

5. Empatía: Tratar de comprender las motivaciones y experiencias detrás de las opiniones políticas de los vínculos puede fomentar la empatía y el entendimiento mutuo.

6. Validación: No significa dar la razón ni estar de acuerdo con todo lo que dice la otra persona, sino escucharla haciendo el esfuerzo de entender su perspectiva (aunque te parezca ilógica), dándole el mismo tratamiento que quisiéramos para las nuestras.

7. No te lo tomes personal: No necesariamente es un voto en contra tuyo, es un voto a favor de lo que esa persona considera lo mejor y valioso para sí en un momento determinado. 

8. Aceptación: No es sinónimo de resignación, se trata de no imponer a las otras personas nuestra elección, y evaluar qué tan de peso es esa brecha en nuestra propia escala de valores. 

PARA IR ACABANDO…

Generalmente consideramos presentarnos socialmente con personas que sean parecidas, tanto a nivel cultural como social, y que tengan un estilo de vida y valores similares, porque pensamos que tienen más probabilidades de funcionar con nosotras. Sin embargo, la posibilidad de establecer una relación sexoafectiva con alguien que tiene otra línea política depende de la disponibilidad de todas las partes de comprometerse, escuchar y aprender. Si bien las diferencias políticas pueden presentar desafíos, también ofrecen la oportunidad de crecimiento personal y la construcción de relaciones basadas en la diversidad y el respeto. Debido al mito del amor romántico de la media naranja crecimos normalizando la idea de que con las parejas deberíamos hacer un match total, eso casi nunca es así y eso no es necesariamente la crónica de una incompatibilidad anunciada; incluso en estos casos, apelar a la empatía y la aceptación es un recurso que puede ayudar a metabolizar el desencuentro y la desilusión.

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