¿Cuánto hablamos sobre suicidio? ¿Debemos hablar del suicidio? La muerte como tabú, la pandemia, el encierro y la pérdida de nuestras rutinas tal como las conocíamos afectan a nuestra salud mental. Hablemos un poco de eso.
Por Juan Maldonado
Para nuestra sociedad la muerte es un tabú y puntualmente del suicidio no se habla. Puede ser por miedo a la reproducción e imitación de casos, puede ser porque las estadísticas nunca referirán a un buen momento socioeconómico o porque no se le da lugar a la psicología en las políticas de Estado.
Pero resulta necesario visibilizar la temática, conversar acerca de ella para tener instrumentos de prevención al alcance.
Para la Lic. en Psicología Eugenia López, “debemos erradicar la idea de que hablar de suicidio quiere decir que estamos incitando o generando la idea en otra persona”. En la mayoría de los casos, la decisión se toma en respuesta a una crisis y “sin contar con las herramientas para poder atravesarla en ese momento”.
Durante la pandemia el desempleo, el aislamiento social, la ansiedad, entre otros factores, fueron el causante de muchas muertes en todo el mundo. En Japón, por ejemplo, el Gobierno exhibió esta semana que el suicidio cobró más vidas en octubre que el Covid-19 durante todo el año.
Japón cuenta con una de las tasas de suicidio más grandes del mundo pero permite dialogar sobre ello al publicar estadísticas y razones por las cuales las personas deciden terminar con sus vidas.
En nuestra sociedad existe el mito de que las personas no van a hablar de sus sentimientos respecto al suicidio. “Esto es completamente erróneo porque una de las mejores formas de prevenir es hablando del tema y también conociendo cuáles pueden ser indicadores o factores de riesgo que lleven a esa situación a las personas”, aclara la licenciada.
Te puede interesar: ONU Mujeres y Twitter contra la violencia de género.
¿Es posible detectar un caso sin diálogo? Si. En la gran mayoría de los casos “existen comportamientos o señales de alerta. Por ejemplo, si esa persona se aísla de familiares y amigos, si tiene cambios bruscos en su personalidad, la pérdida de interés en actividades que realizaba o si estamos frente a un caso de adicción de cualquier tipo”.
El encierro producto de la pandemia, llevó de manera forzada al aislamiento de los y las ciudadanas. Además, los cambios en los hábitos de sueño, el impedimento para realizar sus rutinas y la pereza para llevarlas a cabo en casa fomenta estos comportamientos de los que habla Eugenia.
Que detectemos alguno de estos factores mencionados no quiere decir que estemos ante una persona suicida. Sólo debe ponernos en situación de diálogo y acompañamiento para poder identificar si esos cambios se incrementan y, de ser así, solicitar ayuda profesional.
Es importante entender que en la decisión de quitarse la vida existe cierta disociación entre la persona y sus vínculos o entorno.
Por lo general, las altas tasas de suicidios son de jóvenes que tal vez son subestimados o subvalorados por la sociedad al no darles ciertos espacios de diálogo o de construcción para integrarlos, resolver conflictos – propios y ajenos – y hacerlos partícipes de una vida en comunidad.
Desde las carátulas judiciales de un caso hasta la ausencia del Estado en políticas de salud mental, se construye una representación del tema como «tabú» y cierra las puertas a las discusiones y debates entorno a la problemática. Los pactos de silencio pueden producir cierta inhibición o invisibilización de los receptores que necesitan captar mensajes de ayuda.
El director de Políticas Sociales en Adicciones de la Municipalidad de Córdoba, Lucas Torrice, coincide en que “es necesario un abordaje integral, territorial y comunitario que pueda abordar problemáticas complejas. Entre ellas el consumo, la violencia, las autolesiones o el suicidio”.
En ese sentido, expresa que “necesitamos crear mecanismos integrales y transversales en todo el sistema de salud, el sistema educativo, las organizaciones sociales y la presencia en territorio. Se trata de acercar herramientas. De lo que se trata es de habilitar sueños”.
Por último, la licenciada aclara que es posible prevenir el suicidio. “Se puede prevenir hablando del tema sin miedo, acompañando a la persona, no estigmatizando y no subestimando”.
Líneas de ayuda y prevención
Si vos o algún familiar o allegado está atravesando una crisis emocional de cualquier tipo, puede comunicarse con el Programa Provincial de Prevención del Suicidio.
El programa cuenta con un equipo interdisciplinario de asesoramiento, contención y acompañamiento. Más información aquí.
Además, existe la línea gratuita 135.
Secretaría de Salud Mental: prevenció[email protected]