En Argentina, la paridad de género en política no se cumple en la mayoría de las instancias de participación. En este ámbito, la violencia política forma parte de las maneras de perpetrar violencia de género.
Por Carmela Laucirica
En el universo de la toma de decisiones, más precisamente dentro del ámbito político, quienes suelen tener la última palabra -o la discusión completa- son los varones. En este plano, el lugar de las mujeres y las diversidades queda relegado, no hay paridad en este sentido y eso se transforma en violencia: violencia política.
Esta situación no solo repercute en los colectivos segregados, sino en toda la sociedad. Porque que a las mujeres y diversidades se les dificulte llegar a un puesto de toma de decisión significa que no podrán formar parte de lo que después repercuta en las y los ciudadanos.
A la vez, vale decir que las dificultades que enfrentan las mujeres y diversidades a la hora de llegar a puestos de toma de decisiones, no son iguales en todos los casos. Al mismo tiempo, existen y se hacen notar las desigualdades de clase, de religión, de etnia y otras tantas.
La violencia política es uno de los principales obstáculos para la plena participación de mujeres, trans, travestis, en los puestos de toma de decisión. Es por esto que en el año 2019 se modificó la Ley de Protección Integral a las Mujeres y se agregó la violencia política como un tipo de violencia de género en Argentina.
La ley modelo de violencia política de la Organización de Estados Americanos define a la violencia política contra las mujeres como cualquier acción, conducta u omisión, realizada de forma directa o a través de terceros que basada en su género, cause daño o sufrimiento a una o varias mujeres. Y que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de sus derechos políticos. La violencia política contra las mujeres puede incluir entre otras, violencia física, sexual, psicológica, moral, económica o simbólica.
En Argentina sólo el 18% de los puestos de más alta decisión están ocupados por mujeres. Según informó el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género – ELA, sólo 2 de cada 10 puestos de máxima decisión están ocupados por mujeres. El dato surge de la segunda edición de la investigación Sexo y Poder: ¿Quién manda en Argentina? realizada por ELA. El mismo relevó en 2020 los puestos de mayor jerarquía en once áreas claves: Política; Economía; Sindicatos; Sociedad civil; Salud; Educación; Ciencia; Cultura y artes; Defensa y seguridad; Medios; y Deportes.
En las dos ediciones de su informe, ELA diseñó un Índice de Participación de las Mujeres (IPM) que puede ser replicado en el tiempo, el primer IPM es de 2010. Para 2020 el IPM (que mide exclusivamente los puestos número 1 de decisión) fue del 18%. Respecto a este porcentaje, existen diferencias muy marcadas entre las áreas analizadas. Cultura y arte (53%); Sociedad civil (43%), Ciencia (36%), Salud (32%), Política (25%) y Medios (23%) son los ámbitos que cuentan con mayor cantidad de mujeres en el puesto 1. Mientras que en Educación (14%); Deportes (12%), Economía (5%), Sindicatos (3%) y Defensa y Seguridad (3%), la presencia de mujeres en dichos puestos es incipiente o excepcional.
Si tenemos en cuenta tanto a los puestos 1 como 2 en cada una de las instituciones relevadas por ELA, el porcentaje total de puestos ocupados por mujeres pasa a ser del 34%. Sin embargo, hay ámbitos donde el crecimiento ha sido más evidente y otros donde prácticamente no se avanzó en los últimos 10 años. Así, por ejemplo, mientras que la Política, la Educación y la Ciencia son áreas donde la representación de las mujeres ha crecido sustancialmente (142%, 71% y 62% respectivamente). En Sindicatos ese cambio fue mínimo. Solamente el 11% de los máximos cargos de decisión están ocupados por mujeres.
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Paridad (o falta de) en los tres poderes
En los distintos poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- de nuestro país, la paridad de género adopta formas diferentes, en su mayoría desiguales. Así, la representación femenina en el Gabinete del Poder Ejecutivo asciende a tan sólo el 15%. El 85% de quienes conducen los ministerios de la Nación son varones. Actualmente, las mujeres conducen el de Salud, por Carla Vizzotti; el de Seguridad, por Sabina Frederic, y el de Mujeres, Géneros y Diversidad, por Elizabeth Gómez Alcorta. Al inicio del mandato, el Gabinete del presidente Fernández tenía una representación femenina levemente mayor, del 20%. Esto es porque Marcela Losardo era ministra de Justicia y María Eugenia Bielsa, de Desarrollo Territorial y Hábitat.
Respecto al gobierno anterior, la proporción de mujeres en los principales puestos de decisión mejoró muy poco. Con Macri, había sólo 2 mujeres -Patricia Bullrich, al frente del Ministerio de Seguridad; y Carolina Stanley, al frente del de Desarrollo Social- en un total de 11 ministerios y 9 secretarías de Estado.
Según un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), “sobre el total de cargos ocupados” en la Administración Pública Nacional (APN) central (secretarías y subsecretarías), las mujeres “pasaron de representar en promedio el 21%, en 2019, al 34%, en diciembre 2020”. Sólo 4 ministerios tienen una representación promedio de mujeres superior al 50% (Desarrollo Social, Desarrollo Productivo, Turismo y Deportes y Mujeres, Género y diversidad). Mientras que 2 ministerios no presentan mujeres en cargos superiores (Transporte y Desarrollo territorial y Habitat). Esta información data de fines del año 2020 (10/12/2020).
Este aumento de participación de mujeres en los cargos superiores de la APN central también se registra, aunque en menor medida, en los cargos de Alta Dirección Pública (ADP) como direcciones nacionales y generales. En estos espacios, la proporción de mujeres que se registró a diciembre 2020 fue de un 41% promedio. Mientras que en 2019 fue de 38%. A diferencia de los cargos superiores, la cantidad de ministerios que superan el 50% promedio de mujeres en estos cargos asciende a 7 y sólo 1 ministerio no cuenta con ninguna mujer.
Sobre el Poder Legislativo
El Congreso tiene en total 329 legisladores, de los cuales el 41,3% son mujeres y el 58,7% son varones. Es decir que, pese a la vigencia de las leyes de Cupo Femenino de 1991, y a la de Paridad de Género de 2017, los varones siguen ocupando más bancas que las mujeres. Entre la Cámara alta y la baja, existen diferencias al respecto.
Sobre la conducción de la Cámara alta, la misma presenta equilibrio de género. A la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, le siguen la presidenta provisional, la santiagueña Claudia Ledesma Abdala de Zamora, del Frente de Todos (FDT). Luego el porteño Martín Lousteau (UCR), como vicepresidente; el misionero Mauricio Closs (FDT), como vicepresidente primero. Y la cordobesa Laura Rodríguez Machado (PRO), como vicepresidenta segunda. Es decir, 3 mujeres y 2 varones (60% y 40%).
En cambio, toda la conducción de la Cámara de Diputados es masculina: Sergio Massa (FDT-Buenos Aires), como presidente. Omar de Marchi (PRO-Mendoza), como vicepresidente primero. José Luis Gioja (FDT-San Juan), somo vicepresidente segundo, y Alfredo Cornejo (UCR-Mendoza), vicepresidente tercero. De mujeres en esta área, ni noticias.
Por otra parte, en la Cámara de Diputados hay 149 bancas ocupadas por hombres. Mientras, las mujeres ocupan 41 bancas menos (108). Esto quiere decir que la representación femenina en la Cámara baja es de un 42%. En el Senado, la proporción es aún más despareja: los senadores son 44 y las senadoras 28. La representación femenina no llega al 39%.
Sobre el Poder Judicial
En lo que a la Justicia se refiere, Elena Highton de Nolasco es la única jueza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN). Los 4 miembros restantes del tribunal, Carlos Rosenkrantz (presidente), Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, son hombres. Esto significa que en la cabeza del Poder Judicial la representación femenina es de tan solo un 20%, igual que la del Gabinete presidencial.
Pese a esta notable disparidad, un informe de la Oficina de la Mujer de la CSJN, que está a cargo de Highton, indica que en 2019 en los funcionarios de la Corte (relatores, secretarios, prosecretarios, oficiales de justicia, etcétera) y los empleados administrativos había paridad de género.
En aquel entonces, las funcionarias eran 407 y los funcionarios 385, una proporción de 51,4% y 48,6%. A su vez, las administrativas eran 681 y los administrativos, 694 (49,5% de mujeres y 50,5% de varones). En cambio, en el personal de servicio de la Corte, en cambio, predominan los varones: son 352 contra 50 mujeres (87,6% y 12,4%). En 2011 los hombres ocupaban el 90% de esos empleos.
Un dato importante a tener en cuenta sobre este poder es que, en el sistema nacional, las mujeres son el 58% del personal administrativo, mientras que representan tan solo un 24% de los camaristas. Este último es el cargo más alto de la Justicia Nacional.
Sobre el Poder Ejecutivo
Respecto al Poder Ejecutivo, desde la vuelta a la democracia, solamente 12 de los 97 candidatos a presidente fueron mujeres. Respecto a las gobernaciones, desde 1983 solo 10 gobernaciones de 233 fueron ganadas por mujeres. Incluso, a partir de 2020, el número de gobernadoras se redujo a la mitad, ya que solo dos mujeres resultaron electas: Alicia Kirchner en Santa Cruz y Arabela Carreras en Río Negro.
A nivel municipal, solo 258 sobre más de 2000 intendencias en todo el país son ocupadas por mujeres. En los 68 municipios con más habitantes – de más de 100 mil- el número se reduce a tres intendentas.
En cuanto a la presencia de mujeres en los gabinetes nacionales Argentina se encuentra entre los puestos más bajos de América Latina, el Caribe y la Península Ibérica, según datos de la CEPAL de 2018. De 231 designaciones para el cargo de ministro que hubo desde 1983, solo 23 correspondieron a mujeres. Además, si contamos el número absoluto de mujeres hubo solo 16 ministras que ocuparon diferentes cargos a lo largo de los años. Sin embargo, estuvieron representadas en una amplia gama de rubros, no solo aquellos asociados típicamente al rol de la mujer.
A nivel provincial la tendencia de los gabinetes se replica. En 2019, pocas mujeres integraron ministerios y secretarías. Estas solo representan el 23% de los puestos de los ejecutivos subnacionales. Además, existe una división en cuanto a las áreas abordadas. Solamente el 17% de los hombres lidera ministerios tradicionalmente asociados al rol de la mujer (Educación, Salud y Desarrollo Social). Si hablamos de mujeres, el porcentaje asciende al 56%. Para dar un ejemplo, solamente tres provincias tienen ministras de hacienda: Chaco, Mendoza y San Luis.
Argentina cuenta con leyes por la paridad de género en política
En Argentina, las políticas de género encuentran un avance conreto en 1991, con la sanción de la ley de cupo femenino del 30% para la asignación de cargos legislativos. Esto permitió pasar de un 13% a un 27% en la proporción de mujeres en la Cámara de Diputados en 1995. Esta cifra continuó ascendiendo hasta llegar a un pico del 40% en 2007. Desafortunadamente, más de una década después ese porcentaje se convirtió en un techo y la participación se amesetó.
Respecto a los ministerios, en Argentina no existen actualmente mecanismos ni incentivos para fomentar la participación femenina en ese ámbito. En 2020, se presentó un proyecto de ley de paridad de género en el Poder Judicial de la Nación, el cuál alcanza a los tres poderes de nuestro país. Las cifras anteriormente mencionadas evidencian la situación real de los últimos años.
A nivel nacional, durante las elecciones de 2019 se implementó por primera vez la Ley de Paridad de Género en ámbitos de Representación Política. La norma se había sancionado en 2017, después de 10 años de estancamiento de la participación legislativa en la Cámara de Diputados y en el Senado. Sin embargo, en esta primera implementación la participación de las mujeres no varió en la Cámara de Diputados y cayó tres puntos porcentuales en el Senado.
En la Cámara baja, 51 mujeres dejaron su banca y 55 fueron electas, el aumento fue de solo 4 bancas. En el Senado, la diferencia entre las 10 que salieron y las 8 que entraron dejó un saldo de dos mujeres menos. Una explicación posible puede ser una reducción en la cantidad de mujeres encabezando listas legislativas. En 2015 y 2019 el porcentaje de listas encabezadas por mujeres fue del 21%. En las elecciones de medio término del año 2017 se registró un aumento del 29%.
A nivel provincial, de las 23 provincias y 1 distrito federal, 14 cuentan con leyes de paridad. Al respecto, 8 de ellas estrenaron la paridad en las últimas elecciones, mientras que provincias como Santiago del Estero, Córdoba y Río Negro adoptaron reglas de paridad a principios de los años 2000.
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No es solo cuestión de inclusión, también es cuestión de perspectiva
En materia política, no todo pasa por la inclusión: las mujeres también permanecen segregadas al interior de las Cámaras. Sólo 13 de 45 comisiones que funcionan en la Cámara Baja son presididas por mujeres. Algunas de ellas están asociadas al rol tradicional de la mujer, como la de Acción Social y Salud Pública, la de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia y la de las Personas Mayores. No obstante, también hay mujeres liderando otras áreas como Relaciones Exteriores y Culto, Defensa Nacional, Economías y Desarrollo Regional y Legislación Penal. En el Senado, las mujeres presiden 10 de las 27 comisiones unicamerales permanentes. Del mismo modo, el tipo de comisiones que lideran es variado y no responde estrictamente a roles desiguales de género.
Paralelamente, según informó el Ministerio de Trabajo en 2018, las mujeres están a cargo solo del 18% de las secretarias, subsecretarias o prosecretarias de los gremios. Y a la vez, el 74% de los puestos jerarquicos que ocupan estan vinculados a areas como genero, servicios sociales, etc. No solo es inclusión, es perspectiva de género. En palabras de Sandra Maiorana a Futurock, «los gremios docentes debe ser el que más mujeres tiene, a los varones como docentes los tenes que buscar con lupa. Sin embargo, la mayoría de los gremios docentes están encabezados por varones».
En nuestro último informe, Silvia Quevedo -coordinadora Provincial Barrios de Pie, Córdoba- señaló: «No alcanza con las leyes que existen si las mujeres al día de hoy seguimos siendo ninguneadas, hostigadas a la hora de ejercer la política».
¿Qué pasa en la CGT y los sindicatos?
Hace una semana, el consejo directivo de la CGT comenzó hablar sobre una reforma estatutaria, que permita ampliar del 30% al 50% la participación de las mujeres en la conducción. Sería a partir del próximo turno de renovación de autoridades, previsto para el 11 de noviembre. Por ahora, Noemí Ruiz es la única mujer en el Consejo de la CGT, por ende ni el 30% establecido hace tiempo se cumple actualmente. Sobre el cupo para diversidades, ni hablar.
Más aún, en la historia argentina y latinoamericana contamos con solo una mujer que haya llegado al lugar más alto en la conducción de una central obrera. Se trata de Susana Rueda, que en el periodo 2004-2005 junto a Hugo Moyano y José Luis Lingeri fue parte del triunvirato de la Confederación General del Trabajo (CGT). Dos años antes, en 2002 se había sancionado la ley 25.674 conocida como “Ley de Cupo Sindical Femenino”.
El 30% vigente fue estipulado desde 2002 por la Ley de Cupo Sindical Femenino 25.674. Concretamente, la ley estableció el 30% como piso femenino también para las delegadas en las negociaciones colectivas y para las listas eleccionarias de los sindicatos. Esto a su vez es contemplado por el artículo 47 del estatuto vigente de la CGT. Este último no se cumple, dado que Noemí Ruiz es la única mujer en el Consejo de la CGT. Ocupa el cargo de Secretaria de Igualdad de Oportunidades y Género. Por su parte, Sandra Maiorana, ex secretaria de Salud Laboral y Medioambiente, dejó su cargo.
Así, el debate actual en la CGT tiene como objetivo que el sector femenino de los sindicatos ocupe la mitad de los espacios de conducción. Sin embargo, vale decir que se ha propuesto duplicar la cantidad de integrantes del consejo directivo, que pasaría de 35 a 70 miembros. Por el momento, no hay suficiente representación en las bases de los sectores trabajadores, por ende se hace dificil pensar en una representación equitativa dentro de las áreas de representación.
Al respecto, en diálogo con LATFEM, Adriana Donzelli indicó: “No solo hay que poner la lupa el cupo, sino en las prácticas. En la forma en la que nos insertamos en el trabajo, en la segmentación laboral. Porque todas los motivos de discriminación y subordinación de la mujer en el ámbito laboral terminan reproduciéndose en el ámbito sindical. No alcanza con que garanticemos a través del cupo la presencia de las mujeres. Tenemos que pensar en una representación genuina, de la identidad de mujer. Con toda la impronta de la perspectiva de género en lugares de peso y de decisión. Con el cupo solamente no alcanza porque garantizamos número, pero tenemos que pelear por la incorporación real y genuina de las mujeres en los sindicatos como práctica normal y habitual.