Resaltadas

Regenerarnos a través del movimiento: semana de la movilidad sostenible

¿Por qué se celebra esta fecha? ¿Qué propuestas concretas existen a nivel local para promover realmente la movilidad sostenible? Una invitación a la reflexión y una propuesta para observarnos activamente como seres en movimiento.  Por Magdalena Gavier Desde el 16 hasta el 23 de septiembre inicia la celebración por la Semana mundial de la movilidad […]

🕒  13 minutos de lectura

 | 

¿Por qué se celebra esta fecha? ¿Qué propuestas concretas existen a nivel local para promover realmente la movilidad sostenible? Una invitación a la reflexión y una propuesta para observarnos activamente como seres en movimiento. 

Por Magdalena Gavier

Desde el 16 hasta el 23 de septiembre inicia la celebración por la Semana mundial de la movilidad sostenible. ¿Por qué se celebra? Es una semana que sirve como llamado a la reflexión y a la acción en todo el mundo, en sintonía con la urgencia de cambiar los hábitos de vida que nos fueron trayendo hasta donde estamos.

Te puede interesar: "El reciclaje como lucha activa por la justicia ambiental"

Concretamente se espera que sea una fecha aprovechable para informar y promover políticas, iniciativas y mejores prácticas de movilidad. Durante esta semana, en distintas partes del mundo se realizan actividades que procuran facilitar un debate amplio sobre la necesidad de cambiar las conductas de la población en cuanto a la forma de movernos.

Movimiento

La palabra movimiento está formada de raíces latinas y significa: "acción y efecto de mover". Su significado etimológico se compone del léxico movere, que quiere decir mudar algo de un lado a otro, y el sufijo miento, que significa acción y efecto.

El movimiento es permanente, es lo que nos da indicio de que hay algo vivo, por más mínimo que sea. El planeta Tierra es movimiento en sí: gira sobre su propio eje en movimientos de traslación y rotación. Quienes habitamos el planeta también estamos inmersxs en los movimientos del mundo, sutiles y abruptos. 

En física, el movimiento se determina como un cambio de la posición de un cuerpo a lo largo del tiempo respecto de un sistema de referencia. A lo largo del tiempo se han desarrollado diversas teorías vinculadas al movimiento: ¿Cómo se mueven los cuerpos? ¿Existen fuerzas que hacen que la corporalidad se traslade de un lado al otro? ¿Cómo se mide la duración del movimiento? ¿Para todas las corporalidades se traza la misma noción lineal del tiempo? ¿Existe una posición “inicial” desde la cual desplazarse? 

Podemos continuar con las preguntas que probablemente se hicieron quienes empezaron estudiando este campo. Lo cierto es que todas las significaciones tienen algo en común: el sentido de cambio y transformación.

¿Cómo nos movemos?

Todas las especies nos movemos diariamente (y constantemente) por distintos fines. En este caso me interesa entrar en el movimiento citadino, en cómo nos movemos en el espacio que habitamos -ciudad- en nuestro día a día. Si pensamos en formas de movernos (hacia nuestro lugar de trabajo, a una juntada con amistades, para ir a la verdulería, para ir a la escuela, etc.) podemos visualizar algunas imágenes: en colectivo, en auto, en bicicleta, caminando, en taxi. 

Según datos de la AFAC (Asociación de Fábrica Argentinas de Componentes) en el país circulan más de 13 millones de vehículos (de los cuales el 81% funciona a nafta, el 18% a diesel y el 15% con GNC). Hay solo 40 autos eléctricos matriculados y menos de mil híbridos. Casi un 50% del total de los vehículos se encuentra en la Provincia de Buenos Aires y CABA y casi el 24% en Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Hay un vehículo cada 3 personas.

También te puede interesar: "Acciones y propuestas para un desarrollo energético sostenible"

Estos datos no son menores: dan cuenta de la forma de movernos que tenemos quienes habitamos el país. Claro que dentro de esos números hay todo tipo de vehículos, de hecho el 85% corresponde a autos, el 11% a vehículos comerciales livianos y 3,6% de comerciales pesados, incluyendo camiones y ómnibus, sin considerar acoplados y remolques.

Claro está que movilizarse en un auto es ambientalmente mucho más costoso que cualquier otro medio de transporte. Las toneladas de CO2 que se emiten a partir del uso de vehículos movilizados por combustibles fósiles (petróleo esencialmente) tienen un impacto ambiental tangible. Y es que aquí entran tres variables en juego: la producción del vehículo y la del combustible en sí, y las emisiones generadas propiamente por la combustión del combustible. Si bien comparado con el impacto ambiental de otros sectores (como por ejemplo la industria ganadera y agricultura) en nuestro país no es tan alto, sí es importante que empecemos a vislumbrar algunas alternativas para movernos.

Movimiento alternativo

Es una realidad que el ritmo citadino nos lleva por delante y muchas veces nos obliga a movernos sin tiempo de reflexionar bien en qué ni si es realmente una elección o una consecuencia del ritmo. 

Quienes tienen el privilegio de tener un auto o moto, probablemente prioricen esa opción antes que ir en colectivo o bicicleta por una ecuación muy simple que nos atraviesa a los cordobeses: se ahorra tiempo, se viaja cómodo y te asegurás la llegada en relativa puntualidad (y que no te toque un día de paro, o un bondi que no pasó, o que no te levantó, o lo que sea).

Quienes tienen bici, rollers, patineta o monopatín, se aseguran que vas a llegar a horario y gastar poquísimo dinero, pero saben que hay un gran riesgo de accidentes (por falta de cuidados de los autos que cohabitan la calle), posibles robos, y sobre todo un viaje un tanto peligroso por falta de ciclovías y conexiones entre las pocas que hay.

Quienes eligen viajar en colectivo, saben que van a gastar una buena cantidad de dinero (aunque menos que yendo en auto), tienen grandísimas posibilidades de no llegar a tiempo (por el bondi que no pasó, no los levantó o no llegó a horario), y muchas chances de viajar parados o incómodos. Quienes eligen caminar, tienen asegurado que van a llegar a tiempo y gratis, pero con todas las otras posibilidades (especialmente de robos) al alcance de la mano. 

Y quiero dejar algunas preguntas que creo importantes para continuar reflexionando: nuestra ciudad, ¿Está preparada para las personas que tienen alguna discapacidad motriz? ¿Tenemos rampas en buen estado y seguras, semáforos para personas ciegas, barandas? ¿Todos los colectivos están preparados para subir a personas que utilicen silla de ruedas? Probablemente la respuesta sea no. Y entonces, ¿Qué hacer frente a esta deficiencia edilicia? ¿Cómo colaborar en la construcción de una ciudad más inclusiva? ¿Se tiene en cuenta la diversidad de los cuerpos cuando se piensa una ciudad? ¿Quiénes diseñan las ciudades? ¿Cómo ser ciudadanos activos en el diseño de la ciudad que habitamos?

Entonces estamos de acuerdo en que se vuelve un poco complejo decidir ante la falta de alternativas, inclusive cuando nos frenamos a reflexionar sobre cómo nos movemos. Pareciera que ninguna ecuación termina siendo lo suficientemente eficiente; no por el medio de transporte en sí, sino por la estructura de la ciudad en la que vivimos. Entonces, previendo esta situación y sin delirar propuestas pensando en que estamos en Ámsterdam o alguna otra ciudad europea que sí está preparada para moverse de manera más sostenible, propongo algunas alternativas a la hora de movernos:

  • Caminá siempre que puedas y esté a tu alcance: Tratá de que sea por zonas iluminadas (en caso de que lo hagas de noche), y donde haya otras personas. Priorizá elegir las avenidas o veredas donde haya locales comerciales para sentirte más acompañado. Andá chequeando tu entorno y, a menos que estés en el campo, no andes con el celu en la mano porque es probable que te genere distracciones al caminar, y también que te lo lleven. 
  • Sobre ruedas: si tenés bicicleta, rollers, patineta o monopatín, siempre es una excelente opción. Sabiendo las condiciones de nuestra ciudad y la escasez de infraestructura, siempre es recomendable usar casco, ir atento a las señales de tránsito, usar luces y andar con cuidado priorizando las bicisendas donde haya o las calles anchas que permitan más distancia con los autos.
  • Bondi: sí, todos y todas sabemos que no es la mejor opción en nuestra ciudad, pero a veces, especialmente para distancias largas que van de una punta de la ciudad a la otra, pueden ser una buena forma de viajar.

Ya sea que andes en bondi o seas el motor de las ruedas de tu bici, o no uses estos medios pero entiendas la importancia del cuidado de las personas, es importante que pidamos adecuaciones edilicias de la ciudad y mejores condiciones para los ciclistas. Más bicisendas coherentes y conectadas entre sí, mantenimiento de las que ya existen, estacionamientos seguros, promoción de espacios para reparar y/o armar bicicletas, ayuda económica para la compra de repuestos, etc.

A propósito de esto, desde Taller de Bicis el Vecindario (que más adelante voy a contar en profundidad de su trabajo) están realizando este relevamiento para conocer el estado y el uso de las bicisendas en la ciudad de Córdoba Capital. La idea es, a partir de los datos relevados, generar un proyecto para mejorar su estado y crear nuevos recorridos para que sea más seguro y práctico moverse en bici. Podés sumar tu mirada y participar de este relevamiento completando este formulario (también ayuda tu difusión).

  • Si tenés auto, compartí tu viaje: podés avisar en tu grupo de Whatsapp de la vecindad hacia dónde vas y el horario, y ver si alguien necesita trasladarse en ese momento también. Si no existe tal grupo, puede ser una linda oportunidad para acercarte a tus vecinos y proponer. Si conocés a alguna persona de tu barrio que use silla de ruedas para moverse, sea ciego o atraviese alguna situación que haga difícil el traslado en alguna de las opciones anteriores, podés ofrecerle un viajecito en auto para darle una mano. También hay muchos grupos de Facebook donde se ofrecen viajes a cambio de dividir gastos de combustible, o simplemente compartir unos mates o una charla. También existe la aplicación Carpoolear que facilita esta dinámica (especialmente para viajes largos, pero hay de todo). 

En este punto quiero destacar que en el compartir un viaje (de la distancia que sea) no sólo existe un impacto ambiental y económico tangible, sino que también hay un gran valor en lo intangible de abrirnos de la individualidad-en-cápsula que propone el auto, y dar lugar a la posibilidad de que otro pueda estar.

Es una forma de reparar el tejido social, de regenerar y fortalecer los vínculos entre personas: acercarte a las personas que viven en tu barrio/edificio/zona, saber cómo se llama tu vecino, qué hace de su vida, sus intereses. Es entender que en un acto tan simple como compartir una conversación (o un ratito de silencio) sucede una acción concreta de reparación social.

Mover el cuerpo

Más allá de las formas de movernos por la ciudad, y de la manera que elijamos para trasladarnos en nuestra vida, hay algo que quiero traer: mover el cuerpo. Creo que existe una energía propia de la humanidad, ancestral y natural, que se regenera al elegir nuestro propio cuerpo para trasladarnos. 

Reivindicar la caminata. Caminar tiene innumerables beneficios para el cuerpo biológico, como la renovación del oxígeno en la sangre, disminución de la presión arterial y del colesterol, aceleración del metabolismo, entre otros. Mejora la calidad de vida en general, y es tan sencillo como simplemente salir de casa y empezar a caminar.

No hace falta irnos a la montaña para sentir esa conexión con el propio ritmo del cuerpo para caminar: podemos estar en cualquier sitio y hacer consciente ese caminar. Caminar por el hecho de caminar, de observarnos en movimiento, de ver cómo el saber ancestral de ir de un lado al otro para conocer la tierra que pisamos, sentir el sonido del suelo que transitamos, observarnos de pie y con la capacidad de sostenernos. Percibir la gravedad que colabora en que nos sostengamos. Preguntarse ¿Cómo me siento cuando soy yo quien genera las condiciones para moverme de un lado al otro? ¿Qué pasa por mi cuerpo? 

Movida cordobesa

El Taller de Bicis del Vecindario es tanto más que sólo un taller de bicis de un barrio. “Es un refugio” asegura une de sus integrantes. “Es una comunidad”, dice otre. “Es construcción”. “Es amorosidad”. 

La historia de este taller “itinerante y a la gorra”, como describen en su cuenta de Instagram, se remonta al año 2017 cuando los hermanos Cuco y Cristian decidieron salir a la vereda a reparar sus bicicletas. Con el correr de los días se empezaron a acercar personas interesadas en aprender también a reparar sus bicis, a compartir unos mates, a charlar, a hacer comunidad.

Sus hermanos, Chiara y Abi, siempre co-habitando con ellos ese espacio, también fueron aprendiendo de reparación, del mundo de las bicis, del movimiento corporal, de la comunidad, y fueron desde el inicio personas activas en la construcción de esa comunidad que se iba gestando. 

En 2019, Cuco y Cristian se mudan de Córdoba y el espacio empieza a atravesar un proceso de transformación (como todo, se va moviendo). Quedan Chiara y Abi en el Taller y, de a poco y en distintos momentos, se suman Gi, Noe, Agus, Euka y Vali y juntes van creando los propios códigos, lógicas de trabajo y formas de vincularse. Actualmente, como equipo estable consolidado, comparten desde la horizontalidad (sin jerarquías), colectivizando conocimientos entre ellos y con los vecinos, respetando la diversidad de sus voces, las emocionalidades que van apareciendo, y aportando sus conocimientos y ritmos.

Es un grupo humano que “pone en jaque las lógicas del ritmo de la ciudad y las lógicas capitalistas”. ¿Cómo? Algunas pistas: 

  •  Existiendo. Desde la existencia misma del equipo y siendo integrado por diversidades y mujeres que habitan un espacio de taller y reparación que históricamente fue ocupado por varones cis.
  • Habitando la vereda. En los tiempos que corren, habitar la vereda es un acto político. Desafiar la dinámica citadina que nos ciñe y nos lleva a estar en nuestras casas inmersos en la individualidad, construir un refugio en la calle para niñeces y personas adultas es un gesto de amor hacia la comunidad. Cuando les preguntan “¿por qué la vereda?” Sin dudas su respuesta es siempre la misma: “¿Y por qué no? Si la vereda es nuestra, es de la gente, es de quienes la habitamos”. Al igual que todos los espacios públicos que piden a gritos ser habitados y ser parte de momentos de risas, de compartir, de conversar, de pensar. 
  • Reparando. Sin dudas la reparación es un acto político. Reparando objetos, en este caso bicicletas, no solo estamos reparando la materialidad del mismo, sino que estamos reparando nuestro vínculo con ese objeto. Estamos dándole otra oportunidad, estamos colaborando en que no se tire (y por ende, no se genere un nuevo residuo), estamos evitando que se compre un nuevo objeto (frenando un poquito el consumismo atragantado que nos impone el capitalismo), estamos dando lugar a la oportunidad creativa que se genera ante la situación de un algo roto, desafiando un poco a nuestras mentes para buscar una alternativa. 
  • Compartiendo. Este punto me parece importantísimo. Para los y las integrantes del Taller no solo se trata de reparar como acto de rebeldía, sino también de compartir los saberes. No trabajan únicamente (y como si fuera poco) en democratizar el acceso a un medio de transporte sostenible y saludable, sino que también en colectivizar el conocimiento que fueron aprendiendo sobre la reparación, para que todos puedan hacerlo de manera autogestiva. 
  • Tejiendo redes. ¿Qué sería de desafiar las lógicas del sistema sin una red de personas que nos acompañen? Ahí también está la magia: conectarse con otros, participar de espacios diversos, aprender, compartir, recomendar, promover la reparación del tejido social desde dentro. 
  • Pedaleando. La bici, como describió Abi “es libertad en movimiento”. Te permite ser parte de tu propio traslado, significa un momento de encuentro entre la bici, el cuerpo y la calle. Te da autonomía, independencia, salud, te permite habitar la ciudad de otra forma. Te da la posibilidad de ir compartiendo, conversando, disfrutando del paisaje, y sobre todo, estar más perceptivo a tu entorno (sonidos, colores, aromas, etc.)

Para conocer un poco más acerca del Taller, comparto un video video hecho por Milena Tiburcio, artista cordobesa y hermana de Euka (integrante del Taller):

Si te resuena la movida que impulsan desde el Taller, podés acercarte a participar y conocer más del mundo de la reparación y las bicis. ¿Dónde? Todos los sábados en la vereda de barrio Jardín, en Arballo de Bustamante 2812, de 11 a 14 hs (el horario puede ir variando con las estaciones), y también el sábado 24 de septiembre en la Plaza Alem (David Luque 1500) de 14:30 a 18:30 hs en el evento Córdoba Repara en tu Barrio, donde participarán junto a otros reparadores de la ciudad.

Para colaborar con la construcción del espacio, podés acercar repuestos de bicis (nuevos o usados), partes de bicicletas, herramientas (llaves, pinzas, infladores, etc.), difundir, participar, inspirarte y llevar la idea a otros espacios, ¡Contagiar la reparación!

Si querés contactarte con quienes integran el Taller, podés hacerlo a su mail: [email protected], o a su cuenta de Instagram.

Enterate acá
Enterate acá

Relacionado

Enterate acá

Más de lo último