La situación en el noroeste de la ciudad deja al descubierto el «progreso para pocos». Hace casi dos meses que GAMA S.A. está levantando muros para la construcción de un barrio cerrado y arbitrariamente cerrando la circulación de las personas.
Por Cristian Domínguez
No es una novedad decir que la urbanización en Córdoba está impulsada por los desarrollistas. Desde hace décadas, hay un manejo en el crecimiento de la ciudad orquestado por el lobby inmobiliario que solo favorece a los grandes capitales y perjudica al resto de la población.
Detrás de las grandes ciudades como Córdoba, existe un grupo pequeño que concentra las riquezas, a costa del empobrecimiento de las mayorías. La ciudad, abandonada por los Estados a la planificación privada, es un espacio de lucha territorial y simbólica.
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Para muestra basta un botón: lo que está sucediendo en el barrio 12 de Julio y Nueva Esperanza deja al descubierto esta situación de «progreso para pocos». Hace casi dos meses que la empresa GAMA S.A. está levantando muros para la construcción de un barrio cerrado y, arbitrariamente, cerrando la circulación de las personas.
Este desarrollo de la ciudad, diseñado desde un plan económico que llena los bolsillos de las grandes empresas, no tiene en cuenta el hábitat del sector y va desintegrando la comunidad que se formó entre los distintos barrios de la zona. Una comunidad que no solo se gestó por la cercanía sino también por la necesidad de llenar los baches institucionales que deja el Estado.
Mary es educadora popular integrante de la Asamblea de vecinas de barrio 12 de Julio y la Zonal Noroeste. En diálogo con EL RESALTADOR, contó que el amurallamiento empezó primero «con chapas» y al poco tiempo con paredes de cemento.
«Ese lateral donde están construyendo nos conecta con el IPV, con Nuevo Progreso, con El Milagro, con El Cerrito, todos barrios en los que tenemos vecinos, amigos y familia. La circulación se nos ve obstruida con estos muros. Usamos las mismas instituciones, como el dispensario de 24 horas de barrio Sol Naciente, y ahora vamos a tener que dar vuelta por 5 barrios para llegar ahí cuando lo tenemos acá a 10 cuadras».
Mary, integrante de la Asamblea de vecinas de barrio 12 de Julio y la Zonal Noroeste
«Nosotros hicimos un barrio»
12 de Julio nació en 2014, cuando un grupo de familias llegó a ocupar terrenos en un predio ubicado al noroeste de la Ciudad de Córdoba. En una entrevista con Tierra para la Vida Digna, Mary recuerda que en aquel momento algunos vecinos «les tiraban buena onda» y que otros los acusaban de «venir a vivir de arriba».
Ella les respondía: «No tan de arriba, porque nosotros hicimos un barrio y no tenemos un lugar donde estar. Y eso es algo que lo tiene que solucionar un gobierno inexistente y lo solucionamos nosotros. No vinimos de arriba, hicimos un barrio».
Al poco tiempo de asentarse la comunidad, llegó GAMA con una orden de desalojo y con máquinas topadoras. Mary cuenta que el proceso se detuvo y se llegó a una negociación en la división de terrenos.
«Después ese diálogo se cortó porque uno de los empresarios fue detenido. Y nosotros seguimos acá en el barrio abriendo calles, pusimos postes, trajimos luz, agua, pusimos veredas. De ahí en más, todos los martes se hizo una asamblea barrial que se ocupa de las cosas que el gobierno tiene abandonadas».
Mary, integrante de la Asamblea de vecinas de barrio 12 de Julio y la Zonal Noroeste
Ahora volvió la empresa. Esta vez no para desalojarlos sino para ponerles muros en sus caras sin ningún tipo de consulta, de explicación o de aviso. Además de eso, lo hace ilícitamente: GAMA no tiene habilitación para hacer un barrio cerrado sino que es simplemente un loteo, pero el desarrollismo todopoderoso de Córdoba no pide permiso y gambetea las regulaciones estatales para garantizar sus negocios.
«Nosotros vamos a llegar hasta donde sea pero no queremos perder la libertad de nuestros barrios ni la comunicación, la conectividad«.
Las vecinas saben que la salida es con la fuerza de la comunidad. Por eso, se pusieron al hombro la tarea de tocar cada puerta, hablar con cada vecino o vecina, y explicar lo que significan esos muros y lo que se va a perder con las calles cerradas. Es una acción para contrarrestar la resignación, la desinformación y la fragmentación.
De la ausencia a la complicidad
Las contradicciones sociales y económicas que persisten en la periferia de la ciudad son una deuda del estado a la ciudadanía. Los muros de GAMA son el material simbólico que refleja las injusticias territoriales y las brechas entre la riqueza y la pobreza.
A Mary le preguntamos por el rol de Estado. Sabíamos que habían ocupado terrenos para construir un barrio porque de ninguna otra forma iban a conseguir viviendas dignas para las familias pero desconocíamos que postura tomaba el Gobierno frente al atropello de GAMA.
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«Acá hay claramente una complicidad del Gobierno con estas empresas que no miden consecuencias. No les afecta: es como si no tuvieran sentimientos. Por el momento, lo que más tenemos es el apoyo de las comunidades cercanas y los barrios colindantes, y también gente y medios que nos llaman para apoyarnos y escucharnos», responde.
Y agrega: «Las urbanizaciones llegaron a los barrios populares con el discurso de que ‘nos quieren integrar’, pero es como si dijeran algo con la boca y con las acciones se contradicen. Porque no quieren integrar un barrio que al mismo tiempo quieren tapar con muros de cementos para tapar la pobreza«.
Por último, les invita a las autoridades a que «se arremanguen un poco más» para salir a ver cómo se vive en 12 de Julio y en Nueva Esperanza para que vean cómo se contienen actualmente las familias y cómo puede aportar a lo proyectado por las vecinas y los vecinos, en lugar de romper con eso. «Con los muros lo único que hacen es profundizar esa grieta de la que tanto estos hablan«, concluye.