La polémica por la elección del sistema de votación en CABA, trajo de nuevo el debate sobre la seguridad de los comicios. Conversamos con Fundación Vía Libre acerca de sistemas de elección, seguridad y confiabilidad de los mismos.
La decisión del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta trajo nuevamente el debate sobre el voto electrónico y la boleta en papel.
«La Boleta Única Electrónica se hará realidad en los comicios generales del próximo 5 de julio. Permite seleccionar a los candidatos a través de una pantalla táctil. Es sencillo y brinda agilidad y transparencia al proceso electoral» anunció el gobierno de la Ciudad Autónoma de Bueno Aires respecto a las elecciones donde elegirán jefe de gobierno.
La polémica se desató incluso entre los miembros de Juntos por el Cambio con opiniones encontradas entre los miembros de la coalición.
Al respecto, conversamos con Beatriz Busaniche de la Fundación Vía Libre, que tiene como objetivo promover y defender derechos fundamentales en entornos mediados por tecnologías de información y comunicación.
En este sentido, vienen realizando un trabajo sobre el voto electrónico desde los primeros comicios celebrados en Argentina mediante sistemas tecnológicos. En 2003 en Ushuaia, fue la primera experiencia de este tipo en el país y desde allí tienen una postura «contraria a la utilización de computadoras como intermediadoras entre la voluntad de las y los votantes, la expresión de su voto y la expresión política de sus derechos a elegir a sus representantes».
«El voto electrónico habilita una cantidad enorme de áreas de ataque para quien quiera vulnerar de alguna manera la elección, desde vulnerar el secreto del voto, vulnerar la integridad del voto», señaló Busaniche.
Es que las posibilidades de hackeo a los sistemas electrónicos está latente en cualquier utilización que se haga de la tecnología, con lo cual la seguridad de la votación está en riesgo.
Uno de los principales problemas que se plantea es la intermediación de un actor privado en los comicios, quitando la capacidad de control de las elecciones a la ciudadanía.
«En general es una sola empresa que provee las máquinas, las computadoras y que tiene el monopolio sobre el software. Por lo tanto, es un actor privado que se entromete en una función propia de las autoridades públicas como la justicia electoral y los órganos encargados de la gestión electoral».
Beatriz Busaniche de la Fundación Vía Libre
Sobre este punto agregó que lo último que hay que hacer es alejar a los ciudadanos de la capacidad de control lo que significa «uno de los peores ataques contra el sistema democrático que podemos pensar».
Además, el voto electrónico propicia una cuestión mucho más relevante para los estados: la deslegitimación del sistema electoral.
«Se trata de un ataque quizás mucho menos informático y menos sofisticado pero mucho más efectivo que es el ataque contra la legitimidad del proceso electoral. Lo hemos visto en Brasil donde los fanáticos bolsonaristas cortaron rutas porque trataron de imponer la idea al público de que las elecciones habían sido fraguadas y que por eso Bolsonaro no había sido reelecto. Lo vimos con el escandaloso ataque al capitolio en los Estados Unidos. Vemos procesos de deslegitimación del proceso electoral que solo son posibles con un sistema que es tan endeble institucionalmente como el sistema de voto electrónico«.
Beatriz Busaniche de la Fundación Vía Libre
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¿Porqué mantener los sistemas analógicos?
En elecciones anteriores, el debate llegó hasta Córdoba pero en nuestra Provincia se siguen realizando las elecciones con boleta en papel en lugar del voto electrónico.
«La boleta única en papel como se usa en Córdoba o en Santa Fé es el sistema más confiable y seguro en materia de integridad, de confiabilidad y de conservar el secreto para emitir el voto y para reflejar de manera rigurosa la voluntad popular» afirma la integrante de Fundación Vía Libre.
Al respecto, agregó que deben realizarse ciertos análisis a la hora de decidir sobre un instrumento de votación: debe resguardar el secreto del voto que es un recurso instrumental para velar por el voto autónomo, libre y no coercionado, es decir, la libertad política de cada uno de los votantes; debe reflejar de manera cabal la voluntad popular; debe ser íntegro el voto tal como fue emitido; y además se debe contar con un sistema que permita la mejor auditoría posible.
«En un sistema que tiene que estar distribuido a lo largo y ancho de todo el país, con una cantidad de mesas y de centros de votación muy grande, la forma de controlar es con mucha y mejor participación popular«, indicó Busaniche.
En este sentido, destacó que debe haber autoridades de mesa comprometidas, capacitadas y responsables.
Sobre este punto, concluyó: «Hay que poner mucho foco en la formación y la responsabilidad de las autoridades de mesa. También los partidos políticos tienen que trabajar fuertemente en fiscales que garanticen que esté la oferta electoral, que se validen la identidad de los votantes, que se haga un conteo riguroso. Está corroborado que donde hay fiscales diversos que hacen control cruzado mutuamente, y que incluso colaboran con fiscales de otros partidos, se garantiza el desarrollo del acto electoral que tiene que ser un momento importante en la vida ciudadana, y en el cual, los ciudadanos seamos los protagonistas«.
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