A veces se deja la tierra por la vida, otras por conseguir un teléfono nuevo. La invitación de la editorial es a indagar sobre la forma que tienen los grandes medios de comunicación de presentar un mundo idílico fuera de Argentina, viajar en la historia y romper con algunos discursos poco realistas sobre el vivir afuera.

Por José Feliciano Fisichella
Con el advenimiento del Estado moderno, la migración pasó a constituir un eje de debate político en relación a los requisitos que debe tener el inmigrante, como así también los ejes condicionantes que hacen que una persona tome la decisión de abandonar su lugar de origen.
Lo cierto es que la migración es un proceso natural de todas las especies, de hecho la humanidad obtuvo parte de su desarrollo mediante procesos migratorios. Pensemos que en la época en la que el ser humano era cazador–recolector, debía migrar de un lugar a otro en búsqueda de mejores condiciones de vida. Con el desarrollo de la agricultura y la ganadería, la humanidad comenzó a acentuarse en puntos fijos. Pero esto tampoco puede dejar de lado la importancia de los intercambios comerciales, intelectuales y sociales a lo largo de la historia. Por ejemplo, sin el Islam Occidente no hubiese tenido Renacimiento.
La migración en el Siglo XX
Durante el siglo pasado se dieron grandes oleadas de emigrantes hacia nuestro país, principalmente huyendo de las guerras y crisis por las que pasaba el viejo continente. Pensemos que en menos de 30 años Europa vivió dos guerras mundiales y el fascismo. El problema no era solamente el hambre, sino también el riesgo de la desaparición física frente a regímenes totalitarios.
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La decisión de dejar la propia tierra no era algo que se pudiera planear, sino que se tornaba de primera necesidad con tal de sobrevivir. Un ejemplo común fue el de los judíos saliendo de la zona de influencia alemana con el ascenso del régimen nacional socialista. En el caso de muchas familias argentinas, los italianos y españoles huyeron de los delirios fascistas de Mussolini y Franco.
Podemos recapitular que los procesos migratorios de la Europa del siglo XX tenían como finalidad preservar la vida misma. Es por esta razón, que muchos venían con lo puesto y decididos a trabajar de lo que sea. Otro factor sin dudas fue el idioma, fundamentalmente en aquellos que vinieron de naciones que no tenían una lengua romance.
¿Pero somos hijos de los barcos? Sí, por supuesto que muchos lo somos. Pero de los barcos de los más pobres del viejo continente, de esos navíos que venían con ratas y poca comida. Para desgracia del sueño de muchos, no descendemos de la aristocracia europea.

Las olas migratorias humanitarias actuales
Las intervenciones de la OTAN en países de Oriente Medio nos hicieron ver nuevas olas migratorias como la de los sirios, afganos e irakíes. También permitieron tomar dimensión del enorme problema que vive el pueblo palestino desde hace años, que a consecuencia de una invasión imperialista, muchos deben vivir fuera de sus tierras.
Otro caso son los pueblos africanos, que por el saqueo de las grandes potencias y la violencia producida por la explotación neocolonial, se deben arriesgar cruzando zonas de conflicto y el mar que los separa de Europa.
Un dato importante: la enorme mayoría de los emigrantes de los conflictos imperialistas tienen como destino países asiáticos, aunque la narrativa nos quiera vender que es un “problema” para Europa.
En América Latina, el caso más llamativo se dio en Venezuela, aunque actualmente muchos están eligiendo volver nuevamente. Las consecuencias del caso del país sudamericano son complejas, pero sin dudas muchos sectores de derecha aprovecharon la situación con explicaciones simplistas, pero que benefician sus puntos de vista.

El particular caso argentino
Si algo comenzamos a ver en el último periodo, en los medios dominantes del país, fue la noción de que la gente quería irse del país y hasta lo necesitaba. Algunos diarios digitales sacan cada tanto notas con titulares como: “se fue de Argentina y ahora triunfa en Suecia”. Claro, no niego que esto pase, pero no puedo hacer generalizaciones absurdas.
Lo que sí me atrevo a sostener, es que existe una retorica decidida a que la juventud vea el extranjero como tierras del porvenir, mediante relatos idílicos de la vida afuera. En ningún momento se hace referencia a los problemas de integración, ya que aunque se cuente con ciudadanía, lo más posible es que se siga siendo un “sudaca”. Tampoco se hace una mínima mención a que los estudios de nuestro país, no siempre valen en el extranjero o que los tramites de validación son muy complejos.
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Ni que hablar, que la mayoría de los enfoques periodísticos de este tipo, asocian el buen vivir con el consumo de productos tecnológicos. El sueño de la vivienda propia en gran parte de Europa es más utópico que en nuestro país, ni que hablar del acceso a cuestiones como sanidad o educación. Pero si algo caracteriza al capitalismo consumista, es la falsa asociación de que se es más persona, en cuanto más se consume.
Una mención especial, es para aquellos que ponen el sueldo en dólares de un empleado de un restaurante de comida rápida y el salario promedio en Argentina. ¿Dónde radica el error? En el costo de vida, no es lo mismo lo que cuesta vivir en Estados Unidos, que en Argentina. Tampoco podemos dejar de lado, que en países como Estados Unidos, el mercado laboral es sumamente informal y explotador con el trabajador. Lo cierto es que la nación del sueño americano, tiene alarmantes índices de explotación laboral.
Cerrando
Nadie te dice que te quedes, simplemente que no idealices las cosas y corras atrás de un iPhone. Antes la gente se marchaba para salvaguardar la vida, ahora lo hace para tener el último teléfono.
Esto es en razón, que el emigrante argentino pertenece a un estrato social acomodado de nuestro país, no son las clases bajas. Además que en nuestro país todavía se puede vivir, y el futuro es esperanzador; con esto quiero desterrar la idea de que vamos a ser una “Venezuela”.
Es importante, saber que si vamos a defender el derecho de irse del país, no denigremos al que opta nuestro país para vivir. El proceso es el mismo.
Por otro lado, tener en cuenta que la estabilidad que tienen países como Alemania, fue gracias a aquellos que decidieron quedarse y hacer un gran país.
¿Alguna vez pensamos en lo complicado que fue levantar de las ruinas a de la guerra a Europa? El lujo de muchas naciones, se debe al esfuerzo denodado de generaciones enteras.
Para cerrar me remitiré a citar algunas partes del himno Auferstanden aus Ruinen, que fue usado por la RDA. El titulo de por si es elocuente, ya que en español significa “resucitados de las ruinas”.
Algunas partes que quiero destacar del himno germano son:
“Se ha de superar la antigua miseria
y la superaremos unidos
hemos de conseguir que el sol!”
“Aremos, construyamos,
aprended y producid como nunca antes,
y, confiando en su propia fuerza,
se alzará una generación libre”.
La RDA en algo más de dos décadas se volvió a convertir en una de las naciones más industrializadas del planeta, pero fue gracias al sacrificio de su gente. Muchos de los que se fueron decidieron volver unos años después, al ver que el país se había desarrollado gracias a los que se quedaron. Claro, esto no lo veremos en la retorica occidental, solamente se habla de los que se fueron, pero nunca de los que luego volvieron.