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Auf Wiedersehen Mutti: el fin de los 16 años de Merkel en el poder

Antes de fin de año, la Canciller concluirá su mandato luego de que el nuevo parlamento elija a su sucesor. Un repaso de su historia, de parte de Es de Politólogos. Por Fernando Ortiz Sosa, Licenciado en Ciencia Política. Columna de Es de Politólogos. Está claro que Angela Merkel es una de las personas más poderosas del […]

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Antes de fin de año, la Canciller concluirá su mandato luego de que el nuevo parlamento elija a su sucesor. Un repaso de su historia, de parte de Es de Politólogos.

Fuente: CNN

Por Fernando Ortiz Sosa, Licenciado en Ciencia Política. Columna de Es de Politólogos.

Está claro que Angela Merkel es una de las personas más poderosas del mundo, no solo por su capacidad de manejarse como pez en el agua en un ámbito que suele ser muy agresivo con las mujeres, como lo es la arena política, sino también porque ese rol lo desempeñó en la primera potencia económica europea y la cuarta del mundo.

Las opiniones sobre la próximamente excanciller de Alemania, tanto en el ámbito interno como externo, son diversas.

En su país, los más jóvenes convirtieron su nombre en verbo: Merkeln (o Merkelear) que, en la jerga juvenil, significa no hacer nada, no tomar decisiones, no permitir declaraciones. De hecho, la palabra es candidata a aparecer en el diccionario de la lengua alemana. Asimismo (y casi en sentido contrario al anterior) el sociólogo Ulrich Beck, en 2012, acuño el término Merkiavelli, para hacer referencia a una forma de hacer política sin vacilación, sin demostraciones innecesarias de fuerza ni conflictos directos.

Pero también es justo referirse a otra palabra con la que se la conoce, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales: Mutti, que significa “madre”.

Angela Dorothea Merkel nació en Hamburgo en lo que era la entonces Alemania comunista, en el año 1954, dando sus primeros pasos en la política dentro de la Juventud Alemana, que respondía al gobierno comunista de la República Democrática Alemana, entonces bajo el control de la Unión Soviética.

Licenciada en Física y Doctorada en la Academia de Ciencias de Berlín, recién ingresó a las grandes ligas de la política tras la caída del Muro de Berlín. Obtuvo su primer cargo de relevancia nacional en el año 1990 cuando se la designó como ministra de Juventud y Familia, para luego ser ministra de Medio Ambiente y Naturaleza en el año 1994.

Saltó a la fama y comenzó a tener una exposición principal dentro del ámbito político alemán, cuando arremetió contra el poderoso Helmut Kohl, de quien Merkel había sido Ministra. Publicó en el diario Frankfurter Allegemeine Zeitung (FAZ) una columna en la que aseguraba que el artífice de la unificación, le había hecho daño al partido.

Esta especie de parricidio político fue determinante para salvar su carrera. A partir de allí, se hizo un lugar en la Unión Democrática Cristiana (CDU) llegando a su presidencia en 2002 y a la Cancillería del país en 2005.

Fuente BBC

El caso griego y su dependencia económica

No es fácil resumir en pocas líneas los dieciséis años de gobierno de Angela Merkel, más cuando se trata de un país protagonista en los hechos más relevantes del devenir europeo y mundial. Pero sí podemos señalar algunos aspectos importantes en los que su figura fue determinante, para bien o para mal.

Para comenzar, es imposible obviar el tratamiento de su posición frente a la más importante crisis económica a la que se enfrentó la ya adolescente Unión Europea (UE): la crisis del euro. Quienes defienden su gestión afirman que logró salvar la moneda europea de su casi posible desaparición, provocada por los coletazos de la explosión de la burbuja inmobiliaria de 2008 en EE. UU. que cruzó el mar hasta Europa y provocó un terremoto de crisis de deuda en todo el viejo continente.

En ese momento surgió, como algunos recordarán, el “Caso Grecia”. En 2009, el país griego anunció que su déficit presupuestario iba a ser casi tres veces superior al previsto, desencadenando una crisis de confianza en la deuda pública que afectó a todos. Sobre todo a algunos de los eslabones más débiles de la UE: Portugal, Irlanda, España.

Esta situación, que explotó entre los años 2009 y 2010, tiene raíces muy profundas que unen a Grecia con Alemania. Éste último emitió muchos de los bonos del Fondo de Rescate Europeo para conseguir el dinero que después prestaría a los países “rescatados”. También muchos de los bancos alemanes compraron una tercera parte de esos fondos.

Por otro lado, Alemania exporta el 50% de su producto bruto interno y la Unión Europea es su zona de libre comercio para colocar productos manufacturados en los países más dependientes, como Grecia.

Los dos puntos anteriores se unen irremediablemente cuando vemos que los rescates de la UE y los préstamos por parte de los bancos alemanes fueron diseñados para mantener la demanda de sus exportaciones. Se sabía que las deudas no podrían ser devueltas, pero se aseguraban una dependencia comercial hacia ellos.

Todo ello acompañado con presiones políticas a través del Parlamento europeo para que se apliquen políticas de ajuste fiscal y la imposibilidad de estas economías emergentes de competir con exportaciones contra un gigante como Alemania.

Esta situación griega se replicó en los casos de España, Portugal y las economías del sur de Italia y Francia. Los países mediterráneos que habían entrado en la UE con la expectativa de que elevaría su nivel de vida al nivel de los países del norte, terminó siendo un laberinto que minaría parte de su industria. Veían imposible la competencia con los productos alemanes y dependería cada vez más de los productos industriales teutones.

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¡Traigan a los refugiados!

Fuente: DW

Alguna vez, el diario francés Le Monde, supo titular que no se construye una democracia con bombas extranjeras. Cuando se desataron las crisis de las mal llamadas ”Primaveras Árabes” (2010-2012), que no fueron otra cosa que el derrocamiento de gobiernos laicos nacionalistas para que subieran al poder diversas facciones integristas musulmanas, los países europeos, a través de la OTAN, tuvieron un rol fundamental.

En el caso particular de Libia, Alemania no participó de los bombardeos contra el gobierno de Gaddafi. Adoptó, por sorpresa para muchos, una política de fronteras abiertas para refugiados de ese país. En este caso, sin perjuicio de haber sido parte activa de otras operaciones en países musulmanes, como el caso de Afganistán, de donde retiraron la totalidad de las tropas en el pasado mes de agosto.

La caída del máximo líder libio —responsabilidad casi exclusiva del ex presidente francés Sarkozy— desencadenó el mayor desplazamiento forzoso de personas que Europa vivió desde la Segunda Guerra Mundial. Ante esto, Merkel tuvo un gesto casi sin precedentes, diciendo que todo “individuo que huye de su país porque está perseguido o corre peligro, tiene derecho a pedir asilo”.

Esto, provocó que Alemania recibiera más de un millón y medio de solicitantes, de los cuales el 75% permanecieron en el país.

Esta política de puertas abiertas fue un ejemplo para el resto de Europa, causante directo o indirecto de las distintas crisis en Oriente Medio y el saqueo en África. Luego de la expoliación de sus recursos naturales, Europa miró para otro lado cuando miles y miles de refugiados buscan un destino para mejorar sus vidas.

El gesto de Merkel también provocó una exacerbación de los sentimientos xenófobos dentro de su territorio y el avance de las posiciones de ultraderecha y neonazis.

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Algunas políticas internas

Internamente, Merkel mantuvo el llamado “Modelo Alemán” de desarrollo industrial que no tuvo mayores cambios en las últimas décadas. Algo que todo el arco político teutón tiene bien en claro, sea cual sea el partido al que pertenece, a diferencia de nuestro país.

Sin embargo, una de las innovaciones en política energética fue la adopción de una “Economía Verde” que no llegó a completarse. Pero sí activó una transición energética hacia formas limpias con el cierre de las plantas nucleares, invirtiendo una suma que supera los 40.000 millones de euros. Uno de los objetivos es ser la primera economía europea que cumpla con sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero.

En cuanto a derechos sociales, a pesar de haber votado en contra, Merkel se caracterizó por facilitar la discusión para la aprobación del matrimonio igualitario en el año 2017, dándole la “libertad” a los miembros de su partido de votar según su conciencia.

Es de destacar que durante 12 años hizo caso omiso a los reclamos para legislar en esta materia. No falta quien diga que fue una medida electoralista ante un posible escenario adverso de cara a las elecciones generales del año siguiente. La ley de matrimonio igualitario no fue la única que avanzó sobre estos reclamos: el subsidio parental para crianza de los hijos (algo así como nuestra AUH), mayor oferta de guarderías y jardines de infantes, entre otras.

Hace pocos días, a principios del mes de septiembre, en una nota con la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, Merkel por primera vez se definió como feminista, a sus 67 años. A pesar de ser de origen conservador y liberal, Merkel no deja de ser una figura importante para avanzar con el camino de liderazgo político femenino, con cuatro mandatos seguidos.

La pandemia y las crisis de los oficialismos

Fuente: Perfil

Argentina no fue el único país que pagó con votos el desastre mundial que fue la pandemia por la covid-19. La semana pasada, a pesar de no llevarla como candidata, su partido quedó un punto debajo de los candidatos socialdemócratas, relegando a su vez al partido verde a un tercer lugar.

Esto se inscribe en el precio que pagaron muchos gobiernos por la gestión de la COVID-19 que, sea con una buena, regular o mala gestión, redundó en una pérdida de poder cuando llego el momento de ir a las urnas.

La pandemia en Alemania tuvo altos y bajos. Como en muchos otros países —el nuestro incluido— tuvieron que batallar con un sinfín de argumentos negacionistas y antivacunas que hasta el día de hoy siguen siendo un problema, sobre todo en la gente más joven.

En las últimas semanas, la incidencia de la variante Delta obligó a las autoridades sanitarias a declarar oficialmente una cuarta ola de coronavirus, más ahora que están ingresando en el otoño y el clima hace más factible la circulación del virus. Con un 63,7% de población con una dosis de vacuna y el 58,2% con esquema completo, en el mes de septiembre tuvieron un aumento significativo de casos que oscila entre los 10.000 y 12.000 casos diarios.

De cualquier manera, sea que la idolatren o la odien, los alemanes van a sentir el vacío de una fuerza lenta pero imparable, como lo representaba Angela Merkel.

Esa misma que inspiró un verbo nuevo o bien la podía mostrar como una madre de todos los alemanes. Una conservadora liberal que demoró por muchos años el tratamiento de leyes fundamentales que otorgan derechos a la comunidad LGBTI+, pero que al final, casi como una reivindicación más propia que política, se terminó por definir como una feminista.

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