Resaltadas

Malas madres: recorrido errático por lecturas

Desde el origen mismo de este pueblo desde donde les escribo: las calles están cubiertas de sangre como consecuencia directa de enfrentamientos, crímenes impunes, desapariciones y madres acusadas de infanticidio. Por Cristian Montú En un rincón de la peluquería a la que suelo ir hay varios ejemplares de revistas para pasar el rato. El ritual […]

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Desde el origen mismo de este pueblo desde donde les escribo: las calles están cubiertas de sangre como consecuencia directa de enfrentamientos, crímenes impunes, desapariciones y madres acusadas de infanticidio.

La emperatriz - Fuente: Pinterest

Por Cristian Montú

En un rincón de la peluquería a la que suelo ir hay varios ejemplares de revistas para pasar el rato. El ritual es siempre el mismo. Saco el turno por whatsapp, el peluquero lo confirma y siempre comienza quince o veinte minutos después de lo pactado. Mientras espero hojeo de manera religiosa la misma revista cada vez. Supongo que releer lo mismo me permite evitar posibles charlas con cualquier extraño, prestar atención a problemas y chismes de otros, y volver a repasar detalles de historias pasadas que me obsesionan.

La revista en cuestión es “El Abrojo” y rescata la historia local: se maqueta, se imprime y se distribuye dentro de los comercios del pueblo. En las últimas páginas hay breves relatos que conforman la crónica negra del pueblo, mi sección preferida debo confesarles. 

Uno pensaría que nada puede llegar a pasar en un pueblo del interior, que la monotonía de la llanura pampeana es la norma. Sin embargo la sección policial me revela otra realidad, desde el origen mismo de este pueblo desde donde les escribo las calles están cubiertas de sangre como consecuencia directa de enfrentamientos, crímenes impunes, desapariciones y madres acusadas de infanticidio.

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El 20 de mayo de 1900 Ignacia Funes, una empleada de la estancia del fundador, es detenida junto a su hermano menor por el agente Jaime Culler. Por medio de denuncias la policía ha encontrado el cadáver de un recién nacido en un aljibe y los hermanos Funes son los principales sospechosos. El hermano se excusa alegando que él simplemente cumplió con el pedido de la madre, que no sabía en qué circunstancias había muerto el bebé. Ella es trasladada a la ciudad de Córdoba, allí pasará sus días detenida en el Buen Pastor.

En una de sus declaraciones la madre le hace saber al juez que dio a luz en su propia habitación, que perdió el conocimiento y al volver en sí el bebé se encontraba sin vida; si lo asfixió con su propio cuerpo no puede saberlo. Más de un año después del hecho la mujer consigue salir en libertad bajo fianza, los antecedentes y la ausencia de pruebas la benefician. 

Escenas de provincia

En las aulas del profesorado, años atrás, fue donde me encontré por primera vez con una novela cuya lectura obligatoria me interesaba e interpelaba tal como lo hizo la crónica sobre  Ignacia Funes. 

Madame Bovary es la historia de Emma, una mujer aficionada a leer novelitas románticas con tramas llenas de obstáculos y finales felices, finales que ella desea para sí misma. Las costumbres y mandatos de la época sin embargo la obligan a casarse con Charles, un médico de buena posición económica y social. El reciente marido de nuestra protagonista no es precisamente un héroe de novelas, prefiere la tranquilidad de una vida en ciudades de provincias alejadas del caos y las excentricidades de las grandes capitales.

Las decepciones no paran de sucederse unas tras otras. Al convertirse en madre de Berta, Emma no puede parar de ver en su pequeña hija la representación de todo lo molesto e insoportable: “¡Es una cosa extraña!”, pensaba Emma, ¡qué fea es esta niña!”

La culpa será el principal lazo que las una ante las situaciones adversas.

Isabelle Huppert interpretando a Madame Bovary (1991) - Fuente IMDb

Adentro tampoco hay luz

En la novela escrita por Leila Sucari la protagonista es una niña que llega a la casa de su abuela, una casa ubicada en las afueras de un pueblo ignoto y desconocido donde una vieja cruel y autoritaria la mayor parte del tiempo le dejará ver de a ratos destellos de ternura.

La madre de la niña no está presente, por algún motivo que desconocemos mandó a la hija de vacaciones al lugar del que ella misma había huido y su aparición se retrasa. “Mamá dijo que en dos semanas venía a buscarme. Ya pasó un mes y todavía no sabemos nada.” y mientras espera irá reconstruyendo su vida junto a esa abuela y una prima que chocan constantemente.

Para cuando están todas reunidas bajo el mismo techo el estallido de la guerra familiar no se hará esperar y elegir bandos será casi imposible porque nadie puede ocupar el papel del inocente o del bueno en el drama que les ha tocado protagonizar: “Pienso en lo que dijo la vecina, eso de que la locura está en la sangre. Las mujeres de mi familia están locas, pero yo tengo la sangre de mi papá. Él es un hombre fuerte. Algún día lo voy a conocer y le voy a dar las gracias.”

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La maternidad en disputa y en el centro de la cuestión: ¿Qué relación madre e hija es peor? ¿Quién logrará torcer el destino de las mujeres de la familia que cargan con el estigma de la locura y la infelicidad?

“Al final mi prima tiene razón, la familia es un diccionario con todas las letras desordenadas, te puede tocar cualquier cosa.”

Mientras la protagonista busca respuestas dentro y fuera de su casa, irá creciendo a la par de una chancha, mascota ocasional, que vive adentro y también se ve afectada por las vicisitudes de la maternidad ya que está preñada pero nunca parece llegarle la fecha del parto.

Portada del libro - Fuente: Editorial Planeta

Destino final

Salgo de la peluquería. Por raro que parezca, cada vez que voy el día está soleado y de camino a mi casa pienso una y otra vez en la suerte de la mujer de la crónica local detenida por presunto infanticidio.

Esta columna me da el empujón necesario para hacer lo que siempre olvido o evito, decido investigar en el Archivo Histórico Municipal de Porteña y para mi sorpresa aparecen dos documentos con información relacionada al caso: uno es la transcripción de las actas labradas a lo largo del proceso judicial contra Ignacia y su hermano menor; otro corresponde a un acta de nacimiento. La intriga crece a niveles exponenciales.

Las actas del proceso judicial agregan algo de luz sobre los hechos que describe la crónica. Ignacia declara que había ocultado su embarazo y posterior nacimiento del bebé sin vida por temor a la reacción de su hermano mayor, con quien compartía domicilio en la estancia del fundador.

El acta de nacimiento, para mi sorpresa, no es de Ignacia sino del mismísimo bebé. El 23 de agosto de 1900, mientras la madre se encontraba detenida, en el registro civil de una ciudad cercana al pueblo se consignó al bebé fallecido como su hijo natural e incluso se le asignó el nombre de Juan.

La crónica se acaba, la información también. La madre fue absuelta y de ella nada más se sabe, no quedó registro alguno de su vida tras salir de la cárcel. Es mi mente la que ahora intenta imaginar qué pasó antes y después de su detención, también es mi propia mente la que divaga sobre las madres, reales y ficcionales, y sus verdaderos deseos de traer hijos al mundo.

Atardecer en Porteña - Fuente: Cristian Montú

*Nota: La información que se menciona a lo largo de la columna sobre el caso de Ignacia Funes fue brindada gentilmente por el personal del Archivo Histórico Municipal de Porteña.

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