¿Es el amor la emoción más compleja? Quizás lo sea. En este escrito quisiera invitarte a reflexionar sobre cómo te vinculas con las demás personas, para explorar más allá de la fecha comercial del 14 de Febrero.
Por Tomás Nores, psicólogo experto en bienestar.
El día de los enamorados nos permite celebrar el amor, y es esta una de las emociones más complejas ya que depende de la sincronización de más de una persona. Sabemos lo difícil que es gestionar nuestras emociones y entender nuestro mundo emocional, más complejo se vuelve al tratarse de dos universos emocionales.
Muchas relaciones encuentran dificultades cuando no sienten el reconocimiento, el compromiso suficiente o cuando la comunicación nos deja más dudas que seguridades. Un concepto importante a trabajar en el mundo relacional es el de la “responsabilidad afectiva”.
¿Cómo se aplica la responsabilidad afectiva?
Nos adentremos a qué se refiere este término que tanto ha estado circulando en los últimos años. La responsabilidad afectiva defiende el consenso y la comunicación en cualquier relación, considerando las implicancias en la otra persona sobre lo que decimos, sentimos y hacemos.
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Es decir, no solo se trata de ser responsable de los propios sentimientos y de cómo expresarlos, sino que involucra un cuidado mutuo.
Al iniciar una relación, en el durante o incluso al finalizar consideremos la responsabilidad afectiva como una manera de vincularnos a conciencia.
Sería algo así como una pedagogía del cuidado, o en palabras de Tamara Tenembaum una ética afectiva, en donde construimos junto a otra persona los acuerdos que estructuran nuestro vínculo. Un aprendizaje en movimiento sobre lo que nos funciona y sobre lo que no nos funciona. Nuestras emociones nos darán la pauta en este aprendizaje continuo, un flujo constante a considerar y atender. Un vínculo amoroso demanda responsabilidad afectiva.
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¿El dolor es inevitable en un vínculo amoroso?
Gabriel Rolón dice “es preferible la crueldad a la esperanza”, quizás sea mucho ponerlo en términos de crueldad per se, ya que nos pone en lugares hostiles y de sadismo que luego generarían cataratas culpógenas y represalias del destinatarip de esa crueldad.
Quizás podamos pensarlo en términos de honestidad más que de crueldad, cuando logramos ser fieles a nuestro sentir, expresando lo que pensamos, sentimos y en qué situación estamos frente al vínculo. Por más que pueda dolerle a la otra persona.
El dolor es inevitable frente a actos de honestidad, la “falsa” esperanza alarga ese dolor y agrega incertidumbre, ilusión, enojos, resentimiento y una serie de sensaciones derivadas de haber permanecido allí, en esa “falsa” esperanza. Ya sea porque nos la brindó la otra persona o porque la creamos a nuestra conveniencia.
Ojo, no usemos el concepto de responsabilidad afectiva para señalar con el dedo o cuestionar la moral ajena. La idea de este posteo es promover una reflexión personal respecto de cómo nos manejamos a nivel vincular y qué podemos aprender de esta conceptualización. Existen muchos grises y mucho por transitar en el mundo relacional. Se trata de una intención de cuidado hacia el otro u otra.
¿Cómo implementarlo en nuestra vida cotidiana?
Palabras como empatía, habilidades sociales, inteligencia relacional son afines a la responsabilidad afectiva. Dejar claro qué tipo de relación o de vínculo estamos buscando o qué podemos y queremos ofrecer, pactar acuerdos, establecer límites, comunicarnos de manera asertiva, así como poner en conocimiento del otro nuestros deseos, son algunas prácticas a emular considerando este constructo.
Trabajemos para decirnos lo que pensamos y sentimos, ya que el diálogo ayuda a construir algo genuino. La búsqueda del desarrollo personal, que nos permite reflexionar sobre nosotros mismos es clave en este proceso para ganar claridad sobre aquella situación emocional en la que nos encontramos.
Eso, también es responsabilidad afectiva. Y en tu caso….¿cómo vivís esta fecha? ¿te estás vinculando con responsabilidad?