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Barbicore: no todo es color de rosa

Estrenó la película Barbie y quedamos todas sorprendidas. En esta ocasión no solo voy a hablar de la tendencia Barbiecore, sino también de un cambio de época.  Por Sol Cortez ¡Atención! Esta columna contiene spoilers Durante un año se palpitó el barbiecore, miles y miles de publicaciones, eventos y difusión sobre la película Barbie inundaron […]

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Estrenó la película Barbie y quedamos todas sorprendidas. En esta ocasión no solo voy a hablar de la tendencia Barbiecore, sino también de un cambio de época. 

Por Sol Cortez

¡Atención! Esta columna contiene spoilers

Durante un año se palpitó el barbiecore, miles y miles de publicaciones, eventos y difusión sobre la película Barbie inundaron los medios de comunicación. Y en las semanas previas al estreno todo se pintó de rosa. Y cuando digo todo, es todo porque hasta los negocios más chicos de ropa en los barrios incluyó prendas rosas en sus vidrieras.  

Y es que la movida de marketing para instalar la película fue tan grande que era imposible esquivarla o quedarnos afuera, de una forma u otra terminamos inmersas en el babrieworld. Pero como toda tendencia, contiene una contratendencia con la que ejercen sinergia. Esta fue la de denostar todo este universo y sucedió con justa razón, ya que el mundo barbie ha sometido por décadas a las mujeres a parámetros de belleza y estereotipos hegemónicos. 

Mujeres rompiendo récords

Hago un breve repaso, porque si vieron la película, o no, igualmente les deberá haber llegado la historia de la creación de la muñeca que más recaudó a lo largo de la historia. Ruth Hendler, esposa de un ejecutivo de la marca de juguetes Mattel, desarrolló el diseño de la muñeca inspirada en su hija Barbara, a quien le gustaba jugar vistiendo a muñecas o figuras femeninas de aspecto adulto. Y el resto de la historia, la vivimos: el juguete más vendido a nivel mundial.

Tiempo más tarde la misma Ruth admitiría que lo hizo para que las niñas crecieran jugando a ser mujeres independientes económica y emocionalmente de los hombres. Y para que pensaran en otras aspiraciones más allá de ser esposas, madres y amas de casa. Desde este argumento partirá la directora y reconocida activista feminista Greta Gerwig para reescribir la historia y convertirse en la directora de la película más taquillera que una mujer haya realizado. 

Ruth Hendler, desarrolladora de Barbie

Barbie: el caballo de troya del feminismo

La fantástica frase del subtítulo no se me ocurrió a mí, sino que lo leí en un tweet antes de ver la película y con las expectativas bajísimas sobre lo que podía encontrarme. 

Pero realmente la narrativa construida por la directora Gerwig junto a la diseñadora Jacqueline Durran, lograron lo que nunca pensamos podía llegar a suceder, crear una barbie feminista. 

Cada una de las elecciones del vestuario fueron realizadas por Durran en su estudio y con la colaboración de algunos ítems de Chanel, que se destacan positivamente en escenas decisivas para la historia. 

Todos los personajes se relacionan con el entorno y con la historia que nos va contando Barbie, de una forma perfecta, la paleta de colores pasteles y en contraste con los flúos y el brillo; en cada uno de los diseños se refleja una clara influencia ochentosa. Viajamos con ella directo a esos años en los que la muñeca Barbie fue gloriosa a nivel mundial. 

Barbicore, la tendencia

No es casualidad, ya que Gerwig creció jugando con Barbies, ella misma reconoció que fue su juguete predilecto durante la niñez. Será por eso que decidió mostrarla como la conocimos, una mujer tan perfecta e irreal que sólo puede sobrevivir por un entorno que la posiciona como objeto; y al mismo tiempo eso ficticio se vuelve real y durante la película viajamos junto a ella en un nuevo descubrir donde surgen nuevas preguntas, nuevas formas de verse como Barbie y como mujer. 

La película a simple vista parece hacer mucho hincapié en la relación entre la muñeca, su ropa y sus contextos. Y Durran cumple al pie de la letra con el objetivo. La ropa, la moda son importantísimas para Barbie, podríamos decir que es intrínseco a su personalidad. Este es el nodo que en la película nos conduce al relato más profundo: el feminista y anticapitalista. 

Gerwig traduce en un éxito de la cultura pop como es Barbie, un quiebre de la sociedad actual y se vive en todo el mundo, como lo es una nueva ola feminista. 

Con los aspectos más icónicos de un objeto de culto y masas como lo es esta muñeca puede relatar una historia que refleja lo que millones de mujeres estamos viviendo. La misma muñeca con la que crecimos y refuerza los estereotipos que hoy discutimos es la que se suma a la ola para surfearla junto a nosotras. 

Y en este punto me parece importante recalcar que toda esta narrativa no incluye en ningún momento a disidencias y al colectivo LGTBIQ+ lo que no debe dejar de decirse, porque lo que no se nombra carece de representación y en nuestra sociedad el binarismo no es el único camino. 

Sé lo que quieras ser

Barbie es perfecta y está en lugares perfectos, es concreta porque al parecer podemos llegar a ser ella: libre, independiente, exitosa. Barbie “se lo que quieras ser” fue el lema durante años y quiénes crecimos en los ´90 y jugamos con ella sabemos lo emocionante que era recibirla, poder vestirla, que interactúe con el entorno, crear un mundo e historia para ella. Estimular nuestra imaginación y cargarla de esos sueños que de niñas queríamos cumplir siendo grandes. 

Pero como bien se representa en la película, ese contexto es limitado y exigente, es “sé lo que quieras ser” pero dentro de éstos parámetros, en los que sos funcional para un sistema capitalista y patriarcal. Sí en la película de Barbie se crítica abiertamente al sistema capitalista y al patriarcado. Un sistema que estimula el consumo, tanto que nos ubica a las mujeres como objeto del mismo. 

Este concepto de objeto se trabaja durante toda la película, se va desandando y conduce a un final inesperado para una muñeca (mujer) a la que siempre le dictaron cómo y qué ser. 

La cantidad de vestuario y objetos que se generaron para la producción de la película y todo lo que implicó el barbiecore, expone lo contradictorio de lo que se denuncia pero no deja de confirmar que la muñeca es producto de este sistema y a través de esto nos permite replantearnos discusiones e ideas que llegan a la pantalla grande. 

La representación de un mundo hermoso del que todas queremos ser parte pero que no podemos alcanzar, porque se sostiene con el 99% de las mujeres para que un 1% encarnadas en una ficticia Barbie y una real Ruth Hendler, puedan acceder a derechos que para pocas son privilegios y que para el resto sólo llegan a ser objeto de juegos y fantasías. Esto también se representa en la película y quienes la vimos terminamos interpeladas en muchos aspectos.

En mi caso, Barbie fue mi juguete preferido. Mi mamá hizo grandes esfuerzos para que tenga las mías. Esa muñeca despertó en mi, amor por la moda y mi deseo más grande, el de ser diseñadora. Ver la película me recordó esa niña que fui y como deseaba un mundo distinto, aspirar a poder vivir una vida distinta.  Jugar con ella lo fue todo, porque reafirme representaciones de mujeres que ya me rodeaban: mis abuelas, mi mamá y mi tía. Ellas ya estaban trabajando en armar ese mundo con el que yo sólo jugaba a construir, un mundo empático en el que yo pudiera ser lo que quiera ser. Junto a mis hermanas y amigas, construí valores de empatía, solidaridad y compañerismo, para que otras mujeres tengan las mismas oportunidades que nosotras y todas las que deseen. Está columna está dedicada a ellas.

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