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Nuestra responsabilidad: 10 consejos para trabajar la masculinidad

Ante los hechos de violencia y en pos de construir una realidad colectiva diferente, los varones debemos hacernos cargo. ¿Qué discursos buscamos manifestar? ¿Cómo trabajar nuestra masculinidad? En nuestra infancia, un modelo llega desde nuestro entorno para establecernos el cómo ser y cómo deberíamos ser para encajar en un sistema que espera de nosotros para […]

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Ante los hechos de violencia y en pos de construir una realidad colectiva diferente, los varones debemos hacernos cargo. ¿Qué discursos buscamos manifestar? ¿Cómo trabajar nuestra masculinidad?

En nuestra infancia, un modelo llega desde nuestro entorno para establecernos el cómo ser y cómo deberíamos ser para encajar en un sistema que espera de nosotros para seguir reproduciendo discursos que alimenten su idealismo.

En los tiempos que corren, frente a una necesidad de repreguntarnos por estos paradigmas y frente a la obligación de revisar nuestra postura histórica, dejamos nuestra situación de víctimas para declararnos responsables de nuestra acontecer.

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Por Pablo Mas:

Entiendo el indagar sobre tu masculinidad es una responsabilidad y una inmensa oportunidad como individuo para enriquecer tu vida. No hay caminos ciertos ni formulas infalibles, este es un humilde aporte basado en mi experiencia compartiendo con otros varones. Creo fundamental comenzar por donde puedas y sientas. Es un proceso que nos invita a repensar la interdependencia entre las construcciones y cambios colectivos y la responsabilidad como individuo.

1 De la culpa a la responsabilidad

No nos acomodemos en la culpa, es un lugar conocido para nuestra herencia judeo cristiana: “como siento culpa y tristeza ante el dolor del mundo, tan malo no debo ser”. Entonces me limito a sentirme mal releyendo las noticias y reflexionando sobre el daño que causamos. La culpa inmoviliza, nos aísla, y desde allí no podemos construir, no aportamos nada.

La responsabilidad es constructiva, es para adelante, es inspiradora. Me hago responsable de quien fui, de quien soy y sobre todo de quien quiero ser. La responsabilidad me saca de la indiferencia y me arroja a la acción.

2 Hay que rodearse de quienes lo están intentando

Buscá o generá un espacio de encuentro con otros varones. Aprendimos sobre la competencia y el individualismo. Debemos recuperar un sentido cooperativo, no es necesario hacerlo solos. Son tantos los varones haciéndose preguntas en soledad, con dolores, culpas, historias y miedos similares. No es necesario ser siempre la oveja negra del grupo de amigos o de la oficina.

Participar de espacios de encuentro, forjar nuevas amistades que te inspiren, es clave para sentirte acompañado, para aprender a sostener y ser sostenido. Tejer una red, refundar un sentido de lo fraterno.

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3 Es un proceso inspirador y enriquecedor

Hay que llenar de sentidos a las masculinidades, hemos heredado una carcasa vacía. El hombre vacío de sentidos es peligroso, consume lo que tiene en frente. No se trata solamente de tachar de la lista toda actitud machista que identificas, no se puede transformar la identidad desde la pura negación.

Repensar tu masculinidad es la oportunidad de revisarlo todo y preguntarte, tal vez por primera vez, cómo querés vivir, cómo querés relacionarte, cómo querés ser padre, amigo, amante, cómo querés ser parte de la construcción de una sociedad más justa. Cada aspecto de tu vida puede enriquecerse, y así enriquecer tus relaciones, enriquecer la vida de las personas que te rodean.

4 De la teoría y el discurso, al cuerpo y las emociones

Nos queda cómodo el papel de sabios que explican el mundo y las injusticias sociales. Siempre tuvimos los libros y los micrófonos a mano. Siempre fueron varones de corbata quienes nos explicaron el mundo. Habitar la intelectualidad no nos desafía tanto como indagar en nuestra historia personal, nuestro cuerpo y emociones.

No podemos quedarnos en un discurso correcto, moderno, progresista. Leer teóricxs puede nutrirte, pero no alcanza. El cuerpo es el primer territorio para repensar la masculinidad. Transformar nuestra sexualidad, nuestra relación con el placer, el deseo, la expresividad, la violencia, el afecto, la tristeza, etcétera, son experiencias que debemos pasar por el cuerpo.

5 Transformación individual y colectiva

“Los cambios individuales no sirven para problemas sistémicos” sostienen muchos y allí se quedan. Es necesario trascender la dicotomía entre vías individuales y colectivas. No alcanzan por separado. No podemos quedarnos preguntándonos si es primero el huevo o la gallina.

El transformar la masculinidad desafía las formas conocidas de hacer política, porque tiene un componente ineludiblemente individual, no alcanza con asambleas, marchas o discursos públicos. La violencia sucede en la intimidad, los sentidos construidos son expresados en la vida cotidiana, en nuestros cuerpos, nuestros pensamientos, emociones y acciones. ¿Te vas a quedar esperando la conformación de un gran frente nacional? ¿La organización de una mega marcha? ¿Formar un grupo de choque callejero anti acoso? ¿La sanción de nuevas leyes o más presupuesto?

Un cúmulo de individuos alienados no puede construir nada superador, tenemos nuestra primera responsabilidad con la masculinidad que habitamos, con el individuo que somos, y desde allí brindarnos al colectivo. De nada sirve una construcción colectiva ejemplar si en casa somos incoherentes, tampoco mirarse el ombligo y desentenderse de nuestra dimensión vincular y social.

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6 No hay atajos, es un proceso

Qué no nos gane la impotencia, esto es un cambio cultural que llevará tiempo. La constancia es clave para sostener estos cambios.

7 No esperes aplausos, ni permitas que las críticas te detengan

Tenemos que salir de la cobardía del miedo a ser criticados o del deseo de ser aplaudidos o reconocidos como “hombres buenos, reconstruidos”. Este tiempo amerita que salgamos de la comodidad, que accionemos desde la convicción, asumiendo la probabilidad de equivocarnos y volver a empezar. Sé mejor de lo que fuiste, esa es la primer responsabilidad. Tenemos que preguntarnos que es lo que necesitamos como varones para cambiar las cosas que queremos cambiar y accionar, tanto a nivel personal como colectivo.

8 Nos interpelemos con preguntas, hablemos en primera persona

Creo que no es efectivo juzgar constantemente a tus pares, simplemente no funciona. Nos interpelemos con preguntas que nos movilicen, que nos hagan crecer. Cuando solo nos señalamos y juzgamos unos a otros las vías de comunicación se cortan, no se trata de convertirte en el policía de cada conversación con amigos.

Llevá nuevas preguntas a tus grupos, es más efectivo y menos desgastante que exponerse constantemente a la confrontación. Invitemos a hablar en primera persona, nuestras historias, vínculos, tendemos a evadir lo personal queriendo explicar solamente lo estructural, lo macro.

9 Repasá tus historias vinculares

Obsérvate de manera auto crítica en toda tu historia vincular, preguntándote como fuiste con cada persona. Llevá toda la coherencia y el cuidado a tu vínculo actual, ese es el campo de acción para poner en práctica eso que deseas para la sociedad. Tus relaciones son el campo de acción concreto para poner en práctica tu intento de algo mejor.

10 Habitar la incertidumbre y el dolor

No hay respuestas, caminos ni formas conocidas para llevar adelante este cambio cultural. No se trata de tener todas las respuestas para iniciar este proceso, sino más bien de aceptarte en la incertidumbre. Aceptar que no sabía cómo hacerlo fue lo que me llevó a encontrarme con otros varones. Compartir esas dudas con otros es tremendamente transformador y nos saca del papel del hombre que todo lo sabe y todo lo puede.

Transformar la propia identidad duele, repensar la masculinidad es repensarlo todo, y eso da miedo. Los vínculos, las emociones, el sexo, la amistad, el éxito, la familia, el trabajo, todo puede tambalear.

Juan Martín Maldonado

Soy el community manager de la Coope. Me recibí de Lic. en Comunicación Social pero mi escuela fue ER. La montaña es mi hogar, el trail running mi mayor compañero.
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