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¿La vara está bajísima? El dilema de vincul(e)arse

Un meme de un gráfico de torta se viralizó en 2022 y decía “Cosas que dijiste este año: Te amo, Gracias, Por favor, La vara está bajísima”. Esta última frase se llevaba el mayor porcentaje. Un poco en joda, un poco en serio, vengo escuchando muy frecuentemente este concepto, tanto en la clínica como en […]

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Un meme de un gráfico de torta se viralizó en 2022 y decía “Cosas que dijiste este año: Te amo, Gracias, Por favor, La vara está bajísima”. Esta última frase se llevaba el mayor porcentaje. Un poco en joda, un poco en serio, vengo escuchando muy frecuentemente este concepto, tanto en la clínica como en la diaria, desde por el suelo hasta inexistente pasando por “la vara son los padres”. Armé una encuesta y las experiencias sobre “la vara” en cuestión se re picaron.

Por Lic. Noelia Benedetto MP 8136 -Psicóloga y sexóloga con perspectiva de género. Terapeuta de vínculos sexo afectivos-.

Expectativas y mínimos vitales e inmóviles

Al momento de las citas, las personas suelen tener ciertas expectativas y mínimos vitales e inmóviles en relación a gestos de humanidad de las otras partes, que pueden servir o no para filtrar candidatas.

Surgieron muchas anécdotas donde se exponía un bajo nivel de pretensiones para salir con otra persona, sobrevaluar detalles básicos: “Mi amiga muestra re emocionada a uno que le gusta porque trabaja”, “me emocioné porque salimos y no hubo presión ni propuesta de sexo”, “le prestaba atención a lo que le contaba”, “se acordó de que no tomaba alcohol y me compró un limón”, “me preguntaba si había dormido bien”, “no tiene errores de ortografía”, “se puso el preservativo sin que se lo pida”, “tenía una toalla exclusivamente para mí”, “me hizo un café”. 

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No es la intención hacer de esto una brecha binaria pero si algo resonaba eran anécdotas de personas que salían con varones cis, sobre todo socializadas mujeres, aunque también hubo aportes de socializados varones, que también se vinculaban con estos.

Entonces… ¿Será que pido mucho o me conformo con poco? Según las usuarias, cada vez esperan menos cosas de los socializados varones y piden poco: “Muchachos, lavarse los dientes, bañarse, salir con la ropa limpia, higienizarse, usar desodorante y perfumito, siempre va a subir mil puntos de entrada". "No hay nada más disuasorio que un chabón con mugre y olor en cada cavidad y pliegue del cuerpo". "Solo deseo un hombre que se bañe, tenga olor a shampoo en el pelo, se ponga desodorante y no le apeste los pies"."Que se corte las uñas".  "Al final las publicidades viejas de Axe no eran tan retrógradas". "Lo re veo en la app de citas, todxs piden "higiene", posta la vara underground fuerte".

En caso de romantizar lo básico, eleve la vara

Existe una ambivalencia que va fluctuando desde el polo de no pretender o esperar  nada en absoluto, hasta el de reforzar la presencia de muchos mitos del amor romántico como “si te lo tengo que pedir ya no lo quiero”, o “se tiene que dar cuenta con sólo mirarme”. Si la vara es muy alta, las expectativas superan la realidad y la frustración y el dolor son inmensos, entonces la brecha entre lo ideal y lo posible es la medida del sufrimiento en las personas.

De “Las ventajas de ser invisible” aprendimos que “Aceptamos el amor que creemos merecer”, y esto se relaciona con un autoestima colectivo que no necesariamente cotiza en bolsa. En muchas oportunidades, toleramos cosas que no nos cierran del todo o terminamos haciendo una fiesta por un trato humano digno. 

Alguna vez probablemente hemos experimentado este masoquismo afectivo, en el que sabemos que nos están dando menos de lo que merecemos y deseamos, pero nos conformamos, o sobrevaluamos lo mínimo e indispensable. Hay quien se limita a aceptar el amor que cree merecer (aunque tenga gusto a poco), porque es el tipo de afecto que ha recibido siempre. 

Es muy posible que nuestra mente esté supeditada a lo que podríamos definir como sentimiento de carencia o mentalidad de escasez. Pablo Irimia señala que “existen diversas teorías en relación a por qué el ser humano tiende a buscar lo menos asequible. Una de ellas está basada en la percepción de un bajo autoestima, a partir del cual se sobrevalora e idealiza la figura del otro. Esto provoca que la búsqueda del amor y la aceptación no se gestione de buena manera, insistiendo durante un tiempo prolongado en una relación no correspondida, sin poder encajar el rechazo o la no reciprocidad en la elección”. 

Precarización del cortejo

Las formas de vincularnos cambian, se flexibilizan, estamos repensando el sexo, las relaciones, pero aún así todo es confusión.

Asistimos a una especie de precarización del cortejo, en la era de lo express, se produce una dificultad en el encuentro, particularmente con los socializados varones.   

¿La vara está baja porque se romantiza el mínimo esfuerzo? Revisaría el concepto de esfuerzo, creo que “hacerse bien es todo un desafío” pero no necesariamente implica un sacrificio. Hay una cultura de romantizar lo básico que los socializados varones hacen para estar en una relación. Con el empoderamiento feminista, las socializadas mujeres se han hecho menos dependientes y cada vez más autosuficientes, pero de esto, a esperar/conformarse con migajas de afecto o de atención, hay un largo trecho. 

¿Singular o colectivo? ¿Psicológico o social?

Eva Illouz plantea que los fracasos de nuestra esfera privada no son consecuencia de una vulnerabilidad psíquica, sino que a los caprichos y sufrimientos de nuestra vida emocional les dan forma ciertos órdenes institucionales. Existen muchas explicaciones al respecto que patologizan la conductas de los personajes en juego: miedo al compromiso, baja autoestima, dependencia, etc.. 

Para Illouz existe una tendencia de cierta renuencia de los socializados varones al compromiso (estrategia de acumulación y desapego) y por otro lado, una predisposición al mismo por parte de las socializadas mujeres (estrategia de exclusividad y apego). 

La sexualidad acumulativa o en serie es atractiva para los varones porque, si el acceso a las mujeres está restringido, funciona como símbolo de estatus masculino, del triunfo por sobre otros varones. En términos “económicos” una proporción más alta de mujeres de clase media y media-alta con un nivel educativo elevado compiten por la misma reserva de hombres con esos recursos económicos y educativos, lo que provoca escasez en la oferta.

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Los varones tienen la posibilidad de elegir entre muchas más parejas potenciales que las mujeres, toman sus decisiones desde una mentalidad de abundancia. Illouz comenta que los hombres son más proclives a ver el mercado matrimonial como un mercado sexual y tienden a permanecer más tiempo en dicho mercado, mientras que las mujeres tienden a concebir el mercado sexual como un mercado matrimonial y a permanecer menos tiempo.

Existe una relación de oferta y demanda emocional, de abundancia y escasez de sentimientos: las mujeres se muestran más disponibles emocional y sexualmente que los varones, lo que a su vez genera que estos últimos puedan controlar mejor las condiciones emocionales del encuentro. En términos económicos, dentro de un mercado controlado por los varones, si una mujer entrega disponibilidad (en todas sus formas) sin pedir nada a cambio, está entregando demasiado.

Cuando existe una oferta elevada de determinado bien, ésta genera una abundancia de opciones para elegir, en cambio, la escasez posibilita una asignación de valor casi inmediata. Según Eva, las estrategias de evasión o de aportar el mínimo que implementan los varones no son síntomas de patologías psíquicas, sino que constituyen un intento estratégico de generar escasez y valor. 

La vara: una explicación socioeconómica

El efecto más significativo de la abundancia en el proceso de elección es que la gran cantidad de opciones disponibles deriva en un fenómeno que el economista Herbert Simon define como un desplazamiento de la satisfacción a la maximización. Los agentes que buscan satisfacción se conforman con la primera alternativa disponible que les resulta "suficientemente buena", pero los agentes que buscan maximización pretenden encontrar la mejor alternativa de todas.

Las investigaciones realizadas sobre los efectos de la abundancia en el proceso de decisión indican que la mayor disponibilidad de opciones no facilita sino que inhibe la capacidad de comprometerse con un único objeto en una sola relación. Entonces, para Illouz, la selectividad no constituye un rasgo psicológico sino que es el efecto de la ecología y la arquitectura de la elección, en tanto se ve fundamentalmente motivada por el deseo de maximizar las opciones en condiciones de una alta variedad de alternativas. 

Para ir acabando

Los términos de la negociación entre las personas se ven determinados por la posición emocional en la transacción romántica. Mientras que en el siglo XIX la masculinidad se manifestaba mediante la estabilidad emocional y la exhibición casi ostentosa de la capacidad para formular y cumplir promesas, la masculinidad moderna no se expresa mediante una demostración de los sentimientos sino mediante una retención de los mismos. A la inversa, en el siglo XIX las mujeres eran más propensas que los varones a guardar reserva sobre sus propias emociones, mientras que hoy en día son más proclives a expresarlas. 

El mínimo no debería ser un baremo para cuantificar las relaciones. Tenemos que dejar de usar como vara las cuestiones inherentes a cualquier gesto básico de humanidad. Eso no nos convierte en personas creídas o soberbias, es entender que no es pedir demasiado compartir tiempo con alguien que nos devuelva desde el registro y la reciprocidad. No creo que el desinterés atraiga en sí mismo, sino que cuando el no reconocimiento es una constante, no se está en condiciones de expectar mucho más: “si subís la vara directamente no cogés” “si subimos la vara con respecto a los hombres nos hacemos todas tortas”.

Una punta para salir de esto sería dejar de conformarnos con migajas afectivas. Un tweet reza “Es gracioso que tuvimos que ponerle el nombre de ‘responsabilidad afectiva’ a básicamente ser un humano decente”. 

Recibí varios mensajes a modo de catarsis “Ayayy mallll.. gracias Noe. Me sirvió realmente para verme... Entre risas y sarcasmos lo real se asoma mamaderaaaa”. 

No se nos olvide que como dice Brigitte Vasallo “no confundamos ser independientes con no estar pendientes”.

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