Por la falta de lluvias, el dragado de la cuenca y numerosos fenómenos climáticos que son responsabilidad del ser humano, el Río Paraná enfrenta una bajante que alarma.

Foto: entreriosya.com.ar
Por Carmela Laucirica
El Río Paraná fue noticia los últimos días y las novedades no son alentadoras. En medio de una puja por el control de la Hidrovía, la bajante del río preocupa por su similitud con la que hubo en 1944, la cual fue histórica. Aquel año, el Paraná alcanzó un nivel de 1,03 metros por debajo del 0 (cero); mientras que ayer el hidrómetro registró 0,29 metros por encima del 0 (cero).
En diálogo con Anibal Faccedini -director de la Cátedra del Agua y del Centro Interdisciplinario del Agua en la UNR– nos preguntamos por las causas de la bajante, así como también por las posibles medidas a adoptar para no seguir lamentando este suceso. El magister y especialista en ambiente y desarrollo sustentable comenzó por aclarar que «esta situación de bajante del Río Paraná es un tema complejo».
«Nosotros apoyamos el ambientalismo inclusivo, lo que significa que no solo se analiza flora y fauna, sino también a las personas humanas. Es por eso que se tienen en cuenta cuestiones como las políticas públicas, que afectan a la especie humana», dijo Faccedini a este medio.
Al preguntarnos por las causas de la actual bajante del Paraná, Anibal respondió que la principal es la falta de carga hidrológica o pluvial. Esto es por una menor cantidad de lluvias en el sur de Brasil «que cargue de agua al Río Paraná». «Nosotros lo que vemos es que esa es la causa principal, pero creemos que hay causas secundarias que hay que analizar para seguir con esta visión inclusiva: el cambio climático, el dragado, la deforestación y la gran cantidad de represas hidroeléctricas que quieren construir al sur de Brasil (hay más de 40 que tienen su incidencia negativa en la problemática», añadió el especialista.
Desde el ambientalismo inclusivo, Anibal y su equipo analizan los ecosistemas como complejidades en donde un elemento disruptivo como una empresa hidroeléctrica tiende a disfuncionalizar algo que no está previsto por la naturaleza. Lo construyó el hombre para su beneficio, no lo pensó la naturaleza, y este debe ser un componente más a tener en cuenta cuando hablamos de bajantes. En base al Tratado del Rio de la Plata, corresponde revisar cuestiones como estas. Hay una deuda pendiente que incide negativamente en esta sequía que ahora vemos en el Paraná.
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La bajante se asemeja a la de 1944, pero no del todo
«Esta sequía remite a la del 44, pero tengamos en cuenta que la de aquel entonces no contaba con la densidad demográfica y el flujo comercial que tiene ahora el Rio Paraná», advierte Anibal. En 1944 hubo una sequía importante, pero no se utilizaba el Paraná con la misma intensidad que ahora, ya sea para el comercio, la pesca o el abastecimiento humano; y eso no es un dato menor.
Ante esto, adherimos al pensamiento de nuestro entrevistado: debemos reflexionar sobre un cambio de paradigma cultural, social y ambiental. Actualmente, priman las políticas públicas orientadas al extractivismo y el crecimiento económico a costa de los ecosistemas argentinos, lo cual podemos ver en nuestro Río Paraná.
¿Qué se puede hacer? En esta oportunidad, citando a Anibal, la propuesta va por el lado de tener un consumo más bajo de agua. «Hay localidades con un consumo de 350 litros por día por persona. La OMS recomienda entre 50-100», apunta el director de la Cátedra del Agua en la UNR. Esta falta de agua viene a denunciar las injusticias sociales y ambientales de nuestro país: no todos tienen acceso a ella.
Cuando la charla va llegando a su fin, nuestro entrevistado sentencia con su visión: «el problema del agua es un problema de falta de políticas de Estado y falta de cultura ambiental. Hay una logica mercantil que se quiere aplicar al agua, cuando se trata de un derecho humano esencial».
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Foto: Sebatián Suárez Meccia/La Capital
Otras voces que también explican lo que pasa en el Paraná
Según los especialistas, existen posibilidades de que se alcance la marca histórica del año 1944, cuando el río llegó a menos de un 1,40 de profundidad en pleno puerto de Entre Ríos. Un ejemplo que sirve como suerte de anticipo es la sequía que se pudo ver entre la isla Puente y el islote Curupi, en Entre Rios.
Sumándose a las causas enumeradas por Anibal Faccedini anteriormente, están el cambio climático y el dragado del río. También el aumento de la navegabilidad fluvial, la deforestación, los incendios, la expansión de la frontera agrícola y ganadera, la contaminación industrial, los residuos cloacales y urbanización constante.
«La bajante récord del río Paraná lleva 730 días y estiman que continuará hasta diciembre», aseguró en Corrientes Juan José Neiff, investigador del Conicet. Para Neiff, “la cuestión no es solo la bajante extraordinaria del río Paraná, sino el tiempo ininterrumpido en esta situación». Esta semana, el hidrómetro registró una densidad del agua de 0,29 metros, altura que no se registra desde 1944. Esto podría traer como consecuencia la falta de agua en algunas ciudades y la presencia de algas tóxicas, conocidas como cianobacterias.
La aparición de estas algas “puede ocasionar problemas hepáticos en los animales si la consumen. Y también en las personas que se metan y traguen agua del río. Puede generar también algún tipo de alergia en la piel”, dijo Neiff sobre la posibilidad de cianobacterias. Adicionalmente, el investigador del Conicet explicó que “desde 1901, que se inició el registro hidrométrico en Corrientes, no se presenta una situación similar, tan extendida en el tiempo”.
Por su parte, desde el Instituto Nacional del Agua indicaron que «prevalece una tendencia descendente en todas las secciones del río Paraná en territorio argentino. Continuará predominando en los próximos tres meses”.
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Ante esta situación, el Gobierno nacional pidió a los ciudadanos de siete provincias limitar el consumo diario de agua ante la mayor bajante en 77 años del río Paraná. El pedido del Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo (Sinagir) apunta especialmente a las provincias de Misiones, Corrientes, Formosa, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires. En ellas el río abastece de agua potable y energía a importantes poblaciones urbanas.
Por las obras de dragado del Río Paraná, así como la ampliación de la frontera agropecuaria y la deforestación, especialistas indican que estamos ante una «sabanización del río». Esto significa la transformación del ecosistema, en donde se pierde flora y fauna. También se modifica la composición del suelo y la disponibilidad de agua en la cuenca del Paraná. Concretamente, la morfología del paisaje cambia drásticamente.
SABANIZACION DEL RÍO PARANÁ.
— Rafael Colombo (@RafaColombo84) July 19, 2021
ANTES: dos islas separadas por el cauce del río.
HOY: ambas islas unidas por un arenal seco.
Un holocausto ambiental donde se evidencian las consecuencias de un modelo económico productivo que profundiza la desertificación los ecosistemas. pic.twitter.com/wHs8p3IPXY