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Autoestimulación: la gran expropiada de la ESI

La autoestimulación es una práctica de placer y bienestar biopsicosocial individual y colectivo; es un acto de soberanía de nuestro cuerpo. Es por esto que es un aspecto sociocultural y por lo tanto político. Pero el Programa de ESI no menciona a la autoestimulación ni al erotismo cuando presenta una definición de sexualidad. Por Lic. […]

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La autoestimulación es una práctica de placer y bienestar biopsicosocial individual y colectivo; es un acto de soberanía de nuestro cuerpo. Es por esto que es un aspecto sociocultural y por lo tanto político. Pero el Programa de ESI no menciona a la autoestimulación ni al erotismo cuando presenta una definición de sexualidad.

Por Lic. Noelia Benedetto

El mes del autotoque

Mayo es el mes de la autoestimulación, es por esto que quiero debutar con mis columnas visibilizando esta práctica y poniéndola en valor, mediante una difusión positiva como una práctica de placer y bienestar biopsicosocial. Recordarles que la sexualidad también es con uno y una misma, y que no se descubre, más bien se construye… siempre que haya condiciones de posibilidad.

La efeméride surge en 1995, año en el que la pediatra y secretaria de Salud de Estados Unidos, Joycelyn Elders, declaró que el autoerotismo era parte de la sexualidad humana y que podría agregarse a las curriculas escolares… acto seguido la despidieron.

Tocarse hoy

Vivimos en una sociedad sexofóbica y aún hoy el tabú ante la autoestimulación se deposita generalmente alrededor de las siguientes cuestiones: ¿hasta cuántas veces es normal?, ¿es sano? ¿es sucio? y ¿está bien hacerlo por fuera de la adolescencia y la soltería?

El silenciamiento de esta temática impide, entre otras cosas, la apertura a una reelaboración personal, hablar de lo que no se habla, alojar en algún espacio las contradicciones entre los deseos y una práctica condicionada por mitos, mandatos y guiones socioculturales que, si pudieran ser puestos en tensión, quizás permitirían un cambio de posición: una pasaje desde pedir permisos y tips universales para vivir el propio autoerotismo a satisfacer los propios deseos sexuales de manera singular y particular

El diálogo sobre autoestimulación debería favorecer que la misma sea vista con una imagen positiva, desculpabilizada, una actividad sin represiones, pero es necesario que sea diferente a la actual narrativa dominante que sostiene múltiples desigualdades entre géneros. El discurso hegemónico actual es una forma  más de reprimir y oprimir a las personas que dirige la forma en que nos relacionamos con nuestro cuerpo y por lo tanto cómo lo compartimos.

La autoestimulación es un acto de soberanía corporal, autonomía, autoestima y autoconocimiento, representa a una sexualidad de primera, completa y madura en sí misma y no necesariamente como un complemento para disponer en caso de soltería o para conocer qué nos gusta y así decirles a nuestros vínculos cómo estimularnos. El autoerotismo no es un aspecto solamente privado y personal, es sociocultural y por lo tanto político. 

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Charlas pre ESI

¿Te acordás de las charlas de sexualidad de tu adolescencia? En algunas separaban a las personas en varones y mujeres de acuerdo a como eran leídas y se basaban en aspectos reproductivos, embarazos no planificados, métodos anticonceptivos y prevención de ITS en encuentros heterocoitales. Siempre se comenzaba diferenciando la sexualidad, del sexo y las relaciones sexuales a modo de prevenirse y de aclarar de entrada que “no se iba a hablar de el sexo propiamente dicho”.

¿Alguna vez te hablaron de placer, individual o compartido? ¿de comunicación, afectividad, consenso y consentimiento? 

Post ESI

¿Qué entienden por educación sexual quienes hoy se alarman ante una clase en la que se habla de autoerotismo? 

El programa de la Ley 26150 en su texto original (2006) no menciona a la autoestimulación ni al erotismo cuando presenta una definición de sexualidad a la que se le recorta entre corchetes el siguiente fragmento: “Basada en el sexo, incluye al género, las identidades de sexo y género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva y el amor, y la reproducción” (OMS-OPS, 2000). De este modo, la integralidad de la ESI se constituye mediante la exclusión de las referencias al placer sexual y al erotismo que ocupan un lugar destacado en el campo discursivo de la sexualidad del ámbito internacional.  

Omitir hablar sobre el placer en las relaciones sexuales en la educación impacta en las asimetrías de género y en los aspectos relacionados al consentimiento y al guión sexual. Esto puede derivar en la búsqueda de otras fuentes de información a modo educativo, como Internet o la pornografía mainstream. 

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ESI sí se toca

La educación sexual también podría ser no cisexista, no heteronormativa, no abolicionista del placer y ampliar el horizonte de la sexualidad más allá de la función heteroreproductiva. Enseñar la existencia de partes del cuerpo placenteras y no cumplen funciones reproductivas como las zonas erógenas hegemónicas y las no tanto, las respuestas sexuales humanas, introducir al encuentro sexual como una experiencia sensorial y no genital y presentar a la autoexploración a modo de prevención primaria de diversos malestares de género en relación a los guiones sexuales, corriendo a la sexualidad de las nociones de riesgo y biologicisimo en la que frecuentemente queda reducida y silenciada. 

En ese marco, la autoestimulación lejos de ser una práctica sexual condenada moralmente podría ser entendida como una práctica que reivindica al cuerpo como fuente de placer. 

Para ir acabando...

Es muy importante que nos enseñen estas cosas a temprana edad. Necesitamos ESI para el placer, que nos instruyan sobre nuestros cuerpos, que la sexualidad sea una co-deconstrucción consciente y no una repetición ya formulada por mandatos heterocisnormativos y binarios. Que nos adviertan que la cultura que consolidó la idea e imposición del amor romántico y del goce, no se construyó teniendo en cuenta la diversidad de todos los cuerpos y los sujetos, sino que se conformó pensada para un solo género, con todos los saldos negativos sexosóficos que eso implica. 

La educación en relación a lo sexual tendría que responder a la estructura que se sostiene ante cualquier otro tema: con espontaneidad en el lugar y momento en el cual surja, claridad, con palabras y formas simples, información adecuada, real, despojada de tintes morales y religiosos, reconocimiento de lo no sabido y desmitificación (que no implica bajar un tutorial de cómo hacerlo) y nunca olvida la lectura en clave de género.

Les dejo unas preguntas de Val flores ¿pensamos a las niñeces como agentes de placer? ¿nuestra escucha está preparada para relatos de deseo y de goce de las niñeces o sólo para cuando son víctimas? ¿es viable hacer un taller de dildos y/o juguetes sexuales para adolescentes con el fin de explorar su autoerotismo?

Cristian Dominguez

Redactor y co-productor de contenidos para el sitio web y las demás plataformas de El Resaltador.
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