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Vox Fascis: la mentira de la homogeneidad étnica en España

La ideología subyacente a los discursos anti inmigración, en el caso de Vox, es siempre justificado por ellos desde un nativismo historicista que consiste en el mantenimiento de la homogeneidad etnocultural de la sociedad española. Por Fernando Ortiz Sosa de Es de Politógolos España... ese país al que en algún momento se los llamó la […]

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La ideología subyacente a los discursos anti inmigración, en el caso de Vox, es siempre justificado por ellos desde un nativismo historicista que consiste en el mantenimiento de la homogeneidad etnocultural de la sociedad española.

Presidente de Vox, Santiago Abascal. Foto: Infobae.
Por Fernando Ortiz Sosa de Es de Politógolos

España... ese país al que en algún momento se los llamó la madre patria, que más que madre, parecía un amo maltratador. Nos unen muchas cosas con ese país desde el idioma en común y una religión implantada a fuerza de genocidio hasta alguno de nuestros ancestros. A su vez, también nos unen algunos discursos de odio que cada vez proliferan más de ambos lados del atlántico.

Uno de esos discursos es sobre los inmigrantes. Es tan común escuchar algún argentino blanco y urbano echarles la culpa a los bolivianos, peruanos o venezolanos de lo que sucede en el país; como ver a un español también blanco y urbano, acusando del declive de su país a los musulmanes, africanos o sudacas. El rechazo a la inmigración es, para ser honestos, un hilo conductor de todos los fascismos, tanto los anteriores, como los actuales.

Pero para que un discurso de odio tenga éxito en una sociedad, necesita de referentes políticos, sociales y culturales que lo apoyen y se retroalimenten mutuamente con esta sociedad. Es así que uno de los principales discursos de las derechas es siempre en contra de la inmigración de personas que ellos consideran, vienen de países menos desarrollados. En España, VOX, representa casi a la perfección esta tendencia.

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Nacido en el año 2014 como una escisión del Partido Popular, Vox se convirtió rápidamente en la tercera fuerza política de España. Puede ser también que la crisis de representación política de la última crisis provocara el nacimiento de expresiones de ultra derecha y de una izquierda (un poco menos) moderada que la que representa el PSOE, como es Podemos.

Vox se propone canalizar los votos de ese sector social que se muestra desencantado y decepcionado de la política tradicional bipartidista española. Ellos al principio se presentan ante la sociedad como un partido de centro-derecha liberal, pero poco a poco fueron mostrando los dientes, se sacaron la careta y hoy se muestran como una de las expresiones de derecha neofascistas más importante de Europa.

Movilizaciones en contra de los discursos de odio en España. Foto: eldiario.es

Además del típico discurso liberal de protección de la libertad, propiedad privada y familia; desde Vox se promueve un fuerte discurso anti inmigración. 

La ideología subyacente a los discursos anti inmigración, en el caso de Vox, es siempre justificado por ellos desde un nativismo historicista que consiste en el mantenimiento de la homogeneidad etnocultural de la sociedad española. Sí, suena extraño viniendo de un país que tiene tres regiones cuasi separatistas dominadas por una central bajo el trono de un Rey. Pero vamos a hacer un rápido repaso de los orígenes étnicos de la actual sociedad española.

Toda culpa del “Azote de Dios” y la naturaleza

Para empezar, nos tenemos que remontar a casi dos mil años atrás, cuando la península ibérica era un lugar muy fértil dominado por tribus mayormente celtas en el norte, proveniente de las islas británicas por un lado y una mezcla de otras tribus (fenicios, cartagineses) que se asentaron en la región centro y sur varios siglos antes. Luego, a partir del año 218 antes de Cristo, comienzan a aparecer en la zona los romanos, que terminan de dominar la península un par de décadas antes del año 0.

Pero, ¿sabían que la expansión romana tuvo como ayudita a la madre naturaleza? Da la casualidad que, entre el Siglo III a.c y el Siglo III d.c. (600 años de mayor esplendor del imperio romano), tuvo lugar una fase de bonanza estable y con temperaturas suaves, a la que se ha llamado periodo cálido romano. Hubo veranos más cálidos y secos e inviernos más húmedos y suaves, ayudando a mejorar los procesos de cultivos y sistemas de producción mediterráneos, base de la forma de vida y economías romanas que luego fueron exportando a los territorios conquistados. Eso permitió que la expansión se hiciera hacia el norte, llegando a dominar casi todo Europa y la mitad de las islas británicas.

Pero luego, entre el año 250 y 300 de nuestra era hubo un cambio climático que supuso un enfriamiento de un grado de promedio en toda Europa occidental. Esto, por supuesto, comienza a afectar la producción alimenticia y agravó la crisis que comenzaba a mostrar el imperio por la lucha del poder, el desgaste y la corrupción interna.

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Las bajas temperaturas se sintieron también en Asia Central, provocando que una tribu en especial, muy belicosa y que tenía en jaque a los distintos reinos chinos, comenzara a emigrar hacia el oeste en busca de mejores pastos para sus caballos: los Hunos quienes años más tarde, tendrían a su rey más famoso: Attila el azote de Dios.

Eso dio pie a un efecto de oleaje que llegó hasta España: La baja de temperaturas y fertilidad de la tierra provocaron que algunas tribus del norte europeo comenzaran a empujarse entre sí a climas más cálidos: anglos y sajones en Britania, Frankos, Varnos, Burgundios, etc hacia el sur. A su vez, los Hunos en el este, empujaban a otras etnias hacia el oeste, entre otros a Godos, Alanos, Vándalos y Suevos.

Estos últimos cuatro son importantes. Mientras los Suevos llegan al norte de España, los Vándalos y Alanos se ubican en el sur. Comienza una mixtura racial y cultural que ahora tiene mezclas antiguas celtas, influencias culturales romanas y ahora de tribus que originalmente son de Europa del este y del norte. Mas tarde, los godos se dividen en Ostrogodos y Visigodos, estos últimos, luego de un acuerdo con un ya debilitado imperio romano, se desplazan hacia Hispania para combatir a los Vándalos que saqueaban los ricos campos de trigo del norte de África. 

En definitiva, para la caída del Imperio Romano, la península ibérica era una mixtura étnica y cultural bastante heterogénea. Encima, un par de siglos más tarde, reciben la invasión musulmana que llega a conquistar gran parte de lo que ellos llamaron el Levante.

Historicismo selectivo de Vox

Si, ya sé... nos pusimos a hablar de historia muy antigua, pero todo tiene que ver con todo. En el caso de Vox, el historicismo es importante, pero vamos a ver (en base a lo que contamos más arriba) que es bastante selectivo. Habíamos dicho que ellos intentan defender una homogeneidad cultural propia de los españoles. Ya vimos que, durante casi 1500 años, esa homogeneidad no fue tal.

Está claro que, en la actualidad, si bien la derecha detesta todo tipo de inmigración, el odio está principalmente dirigido a los musulmanes, fundamentando que estas comunidades no respetan los valores liberales clásicos como la libertad de expresión, tolerancia religiosa, igualdad, etc. Estos discursos están apuntalados por referencias históricas que expresan planteamientos nativistas que, por exclusión, representan un rechazo a la otredad que representan otras culturas.

El selectivismo viene a partir de que ellos toman la homogeneidad cultural recién a partir del periodo de resistencia ante la invasión musulmana del Siglo VII-VIII y la lenta recuperación del territorio hispano hasta que en 1492 se retoma Granada, el último bastión árabe.

Por supuesto que esta apología a la gloriosa lucha de reconquista es algo que retoman del discurso franquista y que difícilmente se pude vincular con valores liberales que no existían en España en aquellos tiempos. Además, el partido muestra a sus líderes con una imagen pública que denotan masculinidad y espíritu bélico, como si de un soldado de la reconquista se tratara.

Esta exaltación del sentimiento nacional se conforma con la apelación a hitos y gestas históricas, como un identitario español étnico, como si en el país no existieran históricos reclamos en ese sentido. Afirman con orgullo la conquista americana como una forma de exportación de la hispanidad, negando, por supuesto, todas las consecuencias negativas que tuvo este periodo histórico para nuestros pueblos originarios y el saqueo de riquezas que representó la etapa colonial.

La actividad española conquistadora y colonizadora es defendida hasta con un programa, al que le llamaron 1492: Nuevo Mundo, con el fin de reivindicar las gestas españolas y restaurar una herencia gloriosa y mancillada, por, según ellos, la izquierda y el progresismo.

Pichones nacionasocialistas

El discurso de Vox no se queda sólo en el interior de España, desde ese partido se llegan a acuerdos de financiación con distintas expresiones de derecha latinoamericana, como ya hablamos en la nota anterior sobre lo que sucede con Castillo en Perú. A su vez, defiende la gestión y el discurso Trumpista en EE.UU y al Bolsonarismo brasileño.

Acusan a China de propagar el COVID-19 y fueron la voz cantante en todas las marchas anticuarentena en España y las posteriores antivacunas. Niegan sistemáticamente el cambio climático y, por supuesto, odian al feminismo casi tanto como a los inmigrantes.

Los lugares comunes en los que caen estos discursos de derecha son de cuidado, pues impactan enormemente en sectores de la población que se encuentran fuera del sistema por distintas causas y que son muy permeables a discursos simplistas que se muestran efectivos para canalizar los, cada vez, mayores descontentos causados por un sistema capitalista cada día más excluyente.

Por supuesto que las arengas de Vox y las derechas, nunca va a ser en contra de ese capitalismo salvaje, sino siempre en contra de la izquierda, los progresismos, inmigrantes, feminismos y cualquier otra expresión que no represente sus ideas conservadoras y liberales (ojo, liberales sólo en lo económico). 

En abril de este año, fueron objeto de amplios repudios por una campaña anti inmigrantes previa a las elecciones en la Comunidad de Madrid, donde mostraban la diferencia entre lo que el Estado supuestamente gasta en el mantenimiento de un inmigrante musulmán y lo que gana un jubilado con un fuerte sesgo xenófobo.

Foto: elpais.com

En América Latina, las derechas son europeístas. En Europa, por supuesto que también lo son y el argumento racial es similar al que se operó en la primera mitad del Siglo 20 en contra de los judíos. Por discursos similares aparecieron los Hitler, Mussolini o Franco, esa figura que Vox de manera solapada defiende y reivindica.

Santiago Abascal, líder de Vox, ya no tiene límites éticos o morales al momento de expresar sus sentimientos xenófobos. En Twitter (cloaca de la libertad de expresión, sin dudas) tiene una importante actividad mostrando sesgadas visiones de la realidad española. Pero a no espantarse demasiado, algo similar sucede aquí.

Los tweets de Abascal mostrando a musulmanes en situación de calle, o vendedores ambulantes o aislados hechos de delincuencia y exigiendo mano dura por parte de las fuerzas de seguridad, no son muy distintas a las expresiones argentas de algún Milei, Bullrich o Espert que busca repartir balas a los delincuentes o transformarlos en queso gruyere.

En conclusión, Vox aparece con un discurso sesgado, simple, que cae en espacios comunes, buscando conmover a sectores descontentos, a la vez que exalta valores nacionales con historicidad selectiva; todo en un país signado por separatismos e independentismos. Buscan mostrar una homogeneidad étnica inexistente, donde un vasco tiene más similitud con un irlandés que con un andaluz que lleva sangre mora en sus venas y donde un gallego es más parecido a un Suevo que un catalán que es bien godo.

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