Nuevamente, el régimen talibán toma el control del país. ¿Cuál es el origen de este conflicto, que data de 1996 e incluso tiempos anteriores?
Por Redacción El Resaltador
Hace menos de 48 horas que Afganistán se encuentra bajo el control de el régimen talibán, país al sur de Asia y entre Pakistán e Irán, sin salida al mar. Desde hace 20 años, esto no sucedía, cuando tras el atentado a las torres gemelas en 2001 Estados Unidos invadió Afganistán en busca de Osama Bin-Laden. Esta vez, la ocupación talibán se completó con la huida del presidente Ashraf Ghani, y la toma de Kabul -capital afgana-.
Por tratarse de un país céntrico, muchos países han intentado dominar Afganistan sin tener éxito. Por ejemplo, en 1842 fue Gran Bretaña quien quiso ocupar la zona y no lo logró. También en 1979, un intento de la URSS de convertir a Afganistán en un estado satélite fracasó, abandonando el país en 1989. En este último caso, Estados Unidos no podía permitir que Afganistán quedara en manos de Rusia. Por ende, el país norteamericano decidió financiar, fomentar y apoyar a los rebeldes afganos: los famosos «mujaidines».
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En una oportunidad, los británicos finalmente lo consiguieron: convirtieron a Afganistán en un protectorado hasta que el país se independizó en 1919. A partir de ahí, se convirtió en una monarquía, cuyo rey fue Ghazi Amanullah Khan: un nuevo Estado islámico.
A partir de esto, se produjeron divisiones étnicas dentro de Afganistán. La principal etnia del país son los pastún, personas que viven en las montañas mayormente, pastores y campesinos. Se caracterizan por ser tradicionalistas. También hay tayikos, uzbekos, nuristaníes y hazara. Respecto a la religión, Afganistán primero fue un país predominantemente budista, pero luego llegó el islam con los árabes.
¿Qué sabemos sobre los talibanes?
El fundador y líder original del régimen talibán fue el mulá Mohammad Omar (1994), quien pasó a la clandestinidad después de que los talibanes fueran derrocados por las fuerzas locales apoyadas por Estados Unidos en 2001. En general, el paradero de este tipo de figuras dentro del islam es tan secreto, que cuando mueren se conoce la noticia tiempo después. Usualmente, se hacen estimaciones sobre la edad o la ubicación de los mulá, pero rara vez se sabe con exactitud.
En palabras de Fernando Duclos (Periodistán): «el funcionamiento interno y liderazgo del movimiento talibán siempre estuvieron envueltos en un halo de misterio, como cuando gobernó el país asiático entre 1996 y 2001». Vale decir que regímenes como el talibán se respaldan en la instauración del orden mediante herramientas como la religión. Tal es así que el fundador de este colectivo fue un clérigo ultraconservador, quien había estado en Quetta, una ciudad pakistaní que linda con Afganistán.
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¿Por qué es importante tener en cuenta a Quetta? Porque fue una ciudad clave para las y los afganos, quienes se refugiaron allí durante la guerra civil en la que la URSS quiso invadir su país. De esta manera, y dado que la URSS era un país ateo, los discursos religiosos ultraconservadores en Afganistán propiciaron una mentalidad en la que el orden tenía que venir de la mano de una religión sólida.
«Hoy se sabe que muchos de esos discursos ultraconservadores de aquellos clérigos habían sido difundidos gracias a folletos que se imprimían en la Universidad de Nebraska, financiados por EE.UU. Era parte de la contraofensiva para vencer a la URSS en la década del ’80», apunta Fernando Duclos en un hilo de Twitter.
La religión como bandera
En esta parte de la historia es donde los talibanes pisan fuerte, dado que su discurso se inserta en una sociedad -la pastún- muy religiosa y conservadora. Así, a través de la religión se instaura una idea de orden y disciplina absoluta. ¿Cómo se traduce esto en términos prácticos? ejecuciones públicas en los estadios, apidación por adulterio, corte de manos a los ladrones, flagelación a los alcohólicos.
Para los hombres: barba y pelo corto obligatorio. Para todos: debían rezar cinco veces al día. Para las mujeres, la peor parte: machismo en su máxima expresión. Se les tenía prohibido cantar, pintar, bailar; salir a la calle solas sin compañía masculina. Tampoco ir a la escuela ni a los hospitales. «Presas dentro de sus hogares e invisibles en el espacio público». Así definió Amnistía Internacional a la situación de las mujeres después de que los talibanes asumieran el control de Afganistán en 1996 hasta 2001.
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El atentado a las torres como punto de inflección
Con el paso del tiempo, el mundo comenzó a ver al régimen talibán como un enemigo violento, percepción que llegó a su punto cúlmine con el atentado a las Torres Gemelas en 2001. A partir de ahí, Afganistán se ubicó en el centro de la escena. ¿Por qué? de los 19 terroristas que secuestraron los aviones aquel día, 15 eran de Arabia Saudita. Además, había 2 de Emiratos Árabes Unidos.
A raíz de esto, el ex presidente George Bush decidió invadir Afganistán. Esta decisión tenía nombre propio: Osama Bin Laden. El jefe del grupo terrorista Al-Qaeda era un aliado de los talibán y se sabía que vivía en algún lugar en ese país. La autoría intelectual del atentado era suya: Bush sostenía que había que capturarlo.
En 2011, cuando comandos estadounidenses asesinaron a Bin Laden, la guerra en Afganistán se estancó. «No tenemos rumbo, no sabemos muy bien qué estamos haciendo», admitieron desde el ejército estadounidense. Mientras tanto, la democracia en Afganistán ya estaba instaurada. Así, llegó lo que Trump anticipió y Biden concretó: las tropas estadounidenses se fueron de Afganistán. El régimen talibán no pudo ser derrotado; así como Gran Bretaña y la URSS, EE.UU también perdió.
No pongan en peligro los derechos de las mujeres
Tras la nueva llegada de los talibanes al poder afgano, el dirigente Enamullah Samangani indicó: «el Emirato Islámico no quiere que las mujeres sigan siendo víctimas». «El Emirato Islámico de Afganistán está listo para proveer a las mujeres de un ambiente de trabajo y estudio. Y (para permitir) la presencia de las mujeres en diferentes estructuras (del Gobierno) de acuerdo a la ley islámica y a nuestros valores culturales», agregó.
«Tales promesas deben ser honradas, y, por ahora -de manera comprensible, dada la historia- estas declaraciones han sido recibidas con escepticismo», dijo Rupert Colville, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en un comunicado.
Para no olvidar las vulneraciones a las que han sido sometidas las mujeres afganas, un hilo de twitter que enumera 29 prohibiciones que se les han impuesto entre 1996 y 2001.