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“Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?”

La figura de Borges flota sobre el imaginario social y literario argentino, está ahí aunque muchos pretendan no verlo. Aquel hombre, similar a un espíritu, se dedicó a construir laberintos y a esperarnos en el centro, como el Minotauro esperaba por sus víctimas. Por Cristian Montú Mucho se habla del lugar central que ocupa Jorge […]

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La figura de Borges flota sobre el imaginario social y literario argentino, está ahí aunque muchos pretendan no verlo. Aquel hombre, similar a un espíritu, se dedicó a construir laberintos y a esperarnos en el centro, como el Minotauro esperaba por sus víctimas.

Hablar de la literatura argentina y su relación con los lectores es hablar de Borges.

Por Cristian Montú

Mucho se habla del lugar central que ocupa Jorge Luis Borges en la literatura argentina, su figura es ineludible y constante, está presente, por ejemplo, en cuentos y en algunos poemas que todavía se leen y analizan en la escuela secundaria. Sin embargo toda lectura o análisis que pueda hacerse es siempre de manera superficial, y si se lo puede evitar, se lo evita.

La estelaridad y la fama lo preceden mientras que su obra sigue catalogada como difícil o inaccesible, pero hablar de la literatura argentina y su relación con los lectores es hablar de Borges, quizás el lector más ilustre del país. 

Construir un retrato honesto sobre la figura del autor no es sencillo y tampoco pretendo hacerlo directamente, la mejor forma que conozco es hablar de Borges a través de lo que algunas autoras escribieron sobre él. Por ejemplo, fragmentos de la vida y la personalidad de Borges nos llegan a través del perfil periodístico y biográfico que escribió Mariana Enriquez sobre Silvina Ocampo. Ella, su marido y Jorge Luis Borges fueron grandes amigos dentro y fuera de la escena literaria: “El afecto sincero, la dependencia incluso, son absolutamente evidentes en ese monstruo de tres cabezas que constituían Borges, Silvina y Bioy.”

Te puede: "La poesía es la única verdad"

Sara Gallardo, de quien hablaremos en otro momento y en otra columna, fue cronista de La Nación y se hizo eco de la muerte del autor argentino y escribió una crónica breve sobre el funeral que comienza con una imagen potente y final: “El cuerpo de Borges entró en la catedral de Ginebra mientras el tañido grave de las campanas sacudía el aire” Afuera, mientras tanto, la vida transcurre con naturalidad. Los famosos escritores que se esperan no llegan y el cuerpo de Borges es enterrado en la ciudad donde un ciclo se cierra para siempre.

En una ponencia leída durante el Congreso Mundial de Poetas en la Italia de 1986, apenas un mes después del fallecimiento, Olga Orozco escribió y leyó un texto sobre Borges donde lo misterioso de su figura es puesto en el foco de atención. La desmesura del autor, para bien o para mal, impidió que la gran mayoría pudiera verlo como una persona más. Y sobre las polémicas que nunca dejaron de rodearlo, Olga aclara: “No voy a contar la otra trayectoria, la de las circunstancias. No voy a contar los pormenores de una biografía.”  

Unicornios y chanchas

Borges nos advierte en el prólogo de El libro de los seres imaginarios -escrito en colaboración con Margarita Guerrero- que estamos ante una compilación de seres que han sido engendrados por la imaginación y que sería imposible completarlo alguna vez. Muchos de ellos pueden adivinarse en las obras del autor y otros aparecen para copar un espacio que había permanecido vacío en nuestro imaginario hasta el momento de la lectura.

El libro, que es un muestrario enciclopédico de seres mágicos y fantásticos, está dotado de una fuerza creadora insospechada, me atrevería a decir. Las páginas se leen rápido, los entes van tomando forma. Las distintas épocas históricas se entrecruzan y entonces criaturas tales como los unicornios y los dragones conviven con otros seres más locales.

Unicornios y chanchas: Animales viendo las estrellas - Fuente: @WeirdMedieval

Los seres imaginarios pueden variar según donde hayan sido vistos y quiénes se encargaron de recoger testimonios y dejar asentadas las características propias de cada uno. No es lo mismo hablar de dragones en oriente o en occidente. Los unicornios pueden verse como “...muy veloces asnos silvestres, de pelaje blanco, de cabeza purpúrea, de ojos azules, provistos de un agudo cuerno en la frente, que en la base es blanco, en la punta es rojo y en el medio es plenamente negro” y todas las versiones coinciden en que es imposible atraparlos con vida.

Entre Centauros, Cancerberos, Demonios, Esfinges y variedades del Ave Fénix aparece entremezclada la mítica Chancha con cadenas: “En el norte de Córdoba y muy especialmente en Quilino, se habla de la aparición de una chancha encadenada que hace su presencia por lo común en horas de la noche”, criatura que tampoco, según las fuentes del libro, pudo ser vista de cerca o atrapada ya que suele esfumarse ante el ojo curioso de quien no le teme.

Laberintos

¿Cuál es el mejor (o el más apropiado) de los libros para acceder a la obra de Borges y no abandonar en el intento? Sinceramente no sabría decirles. Cada libro de cuentos es único y cada uno tiene cuentos más dados a la lectura, para no recaer en el concepto de la facilidad, y otros más complejos, o que requieren niveles de análisis que a veces no podemos hacer por nuestra cuenta (o sí, dependiendo del ímpetu lector).

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Ser lectores nos permite abandonar, adelantar, saltarse páginas, volver a leer fragmentos y disfrutar de aquel texto que encaje con nuestros gustos. Con estos criterios estuve intentando leer  Ficciones, un libro de cuentos que reúne a su vez otros dos libros de Borges: El jardín de senderos que se bifurcan y Artificios. Los laberintos, los espejos, las ficciones que sustentan otras ficciones y las intertextualidades no escasean.

Algunos cuentos fueron omitidos por obra del destino y otros deliberadamente ignorados. Las ruinas circulares, aquel relato sobre un extraño hombre que llega hasta unas ruinas donde se dedicará día y noche a soñar con otro hombre al que debe darle forma para que cobre vida, es uno de los relatos más destacables, me parece. El protagonista logra su cometido no sin antes descubrir que él también es parte del sueño de alguien más: "Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo,"

Los comentarios sobre los demás cuentos me los guardo porque no creo que merezcan mayor atención, tal vez alguna charla de lector a lector.

Laberintos: El laberinto de Borges (San Rafael, Mendoza) - Fuente: TN

Despertar del sueño

Mientras esta columna se encontraba en proceso, de manera virtual se llevó a cabo el Festival Borges donde charlas, talleres y ponencias de diversos autores y autoras intentaron echar luz sobre la obra borgeana. Las conexiones dentro y fuera del arte son infinitas, las influencias en otras obras dentro y fuera del país también. Uno concluye que la figura del autor se hace cada año más grande y referencial, la grandeza literaria de Borges es innegable.

Quizás llegue el momento en que el Borges-famoso sea dejado de lado momentáneamente para darle paso al Borges-autor y entonces nos adentremos en su laberinto literario, y busquemos respuestas al interrogante que nos plantea en uno de sus tantos cuentos: “Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?”

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