Distintos posteos y notas periodísticas profundizan y proliferan la desinformación. Pero queremos comentarles que las vacunas no atraen metales.

Por Agustina Bortolon
Esta semana se popularizó la noticia de una mujer que afirma haber quedado “imantada” tras recibir la vacuna AstraZeneca para combatir el Covid-19. Esta situación fue expuesta con títulos engañosos en la mayoría de los portales de nuestro país, lo que devino en diversas reacciones de la gente:
Por un lado se vieron bromas, ironías y comentarios incrédulos, y por el otro…miedo y desconfianza a vacunarse contra el virus. Esto claramente es alimentado por la prensa tendenciosa, que no tiene ningún reparo a la hora de desinformar y especular con la inseguridad y el miedo de las personas.
A raíz de esto, es curioso señalar que, a diferencia de los llamados “movimientos antivacunas” que se oponen rotundamente a todas las vacunas con argumentos que podrían parecernos absurdos, y si bien, ellos también se oponen a esta en particular; hay muchas personas que no descreen de las demás vacunas, pero sí de esta.
Entre sus fundamentos, hablan de desconfianza por la rapidez con que fue creada, una posible conspiración comunista, la creencia ferviente de que esta vacuna “modifica el ADN”, o te inocula un chip para controlar tu vida, tus pensamientos… ¿Suena disparatado, verdad?. Sin embargo, todos estos mitos en torno a la vacunación para combatir el virus no son recientes, sino que ya habían sido formulados en el pasado.
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La diferencia es que en la actualidad, con el auge de las redes sociales, todas estas teorías conspirativas se masifican y magnifican, justamente por el alcance que tienen. La necesidad de “creer en algo”, sea lo que sea, aunque esa creencia no tenga fundamento científico alguno.

Ahora bien, entre los orígenes de estos argumentos que descreen del conocimiento científico, podemos hablar de estructuras sociocognitivas. Por ejemplo, el “razonamiento motivado”. Es decir, una persona cree en algo que es erróneo, y busca información en torno a esa idea equívoca considerando que todo lo que se ajusta a sus opiniones es verídico, ignorando todo lo demás.
El descrédito por la medicina científica, en algunas regiones supera hoy el 30%. En un contexto de emergencia sanitaria como el que estamos atravesando, esto puede ser muy peligroso, porque genera una cadena de inseguridad frente a la única forma certera que tenemos hasta el momento para combatir el virus, es decir, las vacunas. Si se rechaza la vacunación por considerarse insegura o peligrosa, estamos desterrando los enormes esfuerzos y recursos que están siendo destinados para acabar con la pandemia en el menor tiempo posible, y evitar que las personas enfermen gravemente e incluso mueran.
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Con respecto a esta creencia infundada de que la vacuna provoca “imantación” que se hizo eco recientemente, la misma proviene de un razonamiento superfluo acerca de que estos fármacos contienen metales pesados que son magnéticos. Sin embargo, esta teoría puede ser refutada rápidamente, sabiendo por fuentes oficiales, que la composición de todas las vacunas disponibles contra el Covid-19 si incluyeran metales, lo hacen en una bajísima proporción, que no implica un “efecto imán” bajo ningún punto.
Con respecto a la AstraZeneca, que es la vacuna que se inoculó la mujer que dijo que unos ganchos de oficina se quedaron pegados a su brazo; esta vacuna sí contiene hidróxido de aluminio en forma de gel, pero es una sustancia que se usa desde hace mucho tiempo en la elaboración de vacunas, y es totalmente inocua. Al mismo tiempo, estas sustancias también se encuentran naturalmente en formas mínimas en la mayoría de los alimentos que consumimos, incluso en el agua potable, sin implicar un grave riesgo para la salud.

Es muy importante que los medios de comunicación sean responsables en la difusión de información relevante respecto a las vacunas, porque al plantear títulos engañosos y tendenciosos, sólo reproducen sin parar una falsa idea que se disemina rápidamente entre la población y eso impacta de forma directa con la tasa de personas que deciden vacunarse (o no) voluntariamente. Esto, a su vez, se asocia a una inmunización colectiva menor, y a un mayor riesgo de contagio de la enfermedad, haciendo que la pandemia se magnifique.
Estamos de acuerdo en que a esta altura nos encontramos cansados, hartos y aburridos de esta situación, que el Covid-19 nos afectó en mayor o menor medida en todos los aspectos de nuestras vidas. Pero también tenemos una certeza. El deseo profundo de que pronto la situación esté controlada, y podamos paulatinamente volver a una aparente “normalidad”.
Entonces, si eso es lo que queremos, ¿por qué no aunamos nuestros esfuerzos en pos de un bienestar colectivo? Si no te vacunas, te estás perjudicando no sólo a vos, sino a otra persona que probablemente todavía no pudo hacerlo y se encuentra expuesta al virus por diversos motivos. Esto repercute en una mayor ocupación de camas en los hospitales, un colapso sanitario, y una mortalidad creciente.
Por esto, anótate, vacunate, y así no sólo estás a salvo vos, sino que también ayudas a detener la circulación viral, ayudando a más personas. Ponele un fin a la infodemia, elegí leer información verídica. La vacunación es un acto colectivo.